Lacerante y explícito: la leyenda de Lil Peep

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Lil Peep.

Desde la tumba, el estadounidense sigue siendo una de las figuras capitales del universo del trap. La aparición del documental Everybody's everything lo revela en toda su complejidad y le da nuevos matices a su legado.


Todo fue rápido. Lil Peep parecía destinado a renovar y dominar el juego del trap, pero el 15 de noviembre del 2017 murió de una sobredosis accidental en pleno boom de su breve carrera. Había pasado solo tres de sus 21 años activo en la música y tenía una decena de sustancias en el cuerpo cuando lo encontraron sin respiración en su bus de gira. La noticia rompió el corazón de una audiencia que aun así no deja de crecer. Hoy su leyenda cobra aún más fuerza con la salida de un documental tan emotivo como sus atribuladas canciones.

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Para neófitos con ganas de conocer a uno de los artistas esenciales de esta década, Everybody's Everything es el acercamiento perfecto a Lil Peep. Una mirada que humaniza al chico de pelo teñido y tatuajes hasta en la cara, al personaje construido a base de letras maximalistas sobre la depresión y la ansiedad, al piante que nunca estaba sobrio. En el fondo, lo que proyectaba se debía a que siempre se sintió marginado. Tras una infancia marcada por el bullying y el divorcio de sus padres, Peep quedó con secuelas que ni siquiera le permitían disfrutar su éxito. Estar rodeado de gente solamente lo hacía sentir peor.

Cada generación necesita a sus héroes atormentados, y Lil Peep se posicionó en ese lugar desde la subida de sus primeros temas a SoundCloud, plataforma donde se convirtió en un emblema de lo que la prensa gringa llama "SoundCloud rap", básicamente una forma híbrida de trap donde hay amplio margen para la experimentación. Hace menos de dos semanas, un ilustre de la misma camada, Juice WRLD, murió en la que también se presume como una sobredosis accidental y por las redes circuló una de sus letras prediciendo su deceso. En el caso de Lil Peep, no era una ni dos ni tres: siempre escribía sobre morir joven.

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Para musicalizar sus dolores, desarrolló una estética de baja fidelidad en la que aunó con fluidez su gusto por el trap y el punk pop. El documental destaca su habilidad para sacarle trote a precarios equipos y sonar bien siempre. "No sé lo que hago", sale diciendo Peep en una entrevista, refutado de inmediato por uno de sus cercanos, quien delata la existencia de un método tras su locura, aunque confirma que no necesitaba lujos para grabar la música con la que una nueva generación lo celebra como si fuese la segunda venida de Kurt Cobain, probablemente el músico con el que recibe más comparaciones, pese al espanto de los puristas.

Por cierto, la influencia del líder de Nirvana es palmaria. Una de las canciones más ilustrativas del estilo que cultivó lleva por título 'Cobain'. En su lacerante y explícita letra, centrada en la imposibilidad de amar y salpicada de referencias al abuso de sustancias, Lil Peep rima el apellido del dios grunge con la palabra dolor (pain) encima de un beat que samplea a Owen, el proyecto de un ícono de la música emo, Mike Kinsella.

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Lil Peep.[/caption]

En otro frente, Everybody's Everything opera como una advertencia acerca de la crueldad del precarizado negocio musical y los buitres que rodean a los artistas. Lil Peep ni siquiera tuvo un asesor que le explicara qué clase de contrato discográfico había firmado. De seguir vivo, probablemente estaría en aprietos económicos por su forma desmedida de gastar dinero que no se iba en autos ni bling bling, sino en mantenerlo drogado y sustentar las necesidades del elenco rotativo de chupasangres que fagocitaba de su éxito.

Resulta decidor que haya muerto solo y desatendido. Por horas, nadie se preocupó de chequear por qué no se movía. Sus parásitos estaban acostumbrados a que se metiera de todo hasta quedar inconsciente. Desde luego, ninguno le paró la mano porque eso le hubiese puesto fin al carrete. Mientras otros drenaban su energía, Peep se sentía ansioso y presionado. No solamente debía ser fiel a sus principios, de afinidad punketa y anticapitalista, sino que también cargaba mochilas ajenas: al sentir contención en sus canciones, muchísima gente se le acercaba a compartir sus problemas o pedirle ayuda.

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Según su familia, clave en el documental, sobre todo el estudioso abuelo que fue su figura paterna y que lee las hermosas cartas que le escribía, la identificación de Lil Peep con los outsiders no solamente era genuina, sino que lo definía como persona desde muy temprana edad. Entre parias estaba en su salsa, de ahí que le resultara fácil desenvolverse en el underground de Los Ángeles o vivir en comunidad con otros parias. La música era lo único que le importaba. Como prueba de su pasión, los videos de uno de los lugares que arrendó en patota, donde se ve que todo su patrimonio era un colchón tirado en una esquina. El resto del espacio lo usaba como sala de ensayo, estudio de grabación y escenario de shows caseros.

El score de Everybody's Everything fue compuesto por Patrick Stump, líder de Fall Out Boy, una de las bandas favoritas de Lil Peep. No es el único homenaje que recibe de sus dosmileros ídolos: Good Charlotte grabaron un cover de "Awful Things", una de las canciones más emblemáticas de una profusa discografía repartida entre colaboraciones, singles, material solo de Soundcloud, mixtapes y epés. Con todas las rimas que dejó grabadas, su catálogo póstumo de seguro se engrosará. Solo queda esperar que sus legatarios sean más criteriosos que las pirañas a cargo de las obras de 2Pac o XXXTentacion.

https://www.youtube.com/watch?v=nV7qfPcyaXQ

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