Roxette: vestidos para triunfar

Roxette.

Fueron la banda más exitosa de Suecia después de ABBA. Con cuatro números 1 en los Estados Unidos ("The Look", "Listen to your heart", "It must have been love" y "Joyride") anticiparon el europop que luego desarrollarían bandas coterráneas como Ace of Base o genios de los charts como Max Martin. El dúo Roxette, sin embargo, resulta incluso más que eso, porque es un ejemplo de la trayectoria básica de las estrellas de rock, desde el ámbito local al nacional y luego al internacional, en una carrera que no estuvo falta de trastabillones.


Cuando el dueto compuesto por Per Gessle y Marie Fredriksson lanzó su segundo álbum, Look sharp!, en Suecia en 1988 ambos integrantes ya llevaban una carrera camino a las famas personales desde su original Halmstad, un pequeño pueblo de menos de cien mil habitantes en el sur de la península escandinava. Él, Per, era un "teenybopper" (según el slang anglo, un pequeño adolescente que sigue al pie de las letra las modas de la música y el vestuario) que había logrado cierto renombre con su banda Gyllene Tider desde inicios de la década; y ella, Marie, había logrado un éxito consistente en el país como artista en solitario. Look sharp! fue un bombazo para la sucursal sueca de EMI, por lo que los dignatarios de la compañía ofrecieron la placa a EMI-Europa, que se mostró algo motivada en catapultar la dupla más allá de los límites de su nación, y también a EMI-America, que no mostró ningún interés por el disco.

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Entonces, como en muchas historias de ascensos meteóricos al estrellato, la promoción del LP fue de abajo hacia arriba. Como documenta Robert Burnett, uno de los mayores especialistas mundiales en la industria musical global, en un artículo para la revista indexada Popular Music de 1992 —"Dressed for success: Sweden from Abba to Roxette"—:

Un estudiante de intercambio estadounidense de secundaria en Suecia se llevó el álbum a casa con él y durante varios meses molestó a los discjockeys locales en Minneapolis para que interpretaran a Roxette. En enero, los DJ comenzaron a tocar el sencillo "The Look" y las cosas despegaron desde allí. Se convirtió en un éxito de culto y las estaciones de radio comenzaron a copiarlo y reproducirlo ya que el disco no existía en los Estados Unidos. EMI aprovechó la oportunidad y gastó 135.000 dólares en un nuevo video. Dos meses después, el 29 de marzo de 1989, "The Look" ocupó el puesto número uno en las listas de Billboard y se aseguró una carrera internacional.

Luego vendría casi una veintena de singles en el Top 40 en Inglaterra y guarismos similares en los cinco continentes, amén de la idea de que había llegado la banda sueca que recogía el testimonio, como en una carrera de postas, de los famosísimos ABBA. El mismo Per, comparando a ambas agrupaciones, había contado en The Billboard book of number one hits (Bronson, 1997) que: "Pienso que la gran diferencia entre Roxette y ABBA es que nosotros estamos mucho más orientados a la música rock de lo que era ABBA".

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Roxette.[/caption]

De lo local a lo global

A mediados de la década de los ochenta la industria musical sueca estaba pasando por diversas pellejerías. Luego del éxito planetario de Agnetha Fältskog, Björn Ulvaeus, Benny Andersson y Anni-Frid «Frida» Lyngstad (la sigla que forma ABBA), a partir de un batatazo en Eurovisión a mediados de los setenta, dicha industria se había fortalecido. Pero ahora los tiempos no eran buenos. Sus tres compañías productoras de discos más importantes, Metronome, Elektra (con base en los Estados Unidos) y Sonet habían sido fagocitadas por las "seven sisters", las transnacionales del disco, y las decisiones comerciales y de lanzamientos se teledirigían desde el resto del primer mundo. ABBA había sido una flor de un día y Warner, BMG y Polygram, las compañías que ahora controlaban todo, no estaban muy atraídas por tratar de exportar el pop sueco quedándose la producción de artistas del país en el mercado interno al nivel de solo un 9% de las placas lanzadas en suelo escandinavo, como documenta Burnett (1992).

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Entonces se dio lo que Simon Firth denomina "el ascenso de las estrellas del rock" en un documento de 1988. Esto es, una carrera que va desde el origen local hasta el estrellato global. Como en una prueba de cien metros vallas o una gymkana, los artistas que alcanzan las cimas de los charts mundiales suelen batírselas con primero aquilatar un éxito local, luego nacional y finalmente internacional. Los modos en que esto sucede son variados, pero en ello juegan un papel tanto la gran industria como la escena independiente.

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Roxette escaló a la fama siguiendo cuidadosamente ese patrón. Con una música que por largos pasajes tributa a lo mejor del power-pop, consiguieron ampliar su círculo de fans más allá de las fronteras de su pueblo natal, llegando incluso a grabar temas en castellano en su disco "Baladas en español" de 1996, donde a cargo de las traducciones de las letras estuvo el infatigable Luis Gómez Escolar.

Esto dio pie a que la industria viera a Suecia como una potencia en la producción de hits, amparado en que ya se trataba de uno de los mercados de mayor consumo de discos, y daría espacio al surgimiento de otras bandas superventas como Ace of Base y, sobre todo, a la irrupción de genios productores como Max Martin que, con 22 Top 1 del Billboard a la fecha y siendo la espalda compositiva de estrellas como Britney Spears, Backstreet Boys o NSYNC formaría el imperio que es la industria musical sueca en nuestros días, incluso en otros ámbitos más distantes del mainstream como el metal (At the Gates, Dark Tranquillity, In Flames) o incluso el indiepop (desde el sello Labrador, con bandas como Acid House Kings, Club 8 o Sambassadeur).

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Roxette, con sus letras y hooks vinculados a todos los clichés del pop, así, fue el punto de partida del renacer de la nación escandinava como uno de los polos creativos e industriales que domina la escena de la música popular hasta nuestros días.

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