Réplicas culturales a 10 años del 27-F

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Detalle del área restaurada con alta tecnología de Muerte al invasor de Xavier Guerrero.

El terremoto de 2010 puso en peligro a 98 bibliotecas públicas, museos de Talca y Santiago, y a tres murales que México donó a Chile. Aquí, los rescates más veloces y los que siguen pendientes.


Los 8,8° Richter del terremoto del 27 de febrero de 2010 tuvieron consecuencias devastadoras en las dos columnas vertebrales de la institucionalidad cultural del momento: las redes de bibliotecas y de museos. Entonces, ambas dependían de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos (Dibam), servicio que hace dos años fue absorbido por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

De las 440 bibliotecas públicas que había, 98 fueron dañadas. Doce fueron pérdidas totales. Mientras el mar se llevó las de Juan Fernández, Pelluhue y Tirúa, hubo derrumbes en Talcahuano, Lota, Curepto, San Javier, San Pedro de Melipilla y Rengo.

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La biblioteca Daniel Defoe funciona en una oficina de Conaf, en Juan Fernández.[/caption]

A sólo horas de la tragedia, el panorama era singular: decenas de voluntarios rescataban libros entre los escombros, liderados por los jefes de esas pequeñas bibliotecas. El caso de Constitución es impresionante; el encargado de la biblioteca, Ángel Bravo, perdió en la madrugada de ese sábado su casa por el maremoto, pero el lunes ya había vuelto a abrir, ofreciendo hasta Internet a la comunidad. En 2010, la biblioteca era el único punto de conexión a Internet en una de cada tres comunas del país.

Seis meses después del sismo, sólo ocho bibliotecas seguían cerradas y la gran mayoría había vuelto a funcionar, aunque fuera en escuelas o juntas de vecinos, incluso en sitios como Talcahuano y Robinson Crusoe. Sin embargo, una de ellas todavía no tiene casa propia, a 10 años del 27-F: la Biblioteca Daniel Defoe, de Juan Fernández, aún opera en la sede local de CONAF, donde se instaló en abril de 2011.

Sólo dos bibliotecas regionales sufrieron grave daño en 2010; la Santiago Severín, en Valparaíso, y la del Maule, en Talca. Su suerte ha sido disímil. El edificio de 1919 que acoge a la primera reabrió a fines de 2011, después de una recuperación arquitectónica liderada por la U. Católica de Valparaíso y con una inversión total de $ 213 millones financiados por la DIBAM y el Consejo de la Cultura. La Biblioteca Regional del Maule, en cambio, abandonó el inmueble municipal en que operaba, después del 27-F, pero en agosto de 2010 reabrió como punto de préstamo en otro sitio, y hoy en día opera en la oficina local del Servicio del Patrimonio.

Casa de la Independencia

Dentro de la red de 23 museos regionales y especializados de la DIBAM, fue emblemático el caso del Museo O'Higginiano y de Bellas Artes de Talca, antes conocido como Casa de la Independencia, porque allí se firmó el acta en 1818. Había sido restaurado integralmente el año anterior, pero la edificación de adobe de 1790 no resistió y se derrumbaron algunos muros, quedando estructuralmente debilitado.

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Ya se completó la reconstrucción gruesa del Museo O'Higginiano. El daño en 2010 fue severo.[/caption]

Todos estos años sus encargados han publicado investigaciones y organizado exposiciones itinerantes, porque sigue cerrado. Recién en 2018 se iniciaron los trabajos gruesos de reconstrucción, con una inversión, por parte del Gobierno Regional del Maule, de $ 1.100 millones. "Es de los museos regionales que tuvo más daño en 2010. El Servicio Nacional del Patrimonio ya está trabajando en su museografía, para ser inaugurado el primer semestre del 2021. Es un proyecto importante, de $ 900 millones", adelanta Emilio de la Cerda, ministro (s) de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

Particularmente severos eran los daños en el Museo Nacional de Historia Natural, que estuvo cerrado por dos años. "Se encuentra en serio estado de riesgo, con otro temblor fuerte, podría colapsar el hall central", declaró en agosto de 2010 a Culto Claudio Gómez, su director hasta el año pasado.

Se realizaron intervenciones por cerca de $ 400 millones entre 2010 y 2012, cuando volvió a abrir parcialmente. Pero su segundo piso lleva diez años cerrado al público.

"A la fecha, tiene materias estructurales pendientes. Estamos afanados en la tarea de que sea completamente habilitado, por el valor de la colección, del edificio y por la relevancia que tiene para la comunidad. Trabajaremos primero en la recuperación estructural y luego el tema del depósito, que está en su límite", revela De la Cerda.

La solidaridad mexicana

Mucho más rápido resultó el rescate de los tres valiosos murales que México donó a Chile, y que también son monumentos nacionales: Muerte al invasor de David Alfaro Siqueiros y De México a Chile de Xavier Guerrero, instalados en la Escuela México de Chillán, tras el terremoto de 1939, y Presencia de América Latina de Jorge González Camarena, creado en la Pinacoteca de la U. de Concepción, después del sismo de 1960.

Los dos primeros habían sido reinaugurados tres meses antes del 27-F, gracias a una millonaria restauración por parte de especialistas aztecas, y el sismo de 2010 los perjudicó gravemente. A través de la cooperación internacional se reunió US$ 1.200.000, monto necesario para el rescate, y México envió a un comité de expertos liderados por Renato Robert Paperetti, quienes restauraron entre 2011 y 2012 estos dos murales y también el de la U. de Concepción, en un trabajo conjunto con especialistas chilenos de la ex Dibam.

Desde entonces, están abiertos. "Ha aumentado el interés por conocer estos murales; el año pasado los visitaron más de 6 mil personas", asegura el alcalde de Chillán, Sergio Zarzar. "Su esencia es el hermanamiento de dos países distantes geográficamente, pero unidos por la cultura, la historia y las tragedias", agrega.

"El mural Presencia de América Latina está en óptimas condiciones. Es parte de la identidad de Concepción, un icono obligado de todo visitante, recibimos un promedio de 6.500 visitas al mes", comenta Rodrigo Piraces, director de la Pinacoteca de la U. de Concepción.

"El trabajo de restauración de los murales fue notable. La situación del fresco de Guerrero era dramática; el plafón de la escalera se cayó en un tercio de su superficie, y los pedacitos eran de centímetros. Fue dun trabajo de un nivel técnico elevadísimo, que honró la historia de cooperación que siempre ha existido entre México y Chile", cierra Emilio de la Cerda.

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