La vida privada de Annie Ernaux

El caso de Annie Ernaux es paradigmático: una escritora que viene publicando hace años en diversas lenguas y que es conocida en su país. Sin embargo, ahora se convierte en una precursora, en la maestra de una generación de autores franceses que la veneran, entre otros, Emanuel Carrere, Virginie Despentes y Édouard Louis.


Descubrir a Annie Ernaux ha sido un hallazgo. Sus libros me han abierto zonas que desconocía de las mujeres. Su trabajo autobiográfico posee una dimensión estética y política que la convierten en una lectura singular. Es difícil quedar indiferente al encontrarse con su vida expuesta con claridad y rigor. Cuenta episodios íntimos, pero el enigma que envuelve a su persona no se acaba al leerla, más bien se incrementa. Tiene un tono literario que cautiva, directo y sin estridencias. Sigo sus palabras con naturalidad, me olvido que leo. Reconozco que hay una tensión sexual que emana de su estilo.

El caso de Annie Ernaux es paradigmático: una escritora que viene publicando hace años en diversas lenguas y que es conocida en su país. Sin embargo, ahora se convierte en una precursora, en la maestra de una generación de autores franceses que la veneran, entre otros, Emanuel Carrere, Virginie Despentes y Édouard Louis. Se acaba de ganar el Premio Formentor, que dan los editores europeos, lo cual la ha puesto en la pauta de los medios. Los periodistas la tratan con especial respeto, como a una mujer de carácter especial, a la que no se puede interrumpir. Dice frases sinceras y elocuentes: "Mis libros se basan en la memoria, una memoria que es a la vez personal y social, porque pone voz y rostro a las cosas cotidianas de una época". O confesiones inesperadas, si consideramos que La mujer helada es un texto clave, ejemplar, para las mujeres liberadas: "Hasta no hace mucho, el feminismo que exploro en mis libros inspiraba sobre todo incomprensión y condescendencia". En las fotos que ilustran los reportajes se ve mayor y se nota que fue muy sexy antes. Busco sus fotos en Google y no me equivoco.

Annie Ernaux escribe de problemas personales, los tematiza. El matrimonio y el divorcio, el aborto, la enfermedad de su madre, la pérdida de la virginidad, el deseo compulsivo. Así toma distancia de lo personal y lo transforma en algo que implica a otros. Siempre busca describir la situación con detalle, desde el costo de la vida hasta las casas y barrios que habita. Dejar rastros de lo que ve e intuye que desaparecerá es su premisa. Es proustiana en el sentido más profundo. Explora el paso del tiempo con una perspectiva elegida para cada situación. En Memorias de chica cuenta su adolescencia desde su posición de mujer mayor, que a estas alturas desconoce a la joven que fue. Entonces se pone a investigar para activar sus sentimientos y determinar la pesquisa. El texto que emana de ese contrapunto es vital y esclarecedor.

La prosa despojada y clara de Ernaux tiene breves momentos en que escapa hacia las derivas de sus reminiscencias. Ella explica con exactitud: "Siempre he querido escribir de forma áspera, sin poesía, para proteger la precisión del relato, para mantener un complejo equilibrio entre la idealización del pasado y la autocomplacencia por lo pobres que éramos". Esto llega a su mayor expresión en El siglo, considerada su obra principal. Es un libro en el que configura un nosotros que narra desde el fin de la guerra hasta la actualidad. Ese nosotros se escinde en un yo femenino que sostiene la historia al revelar los instantes y presencias que la rodearon.

Entre sus lectores las preferencias son menos taxativas. A mí me gusta Pura pasión, el testimonio de la pasión esclavizante que sintió hacia un hombre mediocre e imposible, un tipo casado y de pésima catadura, pero que sin embargo la tiene tomada. Vive para él por un tiempo, lo espera con devoción, lo necesita físicamente. Causó conmoción cuando fue publicado en 1992. No abundan las escenas eróticas. Es la historia de la espera ansiosa, de las fijaciones y contrariedades de una mujer que se ve poseída hasta la médula. Que sufre y goza de esa atmósfera existencial.

Estos últimos meses habrían sido crueles sin la compañía de Annie Ernaux. Trato de encontrar material acerca de ella y hay poco. Una amiga francesa me contó cómo rescata objetos, palabras, espacios arquitectónicos y ambientes de la provincia estrecha, campesina, en extinción. Estoy seguro que viene de la tradición de Stendhal, esa que indaga en el yo y estudia el amor. Aunque he leído todo lo que he encontrado, creo que recién comienzo a conocerla. Quiero saber más de sus heridas, de su fascinación por las fotos y el desenfreno. Siento que es frágil y feroz. Su talento consiste en hacer visuales, casi táctiles, las emociones. Confío en que tengamos una relación larga.

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