"El mundo después del coronavirus" según Yuval Noah Harari

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El escritor e historiador israelí, autor de 21 lecciones para el siglo XXI, publicó un escrito en el Financial Times en el que llama a la cooperación y a dejar de lado los monopolios y nacionalismos. "Las decisiones que tomen los gobiernos y pueblos en las próximas semanas probablemente darán forma al mundo que tendremos en los próximos años", dijo Harari.


Una pandemia de COVID-19 -más conocido como coronavirus- afecta al mundo. El virus cuyo brote se sitúa en Wuhan, China, se expandió rápidamente con miles de personas fallecidas por complicaciones propias de una neumonía, y miles más contagiadas. La crisis de salud ha obligado a los líderes mundiales a tomar medidas inmediatas.

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Lo que comenzó con el llamado a frecuentar medidas de higiene como el lavado recurrente de manos y estornudar y toser contra pañuelos o el antebrazo, escalaron rápidamente a la cancelación de eventos masivos, el teletrabajo, cierre de fronteras y confinamiento.

En tiempos en que prima el temor de contraer el coronavirus y la preocupación por la capacidad de los sistemas de salud de cada nación, el escritor e historiador Yuval Noah Harari, recalca que lo primordial es exhortar a los gobiernos más poderosos del mundo para dejar de lado los nacionalismos y las pretensiones de monopolios: hay que actuar globalmente.

"Las decisiones que tomen los gobiernos y pueblos en las próximas semanas probablemente darán forma al mundo que tendremos en los próximos años. No solo formatearán nuestros sistemas de salud, sino también nuestra economía, la política y la cultura; debemos actuar con presteza y decisión", dice el autor de Homo Deus: breve historia del mañana.

En un artículo publicado en Financial Times bajo el título "El mundo después del coronavirus", Harari plantea como idea central que "esta tormenta pasará, pero las decisiones que tomemos ahora podrían cambiar nuestras vidas para los años que vienen", escribió.

El docente en la Universidad Hebrea de Jerusalén -y el conferencista mejor pagado a nivel internacional- postula que varias medidas aplicadas actualmente a raíz de la crisis, tendrán que ser asimiladas como parte de la rutina diaria.

"Muchas medidas de emergencia a corto plazo se convertirán en un elemento vital. Esa es la naturaleza de las emergencias. Los procesos históricos avanzan rápidamente. Las decisiones que en tiempos normales podrían llevar años de deliberación se aprueban en cuestión de horas. Se comienzan a usar tecnologías inmaduras e incluso peligrosas, porque los riesgos de no hacer nada son mayores. Países enteros sirven como conejillos de indias en experimentos sociales a gran escala. ¿Qué sucede cuando todos trabajan desde casa y se comunican solo a distancia? ¿Qué sucede cuando escuelas y universidades enteras funcionan online? En tiempos normales, los gobiernos, las empresas y las juntas educativas nunca aceptarían realizar tales experimentos. Pero estos no son tiempos normales", explica Harari sobre el contexto actual a nivel internacional.

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"En este momento de crisis, enfrentamos dos opciones particularmente importantes: el primero es entre la vigilancia totalitaria y el empoderamiento ciudadano. El segundo, es entre el aislamiento nacionalista y la solidaridad global", propone el historiador.

Sin embargo, es importante tener presente que aquellos cambios en post de la salud pública, no se conviertan en herramientas de control político.

"En su batalla contra la epidemia de coronavirus, varios gobiernos han empleado nuevas herramientas de vigilancia. El caso más notable es China. Al monitorear de cerca los smartphones de la gente, haciendo uso de cientos de millones de cámaras con reconocimiento facial, y obligando a las personas a reportar su temperatura corporal y condición médica, las autoridades médicas no solo pueden identificar sospechosos de haberse contagiado de coronavirus, también rastrear sus movimientos e identificar a cualquiera con quien estuvieron en contacto. Un gran rango de aplicaciones móviles advierten a los ciudadanos de la proximidad a pacientes infectados", detalla Harari.

"Este tipo de tecnología no está limitado al este de Asia. El primer Ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, recientemente autorizó a la Agencia de Seguridad Israelí para usar tecnología de vigilancia -normalmente reservada para combatir terroristas- para rastrear pacientes con coronavirus. Cuando los miembros del parlamento se rehusaron, Netanyahu aplicó un 'decreto de emergencia'", agregó el escritor israelí.

"Tal vez argumentes que no hay nada nuevo en esto. En años recientes tanto gobiernos como corporaciones han usado tecnología aún más sofisticada para rastrear, monitorear y manipular personas. Pero si no somos cuidadosos, la epidemia tal vez marque una importante mancha en la historia de la vigilancia. No solo porque puede normalizar el uso de herramientas de vigilancia masiva en países que hasta ahora la han rechazado, también porque significa una transición dramática de vigilancia de 'sobre la piel' a 'bajo la piel'", postula Harari.

Sin dejar de reconocer la pérdida de confianza por parte de la ciudadanía en quienes ostentan el poder, comenta que quienes administran las naciones y toman las decisiones, podrían inclinarse a normar dejando de lado la opinión de sus gobernados.

"En los últimos años, políticos irresponsables socavaron deliberadamente la confianza en la ciencia, las autoridades y los medios. Ahora esos mismos politicos podrían tentarse de tomar el camino más expeditivo hacia el autoritarismo, con el argumento de que no se puede confiar en que el público haga lo correcto", anticipa Harari sobre el escenario político y social que se está desarrollando.

Pero, por el contrario, el historiador propone dar directrices convincentes y liderazgos confiables para llevar a cabo las medidas necesarias. "El monitoreo central y los castigos duros no son los únicos métodos para lograr que la gente cumpla con lineamientos en su beneficio. Cuando a la gente se le dicen datos científicos, y cuando las personas confían en las autoridades públicas que les digan esos datos, los ciudadanos pueden hacer lo correcto sin un ente vigilante que vea sobre sus hombros. Una población bien informada y auto-motivada, usualmente es más poderosa y efectiva que un pueblo ignorante vigilado por la policía".

Otra disyuntiva que el coronavirus pone sobre la mesa, es la determinación de las grandes potencias de conservar el espíritu nacionalista y la búsqueda del beneficio económico en tiempos de crisis por sobre la cooperación internacional. "Tanto la epidemia en sí misma como la crisis económica resultante son problemas globales. Ambas se pueden resolver efectivamente mediante la cooperación global", dice el docente.

"Primero, para vencer al virus tenemos que compartir información globalmente. Esa es la mayor ventaja de los humanos por sobre los virus. Un virus en China no puede intercambiar ideas con un virus en Estados Unidos sobre cómo infectar humanos. Pero China le puede enseñar a Estados Unidos muchas lecciones valiosas sobre el coronavirus y cómo lidiar con él", plantea el autor de Sapiens: de animales a dioses.

"También necesitamos un esfuerzo global por producir y distribuir equipamiento médico, sobre todo probando kits y máquinas respiratorias. En vez de que cada país intente hacerlo localmente y acaparando todo lo que puedan, un esfuerzo coordinado podría acelerar la producción y hacer equipos que salven vidas que sean distribuidos de forma más justa. Tal como los países nacionalizan industrias clave durante la guerra, la guerra humana contra el coronavirus puede requerir que nosotros 'humanicemos' las líneas cruciales de producción", dijo como preámbulo a proponer que los países con recursos que tengan pocos casos, podrían enviar ayudar a países pobres con muchos casos.

Así mismo, plantea que la cooperación es vital también en el ámbito económico. "Dada la naturaleza de la economía y las cadenas de suministro, si cada gobierno intenta lo propio en completa indiferencia con los demás, el resultado será el caos y una crisis profunda. Necesitamos un plan global de acción, y lo necesitamos rápido", sentenció Yuval Noah Harari.

"La humanidad necesita elegir una opción. ¿Viajaremos por la ruta de la desunión, o adoptaremos el camino de la solidaridad global? Si elegimos la desunión, no solo prolongará la crisis, sino que probablemente resultará en catástrofes aún peores en el futuro. Si elegimos solidaridad global, será una victoria no solo contra el coronavirus, también contra futuras epidemias y crisis que tal vez asalten a la humanidad en el siglo XXI", concluyó.

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