Leila Guerriero: "En Chile vi un manejo, incluso desde el discurso político, muy poco asociado a la realidad"

Leila Guerriero
Leila Guerriero

La periodista argentina acaba de recibir el Premio de Periodismo Manuel Vázquez Montalbán en España. Justo antes, estuvo en el país y pudo presenciar el descontento social. En esta entrevista, la cronista habla además de periodismo y de su último libro sobre el pianista argentino Bruno Gelber.


Sin prender la televisión ni revisar medios de comunicación, la tarde del viernes 18 de octubre, tras una jornada de trabajo intensa y solitaria en el Apart Hotel de barrio Tobalaba en el que se hospedaba, Leila Guerriero se abrochó las zapatillas y salió a trotar. La escena que la esperaba en las calles sería solo el preludio de lo que venía.

"Corrí hasta la primera estación de metro y estaba cerrada. Ahí entendí que había pasado algo. Luego, llegué a Apoquindo y era como la marcha zombie", dice. Luego agrega: "Con el entrenamiento en crisis que tenemos en la Argentina son todas cosas que había visto, por lo mismo, se veía lo que estaba por suceder".

Esa misma preparación la llevó a tomar precauciones. Compró algo de comida, consiguió dinero en efectivo y se dispuso a pasar gran parte de los días que restaban de su estadía dentro de su habitación. Al conversar con ella, es evidente que está al tanto en detalle de cada uno de los hitos significativos que marcaron la agenda.

"Vi un manejo, incluso desde el discurso político, muy poco asociado a la realidad", comenta y luego hace mención a un caso específico: "Durante el fin de semana, la Ministra de Educación estaba en televisión diciendo que evaluarían la asistencia de escolares el día lunes, ya que no quería que se vieran perjudicados. Justo estaba con las chicas que hacen la limpieza en el hotel y una dijo: 'Esta mujer está loca, aunque abran las escuelas no voy a mandar a mi hijo al colegio en medio de esto'. Entonces era como un divorcio, cómo vas a pensar abrir las clases el lunes, cuando el domingo ya tenías 70 estaciones de metro estropeadas, 20 quemadas hasta los huesos y 370 supermercados saqueados".

Algo similar opina sobre los casos de quienes murieron. "Ocupa un lugar súper lateral en el relato. Desde el primer día se les restó importancia en términos de que presumiblemente serían algunas de las personas que entraron a saquear pero, ¿perdón?, ¡están muertos! Es una situación muy compleja y está llena de contradicciones. Por otro lado, se han empecinado en empezar el discurso con 'Estos actos de vandalismo', 'llamamos a la ciudadanía honesta y buena', 'ellos y nosotros'. Nadie te dice que quemar supermercados está bien, no hace falta que lo aclaren, pero cuando hablas con la gente todo el mundo dice que las protestas son necesarias ¿entendés? Viven en Saturno. Es todo muy patético".

Atendió pocos de los llamados que recibió para comentar la contingencia. A falta de transporte público, usó el trote como scanner visual, de manera de generar una noción panorámica de la situación. Sin embargo, no fue hasta días más tarde de comenzado todo que se decidió a contestar. "No me gusta esa cosa de salir opinando solo por estar en el lugar correcto o incorrecto en el momento justo. Tener opinión formada de las cosas es difícil. Si bien conozco Chile y tengo una opinión formada, tenía muy claro que había cosas de las que solo me estaba enterando a través de los medios y para opinar prefiero ver un poco con mis propios ojos", añade.

Se suponía que la entrevista sería sobre Opus Gelber, su último libro acerca de la leyenda argentina del piano Bruno Gelber (1941). Sin embargo, no es hasta pasada una media hora que la conversación se dirige hacia aquello. Está, al tiempo que intenta avanzar con un proyecto mayor sobre el cual prefiere no decir mucho, escribiendo un artículo sobre la situación actual de Chile para un medio local y otra columna más extensa para el diario español El País. Coexistencia de múltiples temas y proyectos, pero el 2018 y principios de 2019, su prioridad fue siempre el pianista que ha sido catalogado como uno de los 100 mejores del siglo XX.

¿Cómo han variado los temas de los que le interesa hablar? 

Desde los primeros años y hasta hoy, me siguen interesando los márgenes. De hecho, lo que estoy escribiendo ahora tiene que ver con la muerte, la memoria, la tragedia, una guerra, etc. Una cosa muy oscura. Pero al principio sí tenía una tendencia a visitar ese espacio más lado B: cárceles, poblaciones, situaciones muy bordes. Y me pasaba tres meses en esas cosas y me interesaba muchísimo, pero con el tiempo me di cuenta de que los márgenes están en muchos lados. Las clases altas también son un margen, entonces diría que ahora tengo intereses más amplios.

¿Hay temas que simplemente no abordaría?

La verdad es que no. Algunos no me interesa cubrirlos de determinada manera, qué se yo, la política es un mundo que me fascina, pero del que difícilmente puedo escribir porque los políticos que me interesan son bastantes blindados y el acceso es muy difícil. Te dan una entrevista de 15 minutos para hacer declaraciones, digamos, y yo voy a preguntarle qué tenía en la caja de juguetes cuando era chico. Eso me lleva dos meses y ningún político de altísimo rango me va a recibir en su casa diez veces para contarme con pelos y señales su vida.

En el caso de Bruno Gelber, ¿Qué le llevó a dedicar un año en su historia? 

Básicamente su singularidad. Era una persona muy desconcertante en un punto, un pianista sublime metido en un mundo sublime, con una música sublime y con unos gustos muy terrenales. Un señor con ideas sobre el mundo muy pacatas en unas cosas y muy de avanzada en otras, una persona completamente impredecible.

¿Cómo llegó a él? 

Leí entrevistas en las que Bruno hablaba de manera muy inspiradora sobre lo que hacía, sobre la música y lo que él consideraba pasar la emoción al espectador. Eso me pareció asombroso. Todo lo que él pensaba y decía de la música yo lo podía aplicar a la escritura. Hasta entonces, la idea que yo tenía de él era la de un gran pianista, pero nunca me había detenido a pensar en su visión acerca de su arte y eso me deslumbró. Pero fui con la idea de hacer una entrevista, unas cuantas entrevistas para hacerle un perfil.

¿Y qué pasó?

De la primera entrevista me fui convencida de que no me iba a llamar nunca, de que no tenía nada. Luego, creo que al tercer o cuarto encuentro, empecé a pensar en, no en un libro, porque quizás me hubiera asustado un poco. Fue raro el proceso, no hubo un plan. Un día estábamos cenando con Bruno y con un discípulo de él que dijo: "¿Y cómo va tu libro de Bruno?" y yo le dije "Bien" con mucha naturalidad. Finalmente, y como tantas otras cosas, Bruno se había dado cuenta antes que yo de que yo estaba escribiendo un libro sobre él.

Así, como sin planearlo terminó escribiendo un libro de 430 páginas sobre Gelber, tampoco planeó, al aceptar en junio la invitación hecha por el Magíster de Periodismo de la Universidad Católica, que vería el comienzo del estallido social chileno.

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Opus Gelber

Opus Gelber, retrato de un pianista

, Ediciones UDP.[/caption]

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