Candy: el amor desnudo de Iggy Pop

iggy pop

El eterno vagabundo se cansó de vivir de prestado y en 1990 clamó por la necesidad de tener una casa y reencontrarse con un amor adolescente. Acá la historia de cómo Iggy Pop se alejó de la sombra de David Bowie, llegó a los rankings y se puso ligeramente romántico sin que una mísera camisa se interpusiera en su camino.


Hagamos un poco de historia para contextualizar: primero fue el hombre, luego la rueda y, por último, Iggy Pop. Y después llegaron todo el resto, pero atrasados y jadeantes. Mientras Johnny Rotten coloreaba sus primeros libros de cuentos y Dee Dee Ramone aprendía a andar en bicicleta, el señor James Newell Osterberg Jr. estaba ya dedicado a otros menesteres. Ya se sabe, actividades cotidianas como cortarse la piel en el escenario, desafiar públicos hostiles y crear la verdadera banda sonora de la era industrial.

https://culto.latercera.com/2019/08/30/lust-for-life-iggy-pop/

"Cuando estaba en 4° año, nos llevaron a una planta de montaje de la Ford en Detroit y tenían una máquina que cuando hacía piezas de metal hacía un estruendo… BOOOOM!... Me encantaba ese estruendo", comentaba en Gimme Danger de Jim Jarmusch para referirse a cómo surgió el sonido de su banda The Stooges. Aunque la onomatopeya sirve, mejor acercarse al debut homónimo de 1969 y complementarlo con algún registro de la época, donde un cantante semidesnudo, bailando "como un chimpancé antes de pelear", berrea que quiere ser tu perro.

"Después de un apocalipsis nuclear sólo sobrevivirán las cucarachas. Y Cher" dice un chiste que, de tan bueno, lo ha repetido la misma cantante. Ahora, en plan de repoblar la tierra no olvidemos a Iggy Pop que bien se puede aparecer entre los escombros. Porque sigue en pie y presentando nuevo disco, incluso. ¿Es que no han visto su clásica foto de 1972 con David Bowie y Lou Reed donde, peleando con la lucidez, muerde una cajetilla de cigarros? Con tristeza y dolor, por supuesto, ¿tenemos que recordar quién sigue entre nosotros todavía?

https://www.youtube.com/watch?v=vwmU343eBu0

Contextualizando, aquellos eran los tiempos en que Bowie rescataba discográficamente a sus héroes, produciéndolos. Si con Reed el éxito fue instantáneo con Transformer (RCA, 1972), en el caso de "La Iguana" tomaría un lustro, botellazos en escena clínicas y Berlín, para entregar dos clásicos: The Idiot (RCA, 1977) y Lust for Life (RCA, 1977).

La década posterior, con Bowie de superestrella mundial, tendría a un Iggy más limpio que intentó de todo y le acertó poco. Hasta que el recuerdo de un amor de adolescencia cambiaría las cosas.

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Iggy Pop.[/caption]

Fue hace 20 años…

La chica del vestido azul en la barra evita mirar al hombre solo de la mesa. Tampoco fija su vista en él cuando canta arriba de ese escenario instalado, al parecer, en algún bar de Twin Peaks. Así, de gala, Kate Pierson recuerda ese amor inconcluso ("Well, it hurt me real bad when you left/I'm glad you got out, but I miss you"), pero no olvida el sufrimiento ("I've had a hole in my heart for so long/I've learned to fake it and just smile along"). También elegante con su mejor jeans roto y ni asomo de una camisa, Iggy Pop recuerda ("Beautiful girl from the North/you burned my heart with a flickering torch") y ajusta cuentas con su novia de adolescencia.

https://www.youtube.com/watch?v=6bLOjmY--TA

Había sido una década extraña la de los 80s para Iggy Pop. Liberado de los excesos y la semi indigencia de los 70s, el único disco que había tenido ligero éxito había sido Blah blah blah (A&M, 1986), que como era de suponer tenía a David Bowie detrás. Es más, sus únicos réditos económicos provenían de las versiones que había hecho el Duque Blanco para canciones como "China Girl" o "Tonight".

Como cuenta su biógrafo Paul Trynka en Open up and bleed (Sphere, 2007), en 1989 el escenario no era positivo para Iggy Pop. Después de las decepcionantes ventas de Instinct (A&M, 1988), la convicción de la industria era que estaban frente a un desquiciado que siempre había hecho lo imposible por sabotearse. Según el mismo cantante: "Tenía una reputación terrible en Estados Unidos. Algo entre (el humorista) Andy Kaufman y un asesino serial".

Brick by brick (Virgin, 1990), entonces, tenía mucho de apuesta, en un momento en que su título nobiliario de "Padrino del Punk" poco atractivo tenía en un mundo dominado por Bon Jovi o Poison. La ayuda de sesionistas como Kenny Aronoff y fans famosos como Slash y Duff McKagan, junto a un productor en ascenso como Don Was (Bob Dylan, The B-52's), permitieron que el acento estuviera en el músico por sobre el performer, con unas canciones (compuestas en solitario la mayoría), mostrando a un hombre en sus cuarentas anhelando un hogar en "Home" y rememorando un amor adolescente en "Candy".

https://www.youtube.com/watch?v=CA1s6iJjt34

"Me acordé de mi relación con Betsy y dije 'seamos justos. Dejemos que la chica cuente su parte'", decía Iggy al Pittsburgh Post Gazette comentando el inédito dúo en su carrera. Allí explicaba también la elección de Kate Pierson de The B-52's para representar ese personaje ingenuo y de pueblo que tenía en mente al escribir la canción. Una página de su adolescencia que, en su video, mostraba a dos amantes anhelantes, dolidos por la pérdida, pero evitando el contacto corporal. Como quienes se extrañan sin reencontrarse jamás.

Con un hermoso video en tonos azules y una letra desprovista de su clásica imaginería (ya se sabe, gusto por la destrucción propia y ajena), "Candy" logró un impensado puesto 28 en el ranking de Bilboard y un disco de oro para Brick by Brick. Acompañando la desnudez física con la emocional, Iggy Pop comenzaría perfecto la década que le traería el homenaje repetido de la generación grunge y punk, el reencuentro con The Stooges e, incluso, una inducción al Rock and Roll Hall of Fame a la que asistiría, por supuesto, semidesnudo.

https://www.youtube.com/watch?v=CqIgJWZKlJo

Todos necesitamos un hogar

Iggy Pop no especula. Jamás lo ha hecho. Y no esperen que comience en medio de su gira sudamericana, tocando después de unos fans llamados The Libertines. Es Octubre de 2016 y el clima es primaveral fresco, pero con Iggy aunque sea invierno en Siberia: si se entra al escenario tiene que ser formalmente descamisado.

La cita es la primera de su historia en Chile y "La Iguana" entra furibundo como si lo hubieran tenido amarrado viendo una maratón de matinales. Y así, da el vamos con "I wanna be your dog" a la que sigue "The Passenger" y como para darte el golpe final "Lust for life". No han pasado ni 15 minutos e Iggy Pop ha agotado casi todos sus hits y no le importa. Además, se ha movido más que todos nosotros durante la temporada pasada y no tiene signos de pedir la hora, precisamente.

Quitémosle un poco de poesía rockera y digamos que el estado físico del Señor Osterberg no proviene solamente de su pacto con el demonio, sino de una rutina que desclasificaba para The New Yorker el año pasado. Ello implica (lo lamento, románticos) un ritual de 8 a 9 horas previo al show donde no habla con nadie, hace ejercicios de meditación y respiración, practica Chi Kung y se sienta a esperar el show. Todo ello sin una gota de alcohol en su organismo.

Como decía el sitio Pitchfork a propósito de Free (Caroline, 2019) su apacible último disco, pareciera que, tácitamente, el mundo ha aceptado que existe una línea que separa al tranquilo Jim Osterberg del salvaje Iggy Pop. Mal que mal sigue en pie con 72 años y contando, cuando otros ya se están retirando a duras penas de los escenarios. Será el rock, la buena dieta, el ajuste de cuentas con el pasado o tener un hogar. Que, como dijo Iggy en los tiempos de "Candy", todos necesitamos uno. Incluso él.

https://www.youtube.com/watch?v=0A9binTPMKU

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