Tita Merello: historia de la gran diva argentina

tita-merello-1920
Tita Merello.

Conocida por haber adaptado la famosa canción "Se dice de mí", Tita Merello fue una vedette, cantante y actriz argentina, quizá la más completa de la farándula que haya existido en el país trasandino. Admirada por Eva Perón y por figuras como Moria Casán y Susana Giménez, hoy es un referente obligado de la cultura argentina y objeto de variados homenajes cada tanto.


La primera vez que supe algo de la gran Tita Merello, una de las grandes figuras femeninas que ha dado la cultura argentina, no sabía quién era. Y es que esto sucedió hace casi veinte años cuando aún vivía en Chile y escribía una nota para una revista que ya no existe. Mi idea era abordar lo que contaba más o menos Joan Jara en su libro Víctor Jara: un canto truncado, es decir contar la experiencia como director teatral de Víctor Jara. Recuerdo que entrevisté a Humberto Duvauchelle y luego a Bélgica Castro y a Alejandro Sieveking. Todos coincidían en la importancia de Jara como director de teatro, poniéndolo a la par con Pedro de la Barra. Su primera obra fue Parecido a la felicidad (1959), que contó con la dramaturgia de Sieveking y que llegó a dirigir por casualidad. Joan Jara recordaba así esta obra: "Cuando llegué aquí [Chile], encontré el teatro tan acartonado, tan antiguo. Ese fue un montaje fresco de verdad. Era natural, sin esa retórica".

https://culto.latercera.com/2019/06/17/murio-beatriz-salomon/

Víctor Jara estudiaba actuación en el Instituto de Teatro de la Universidad de Chile (ITUCh), pero pronto se pasaría a dirección, el empujoncito se lo dio esta obra de teatro, que pasó a la cartelera del ITUCh y más tarde fue en gira por toda Latinoamérica. Hay muy pocos registros de esa gira, pero, como me dijo Bélgica Castro, Tita Merello "quería mi papel en la obra en Buenos Aires". Esa vez fue la primera vez que escuché su nombre. Con el tiempo y, sobre todo, con mi llegada a Buenos Aires, desconocer quién era ella resultaba casi imposible, porque es la vedette, cantante y actriz más completa que ha dado la farándula criolla. Por eso cuando se presentó Parecido a la felicidad en esta ciudad, el hecho de que, como contaba Bélgica Castro, Tita y su expareja, el actor cómico Luis Sandrini, sacaran a pasear a Víctor Jara en su auto fuera un hecho que recordé cuando ya vivía en Buenos Aires.

Merello o la Morocha Argentina, como le decían, nació a comienzos del siglo XX en un conventillo que queda a ocho cuadras de donde actualmente vivo, en el barrio de San Telmo, casi al llegar a calle Chile y sobre calle Defensa, donde se realiza semana a semana la popular feria de los domingos. Quizá muchos turistas chilenos hayan pasado por lo que fuera su casa. Tita Merello era de origen humilde, por lo que desde los trece años trabajó y lo hizo en lo que fue su vocación, el teatro. Hasta los dieciséis fue analfabeta, y en términos generales fue una autodidacta, es decir cantó porque se atrevió a cantar y popularizó en los años 40 el tema "Se dice de mí", que años después reviviría con la teleserie colombiana Betty, la fea. A Carlos Gardel no le gustaba su voz, y ese disgusto quizá estuviera motivado porque lentamente Tita se fue metiendo en el masculino mundo del tango.

[caption id="attachment_118171" align="alignnone" width="1337"]

Tita Merello.[/caption]

Pero antes de su debut en el teatro, su madre enviudó y volvió a casarse, lo que implicó un cambio de domicilio a la mítica calle Corrientes. Claro que en 1916 esa calle no era lo que es hoy, llena de teatros y de espectáculos, sino una en donde había muchos "piringundines" o cabarets. Según escribe Edgardo Cozarinsky en Disparos en la oscuridad (Ediciones UDP), en los años 30 había cabarets en toda la zona rodeaba al recién inaugurado Obelisco: "El Casanova y el Marabú estaban enfrentados en la calle Maipú entre Corrientes y Sarmiento, el Bambú en Corrientes y Maipú… Del otro lado del Obelisco, en Corrientes entre Libertad y Talcahuano, se hallaba el Tibidabo, y más allá, en Paraná entre Corrientes y Lavalle, el Chanteclair…". La mayoría de estos cabarets persistieron hasta los 50, cuando calle Corrientes empezó a convertirse en lo que es hoy.

Precisamente en algunos de estos lugares debutó Tita Merello: en el teatro Bataclán y en los cafés de Avenida de Mayo, a pocas cuadras de Corrientes. En 1923 en Bataclán comenzó a cantar tango y un año después se integró como vedette en la revista ¿Quién dijo miedo?, que se presentaba en el Teatro Maipo. La propia Tita se encarga de señalar cómo fue este comienzo en una entrevista: "Ahí empezó. Pero no creas que fue por mi cara bonita, porque gracias a Dios fui una mujer fea, bajita, brava, insolente. Pero no de mal carácter".

Esta caracterización que hace ella la respalda Paco Jamandreu, el modisto de Eva Perón, quien cuenta que su paso por aquel teatro, que era el lugar del género frívolo de Buenos Aires, dejó su marca, de hecho una vez "salió al escenario del Teatro Maipo exhibiendo un escote explosivo con un cardenal sobre el hombro". Escote que después repetiría Eva. Claro, Tita Merello quizá no era, como ella misma decía, una mujer muy hermosa, pero sí era atrevida y frontal, capaz de desafiar a quien se le pudiera por delante.

En una década se fue consolidando como vedette, cantante y actriz. En 1933 protagoniza un importante filme para el cine trasandino: ¡Tango!, una especie de musical criollo que protagonizó junto a Libertad Lamarque, Luis Sandrini, entre otros. Casi todo el reparto era gente muy conocida en el espectáculo. Esta consolidación, sin embargo, se detuvo cuando formalizó su relación con Sandrini y abandonó su trabajo. En 1946 a Sandrini lo llaman de México para hacer una película y Tita lo acompaña; allí le ofrecen participar en una producción y ella acepta, convirtiéndose junto a Libertad Lamarque en las primeras en internacionalizar sus carreras.

En 1948 Sandrini y Tita se separaron: algunas versiones señalaron que fue porque ella no lo quiso acompañar a Europa a seguir proyectando su carrera y otras simplemente por los celos enfermizos de ella. En cuanto a la primera versión, la verdad es que al mismo tiempo los dos habían recibido ofertas para grabar películas, cosa que implicaba quedarse o irse de Buenos Aires, y Tita ya había abandonado lo suficiente su carrera como para desperdiciar esa propuesta. Pese a ello, ella nunca se refirió al tema y optó por respuestas como "Todo cumple un ciclo. Nuestra relación cumplió el suyo. No hay que mirar más allá".

Si bien escribió canciones, la que más la retrató fue una milonga que nació para ser interpretada por un varón en los 40 y que tempranamente adaptó para ella y cantó. Sin embargo sólo en 1954 la grabó, teniendo gran éxito: "Se dice de mí", era esta canción, cuya letra dice así: "Se dice que soy fiera, /Que camino a lo malevo, /Que soy chueca y que me muevo /Con un aire compadrón, /Que parezco Leguisamo, /Mi nariz es puntiaguda, /La figura no me ayuda /Y mi boca es un buzón". La canción es parte de la película Mercado de abasto (1955). Sin embargo, la personalidad de la letra la relativizó más tarde en una entrevista cuando dijo: "Yo me revestí para pelearle a la vida de prepotente. Yo habré sido en otra vida un perro. He vivido toda la vida añorando ternura. La ternura, me tratan bien y consiguen cualquier cosa".

https://www.youtube.com/watch?v=mfBW66KSSVQ

La década del 50, en todo caso, no fue buena para ella, ya que en 1955 vino un golpe de Estado, que instauró a la denominada Revolución Libertadora, cosa que implicó una censura para varios artistas que se habían identificado con el peronismo. Pese a que Tita no caía en esa definición, la censura también se le hizo extensiva a ella, y se vio obligada a exiliarse en México, donde Jorge Negrete le dio trabajo. Regresó a Argentina en 1958, cuando Arturo Frondizi asumió la Presidencia y la persecución a los artistas había aflojado. Como ven, también se vivió un macartismo en Argentina. A esta Tita Merello se encontró Víctor Jara, esta era la actriz que quería robarle el papel a la joven Bélgica Castro. Sin embargo, el relato de la actriz chilena suena poco verosímil, dada la separación que había sufrido la pareja diez años antes, el matrimonio posterior de Sandrini, y dado que Tita se resistió a tener una relación amistosa con él, aunque claro no podemos descartar que ambos —Tita y Víctor— sí se hubieran juntado.

Con el tiempo fue copando ya no sólo el canto, el teatro y el cine, sino la cultura trasandina, por eso se animó incluso a declamar unos versos que desafiaban a Borges y su costumbre por incluir cuchilleros y malevos en sus cuentos. El poema se titula "Soneto a un malevo que no leyó a Borges", fue escrito por Luis Alposta y dice así: "No recibió la herencia del cuchillo /y con la droga reemplazó al coraje; /se enroló en el moderno malevaje /de inconscientes con dedo en el gatillo".

https://www.youtube.com/watch?v=C6GQK1ji1B8

Con los años Borges y Tita coincidieron –aunque por separado– en un famoso programa de televisión conducido por Juan Alberto Badía, donde la entrevistaron ya con más de ochenta años. Marisa Badía, hermana del conductor de TV, recordó años después que "solamente con Borges y con Tita Merello se produjo ese clima de silencio sepulcral, y que vinieran de todos los sectores del canal a escucharlo". Y es que Borges había estado en el programa a fines de 1985 y Tita en 1987. Curioso, pero algo más uniría póstumamente a estas dos figuras de la cultura argentina: María Kodama, viuda de Borges, se fue a vivir muy cerca de donde lo hizo Tita, en Barrio Norte, sobre la calle Rodríguez Peña.

https://www.youtube.com/watch?v=dIPqZlrjPxE

Entre 1985 y su muerte se dice que vivió recluida, salía casi exclusivamente para ir a la iglesia (se había vuelto creyente) y a uno que otro evento social. Sin embargo, en 1992 Susana Giménez se las arregló para que fuera a su programa junto a la viuda de Sandrini. Y ahí Tita, primero sola, incomodó a Susana, cuando ante el anuncio de que en el set iban a juntarse dos personas importantes, ella de inmediato la corrigió diciéndole: "Sí, pero ya te dije que la palabra importante no me gusta", lo que hizo que el encuentro con la viuda de su ex se atrasara más de lo que Susana hubiera querido. Estaba claro que ahí el mando lo tenía Tita Merello.

A esta altura de su vida la relevancia de esta diva ya ha quedado asentada. Su muerte y los homenajes que vinieron antes y después sólo lo confirmaron: documentales, ciclos de cine de sus películas (curiosamente un canal de TV eligió la década de los 50), el estreno en 2017 de la película de Yo soy así, Tita de Buenos Aires y más recientemente Flor de la V en el Súper Bailando 2019, de Marcelo Tinelli, le rindió otro homenaje.

Y por si todo esto fuera poco, en la novela Montserrat (2006), del prestigioso crítico y escritor Daniel Link, hay una gata que se llama Tita Merello, lo que demuestra que su nombre —o más que su nombre— ya había llegado a la literatura, porque no es una gata sin importancia, sino que es una que desaparece y es un motor de la historia de la novela. "Esta mañana, cuando nos despertamos", escribe Link, "descubrimos que Tita Merello había desaparecido de casa. Habitualmente le dejamos la puerta-ventana que da al balcón entornada, para que ella pueda salir a mirar la calle y el cielo, porque nada debe resultar más tedioso para un animal (pienso) que tener siempre un techo sobre sí". Tita Merello encarnada en una gata de una novela sin duda que es algo que la misma diva jamás pensó, pero que sirve para entender su importancia.

Por último, si hubiera una figura que describiera aún mejor a esta diva esta no podría ser otra que la de Diego Maradona. Y es que con Maradona, Perón, Borges y Tita Merello se puede tener una idea bastante aproximada de eso que llaman argentinidad.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.