La cuarentena laboral de los músicos chilenos en el extranjero

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La Scala de Milán, el famoso teatro del norte de Italia, está cerrado desde el 24 de febrero y debería abrir tentativamente a inicios de abril.

La encrucijada de los cantantes y artistas locales en el Viejo Continente y en Estados Unidos tiene algo de drama operístico: conciertos cancelados, teatros fuera de servicio y viajes en avión anulados.


En la Lombardía, la región más rica de Italia, no es necesario vivir en Milán para cantar en la ópera. Basta con asentarse en cualquiera de sus ciudades satélites para trasladarse a la urbe donde funciona su teatro lírico, la famosa La Scala. Es el caso del barítono chileno Christian Senn (1974), que lleva 12 años en Gropello Cairoli, una localidad de cuatro mil habitantes, a una hora de Milán, pero también a una hora de Codogno, la ciudad del paciente cero en Italia.

Christian Senn, un oriundo de Concepción que estudió bioquímica antes de hacerse cantante lírico, dice que ya está acostumbrado a ver teatros, bares, cafés y hasta iglesias en modo cuarentena. "Desde hace 20 días que están cerrando todo por acá y hace mucho que mis hijos no van al colegio. Solo ayer (el martes 10) hubo 200 muertos en todo el país", comenta desde su casa. Considerado uno de los mejores intérpretes chilenos de su tesitura, Senn se mueve dentro de Italia y el mundo con la libertad y al mismo tiempo la urgencia del trabajador freelance: no tiene sueldo fijo y vive de cada presentación.

En este momento, residiendo en la región más afectada del país emblema del Covid-19 en Europa, no hay sueldo.Todos los teatros están clausurados hasta al menos el 3 de abril. "Tenía que cantar óperas en el Teatro Comunal de Módena y luego en el Teatro Municipal de Piacenza. Y además me presentaba en una iglesia de Milán. Todo se canceló", dice Senn.

Pero su bitácora también iba fuera de Europa. "En junio y julio me iba a presentar en China y Corea con La bohème. Tampoco se hará. Al menos tengo algunos ahorros y tengo trayectoria, pero para los más jóvenes es aún más difícil", explica.

También a una hora de Milán vive el compositor chileno Manuel Contreras Vásquez (1978). Se mantiene gracias a un doctorado que cursa en Inglaterra, a una beca del fondo de la música de Chile y a sus creaciones. Un día antes del estreno de su composición Aswalaq en Milán, se emitió el decreto que prohíbe reuniones en el país.

"También debía estar este jueves (ayer) en la ciudad de Huddersfield, a 45 kilómetros de Manchester, para presentar otra obra. Así es que ahora mismo las estoy ensayando por Skype con los músicos que están en Inglaterra. Obviamente no creo que me devuelvan el pasaje de avión", dice el músico. "Lo triste de todo esto es que se trata muchas veces de composiciones que solo se tocan una o dos veces en la vida ante público", agrega Contreras, cuya esposa italiana dejó de ir a la oficina en Milán y lleva varios días trabajando en casa.

Aunque en Estados Unidos las medidas fueron en principio más lentas, ayer cambiaron de velocidad. Al director Paolo Bortolameolli (1983), quien es el conductor asociado de la Filarmónica de Los Ángeles, le anunciaron que todos sus conciertos se cancelaban hasta el 31 de marzo.

Bortolameolli ya había tenido un apronte con los estragos. "Entre los días 15 y 16 de febrero iba a presentar La canción de la tierra junto a Teatro Cinema en Hong Kong. No pudo ser", comenta.

En Viena (Austria), otro de los epicentros musicales de Europa, viven el pianista Cristián Leal (1984) y el tenor Leonardo Navarro (1985). El primero, como la mayoría de los pianistas, es independiente y sus ingresos son por presentación. El segundo pertenece a la Ópera de Viena, donde recibe un sueldo fijo, aunque la compañía cerró hasta abril.

"Hay prohibición de hacer reuniones sobre 100 personas en espacios cerrados. En la práctica no pude hacer cuatro conciertos. Deben ser alrededor de cuatro mil euros (tres millones 800 mil pesos) en remuneración. Pero hay que considerar que el costo de la vida es alto en Austria", dice Leal.

El tenor Leonardo Navarro hace referencia a la situación de compañeros: "Tengo colegas freelance de distintas nacionalidades y vi como se les caía la cara al enterarse de que ya no se haría El anillo de los nibelungos. Ensayaron semanas y semanas y de golpe y porrazo no hay ópera ni sueldo".

En Alemania, Francia y Suiza

Unos 700 kilómetros más al norte de Viena tiene residencia Álvaro Parra (1977), violinista de la Filarmónica de Berlín, tal vez la orquesta más prestigiosa del mundo. "El martes se canceló toda la actividad musical de la Filarmónica en el teatro hasta el 19 de abril, y se decidió que el concierto de este jueves se hiciera sin público, para transmitirlo por internet", cuenta Parra.

En las últimas semanas, cuenta, "había muchos más asientos desocupados en los sectores donde se sienta el público mayor, que está evitando riesgos".

Más hacia el sur de Alemania, Claudio Estay (1974) es el primer percusionista de la Ópera de Munich: "Los que tenemos contrato estamos protegidos, pero nuestros colegas freelance, no". Sobre el ambiente del país, explica: "Los alemanes no son tan dramáticos como los italianos o los chilenos; pero igual hay un ambiente extraño. En la noche hay poca comida en conserva en los supermercados; en la mañana la reponen", dice el músico de esta casa de ópera que clausuró sus actividades hasta el 19 de abril, aunque dará dos conciertos en streaming.

Otra orquesta que canceló este jueves sus conciertos hasta el 5 de abril es la Tonhalle de Zurich, donde Paulo Muñoz Toledo (1971) es cornista hace 18 años. "Un colega que iba a actuar como extra de la orquesta tenía fiebre, lo examinaron y dio positivo para el coronavirus. No podemos ni siquiera ir a nuestra sala por motivos de seguridad", cuenta.

Más hacia el oeste, en Francia, vive Erwin Aros (1982), cotizado haute-contre (tenor ideal para el Barroco) que trabaja en todas las óperas del país. "Estoy en mi casa, con vacaciones indefinidas. Está todo cancelado; de acá a junio no pasa nada", dice desde Montpellier, en el sur de Francia. A fines de abril iniciaba una gira por Polonia y China, incluida Wuhan, la ciudad donde nació el coronavirus. "Nos repetían del Ministerio de Cultura de China que no se cancelaba, pero ya la semana pasada el ministerio mismo estaba cerrado", detalla.

"París está bastante vacío, y en Venecia no hay ni un gato. Nadie tiene muy claro qué está pasando; estamos entre que es un delirio mediático y un asunto serio. En Francia la primera recomendación fue que no se congregaran más de cinco mil personas, luego el límite fueron mil y ahora están reduciéndolo a 500. Y si quieres ir al cine puedes ir, ¡pero tienes que dejar una butaca vacía a los dos lados!", revela Aros. b

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