Cristián Geisse: "Este universo es más raro de lo que podemos imaginar"

Cristian-Geisse
Foto: Mónica Molina.

El autor de Pobres Diablos, Ricardo Nixon School y Catechi conversó con Culto sobre sueños, extraterrestres, la modernización de su pueblo y otros conjuros.


Cristián Geisse Navarro (1977) dice que, si pudiera elegir, preferiría que lo entierren desnudo, o que quemen su cadáver y lo esparzan en muchos lugares diferentes: bares, iglesias, plazas, playas y cerros. Pero no sabría a quién pedirle tanto esfuerzo. "Que me dejen botado en cualquier parte no más. Pero tiene que ser desnudo. Y con La estrella en el pecho". Se refiere a la carta del tarot y la esotérica idea no me sorprende: leí Pobres diablos, el volumen que recopila todos sus cuentos (Emecé, 2018), y también sus novelas Ricardo Nixon School (Emecé, 2016) y Catechi (Montacerdos, 2018) y todas sus ficciones tratan de cosas sobrenaturales: el diablo, los conjuros, lo demoníaco expresado aquí y allá, la duda respecto de la realidad, la lucha contra las imposiciones de ésta, etcétera. En el cuento "¿Has visto un Dios morir?", Geisse narra un Valparaíso subterráneo, uno que conocen contados seres (solo acceden aquellos con un contacto y mucho arrojo) y en el que se puede conseguir una droga con propiedades que los ignorantes ni siquiera imaginamos y que te hace alucinar colectivamente. En Catechi, un hombre realiza un conjuro que funde el ánima de su perro con la propia. En las ficciones de Geisse los protagonistas se abren a las posibilidades, pero eso no quiere decir que las cosas terminen bien, o que terminen siquiera. Y no sé si Geisse crea que existe un final: La estrella, la carta del tarot con la que quiere que entierren su cuerpo, es una de bienaventuranza. "Que encuentres tu lugar en el mundo".

En este momento, el lugar en el mundo de Geisse es Vicuña, en el Elqui, el pueblo donde nació y en el que trabaja como profesor.

¿Cómo es un típico día para ti ahora?

Los días de semana son similares: me levanto y le rezo a Valis, a Satanás y a la Nina Simone. Salgo a correr como a las 5 y media de la mañana. Depende de cómo esté el cuerpo corro 10 o 5 kilómetros. Hace muy poco corrí 16, pero estoy viejo y al otro día me dolían los muslos. Me baño y desayuno. Trato de escribir. Parto a la pega. Almuerzo liviano para no quedarme dormido haciendo clases. Vuelvo a la casa y vuelvo a comer. Mato el tiempo a veces dibujando, escribiendo mails, mirando videos o leyendo. Me tomo un melipass y duermo bastante temprano, entre 10 y 11. Así de lunes a viernes. Después viene la locura. Nunca sé muy bien qué va a pasar, pero siempre pasa algo. El domingo es la cueva del lobo y me encierro a lamer mis heridas. Suelo tener pesadillas y luego es lunes otra vez.

¿Cómo son tus sueños?

Los sueños son importantes para mí. Ayer soñé que comía hortensias. De esas que salen en el sur, que tienen hartos colores. Eran algo pequeñas y un poco secas, pero me devoraba una llevándomela entera a la boca. Recuerdo uno en el que tenía un hijo como de tres centímetros y era un niño prodigio. Otro en el que me sacaba la cabeza y la miraba. Son en colores, pero a veces deslucidos, no siempre me gusta la luz que tienen mis sueños. A veces tienen tramas complejas que me llenan de asombro. Pero también pienso que en una de esas yo se las doy cuando trato de reconstruirlos. Suelo recordarlos y me gusta pensar que son una especie de segunda vida y que somos afortunados de vivirla.

¿Algo que hayas soñado ha inspirado alguno de tus cuentos?

Sí. El peor tipo de pesadillas es el que tienes cuando te da la parálisis del sueño, entonces el diablo te visita. Eso está en El Cachúo. Has visto un dios morir tiene parte de un sueño que tuve, es esa imagen cuando los indígenas se transforman en huasos y meten la mano en el vientre abierto de un animal moribundo. También uno en el que yo era una especie de marioneta de algo así como un vampiro, eso está en La Culebra.

¿Cuál fue la última película que te gustó?

Hace mucho tiempo que no veo películas, pero creo que voy a empezar otra vez. Veo muchos videos en Youtube. Últimamente estoy obsesionado con los ovnis, me gusta mirar avistamientos. Hay unos documentales súper locos, que me dejan completamente desconcertado. Hay uno que se llama "I know what I saw", creo que vale la pena verlo. Hay uno sobre un tipo llamado Stan Romanek que fue contactado y hasta tiene hijas con alienígenas. Otro sobre un ufólogo de nombre Steven Greer en el que se habla directamente de organizaciones criminales ligadas con el fenómeno y se muestra intentos de desarrollar tecnología extraterrestre. Esos quizás sean algo dudosos. Estoy escribiendo sobre eso. En estos momentos el fenómeno ovni me parece un lugar muy extraño desde donde pensar sobre la política, la religión, la ciencia. También sobre la ficción y la realidad. ¿Sabes quién es Paul Hallyer? ¿Sabes quién es Swaruu de Erra? Uf, no sé bien qué pensar de todo lo que veo y escucho. Este universo no solo es más raro de lo que imaginamos, sino más raro de lo que podemos imaginar. Eso lo dijo un genetista famoso, de apellido Haldane.

¿Y el último disco?

Creo que el último disco que escuché completo fue uno de Björk, Medúlla, ése que es de puras voces a capela. Esa mujer me deja con la boca abierta. Pero en general no escucho discos completos, más bien picoteo. Estuve escuchando a una mujer japonesa que se llama Hiromi Uehara, por favor pon en Youtube: Best Teme Kung-fu World Champion. Y el concierto con Hiromi's Sonicbloom. También a un pianista que se llama Jesús Molina. Uf, escuchen la improvisación que hace sobre Giant Steps, dura 45 segundos. Y música country norteamericana. Y al Camarón de la Isla. Y así. Ayer corría pensando si los grises pequeños serán capaces de entender ese rasgo tan hermoso nuestro. También me he puesto a pensar por qué los perros parecen no disfrutar nuestra música. En una de esas me estoy volviendo loco.

¿Los grises pequeños son los extraterrestres? Nunca me había preguntado qué podrían pensar ellos de nuestra música, pero sí que me he preguntado cómo será la suya, asumiendo que deben tener. Me cuesta pensar en un planeta cuyos habitantes no intentan combinar sonidos según su idea de lo que es armónico. ¿Qué piensas?, ¿te has imaginado su música?, ¿te preguntas también si serás capaz de comprenderla?

Sí, los grises pequeños son alienígenas y dicen que posiblemente sean híbridos biotecnológicos. En el fondo serían sirvientes de los grises altos. Y no sé si tengan música o la forma como perciben la realidad. Al parecer tienen capacidades telepáticas y un cerebro muy desarrollado, que les permite pensar a velocidades inimaginables para nosotros. Al parecer son poco emocionales, no sé si su música, de tenerla, llegaría a gustarme. A mí me gusta la intensidad, soy —digamos— cochino: no me gusta la pulcritud ni el exceso de virtuosismo. De tener música pienso que privilegiarían elementos como esos. Por supuesto, quizás la limitación sería mía. En un universo tan vasto, las posibilidades se multiplican, incluso la idea, para mí oscura, de civilizaciones sin música. En todo caso se dice que muchas de estas razas alienígenas no están para nada preocupadas de los humanos. Nos observarían de la misma forma en la que nosotros observamos animales salvajes, sin necesariamente tratar de intervenir o establecer contacto o juzgándonos. Pero además siempre cabe la posibilidad de que todo sea un invento de nuestras mentes delirantes.

¿Has tenido algún encuentro cercano del tercer tipo?

Jamás he visto un puto Ovni. Pero conozco personas a las que le creo y que no tienen ninguna razón para impresionarme con este tipo de asunto, quienes sí los han visto. Tengo muchísimos deseos de ver alguno, sueño a veces con ellos, a veces he creído que los he visto, pero sé que tiene que ver con mis ganas más que con la realidad.

¿Crees que los extraterrestres estén entre nosotros? Y si lo están, ¿habrá alguno en Vicuña?

Piensa: hace un par de años creíamos que éramos el centro del universo. Que incluso el sol giraba en torno a nuestro planeta. Luego entendimos que no, que nosotros girábamos alrededor del sol. Eso no es tan lejano en el tiempo. Entonces entendimos que no y todo nuestro mundo dio un giro vertiginoso. Después nos dimos cuentas de que ni siquiera estábamos en el centro de la galaxia. Ahora sabemos que nuestra estrella es una entre las aproximadamente 150 mil millones de estrellas de la Vía Láctea. ¡150 mil millones! Y que la Vía Láctea es una entre las aproximadamente dos millones de millones de galaxias que existen en el universo hasta ahora conocido ¡dos millones de millones!. Y es más, actualmente, especulamos que, en una de esas, este es uno entre quizás infinitos universos. Yo no sé, para mí es bastante probable que ya hayan llegado. Dicen que hay muchos mezclados entre nosotros. Un ex ministro de defensa canadiense dice que ya están acá y asegura que los gringos tienen a al menos dos trabajando para ellos. En Vicuña que yo sepa no hay ninguno así conviviendo como un vecino más. Una vez —y esto ya no sé si es real o no— recuerdo haber visto a una niña que pensé tenía algo así como una hermosa deformidad en sus ojos que eran inmensos, y luego la reconocí en las fotos que muestra Stan Romanek de sus supuestas hijas híbridas. Pero como te digo, es posiblemente un recuerdo inventado. Igual es posible que algunos conocidos míos de esta ciudad son reptilianos, pero no te voy a decir quiénes para no echarme a nadie encima.

¿Crees que exista algún tipo de magia en Vicuña?

No sé. A veces cuando les cuento a algunas personas las cosas que me pasan acá, me dicen que se parece a Twin Peaks. No he visto a Twin Peaks, pero supongo que tiene esa especie de magia que algunos ven y en la que yo vivo sumergido. Por lo demás, el último tiempo me gusta la teoría de los campos morfogenéticos, aunque entiendo las dificultades que tiene para ser demostrada. Yo y mi amigo Cabezón Ricardo, a ciertos fenómenos que podrían estar relacionados, le llamamos "la gelatina". A veces la gelatina se mueve y su movimiento tiene consecuencias que pueden parecer magia. Pero creo que eso se podría dar en cualquier lugar.

¿Cómo crees que ha cambiado Vicuña desde que eras un niño?

Cuando yo era niño había cuatro mil millones de humanos sobre la tierra. Hoy, unos cuarenta años después, somos ocho mil millones. Vicuña ha cambiado. Hay un cuerpo y una mente colectiva que se está expandiendo aceleradamente. Para bien y para mal, eso lo está afectando a todo, incluida Vicuña.

¿En qué aspecto crees que la expansión de este cuerpo y esta mente colectiva te tocan a ti y a Vicuña?

La tecnología es producto de nuestros conocimientos acumulados y de nuestra habilidad para usarlos de forma novedosa. Pienso que los avances tecnológicos y los accesos a la información se multiplican debido a que cada vez hay más mentes, cada vez más gente brillante dedicada a modificar esta realidad. Pero no solo eso, los medios de producción, las formas de consumo, el cambio climático, etcétera, todo guarda relación con este desmesurado crecimiento nuestro como especie. Somos una plaga y se nota. Vicuña está lleno de autos. Hay dos supermercados. Departamentos. Llegó hace tiempo la pasta base y la cocaína. También, y esto me parece la raja, el internet, los inmigrantes chinos, peruanos, colombianos, venezolanos, dominicanos, haitianos, belgas y norteamericanos. Nada de todo esto había cuando yo era niño.

¿Qué es lo más endiablado que has visto en tu vida?

Difícil de decir. En estos momentos Bolsonaro me parece un emisario del infierno. Y Trump un niño de tres años que está poseído, poseído por el demonio de la droga dura que es el poder y el dinero. Esa gente como que no entiende que son adictos. Viven en esa negación satánica y son capaces de perjudicar a todos a su alrededor. No se dan cuenta de que están enfermos y que están absorbiendo a millones en el agujero negro que es la adicción a una droga dura. Quizás no haya nada más diabólico que un adicto con rasgos psicopáticos. O peor: sociopáticos.

A propósito de los conjuros, que abundan en tu ficción, ¿crees en eso que dicen de que "el lenguaje crea realidades"?

Sí, claro que sí. A todo esto, ¿te has puesto a pensar cómo piensan los sordomudos de nacimiento? Ellos también desarrollan cerebros habilitados para el lenguaje, pero ¿cómo piensan? Sobre todo si no llegan a aprender un lenguaje de señas, ¿de qué manera activan la zona de Broca? ¿Y la de Wernike? ¿Y todas las involucradas en el proceso? Yo creo que lo hacen igual, de una forma u otra. Uno no piensa sólo con lenguaje, pero es fundamental y nos hace ser quienes somos como especie. Se me ocurre que muchos animales tienen esas mismas zonas, quizás desarrolladas más rudimentariamente. Ayer por un momento traté de pensar como un perro, no lo logré, pero sé que son importantes las imágenes, los olores, y que es difícil comprender su percepción del tiempo y del espacio. De todas formas tenemos muchas cosas en común, así es que quizás sea posible entender parcialmente como entienden. Y cómo crean su realidad.

¿Practicas alguna religión?

No. Pero había dejado de creer en Dios, o en esa intuición que llamamos Dios, y últimamente como que ha vuelto a mí. Lo estoy disfrutando, incluyendo todas las incertidumbres que están en el centro de este asunto. El Dios que vislumbro está muy lejos de parecerse a un humano en todo caso.

Y en este reencuentro con Dios, ¿qué te ha dado por leer?

Todavía nada, pero dentro del proyecto de escritura que tengo, quiero escribir tres libros centrados en el ser humano (ya tengo dos listos y estoy escribiendo el tercero) y luego quiero escribir sobre Dios. Hace muy poco leí Valis de Philip K. Dick y fue una de las patadas más grandes que he sentido cognitivamente en relación con la literatura. Pienso que era un libro que yo debiera haber escrito dentro de este proyecto, aunque no sé si estoy capacitado para realizar ese tipo de portento.

¿Qué crees que pase cuando nos morimos?

No sé, no puedo asegurarlo. Pero creo que hay algo más. Quizás nuestro cerebro sea como una antena y nuestro cuerpo el artefacto receptor de las señales. La conciencia es la decodificación de una señal que emitimos desde algún otro lugar incierto. En el fondo, tal vez seamos en parte importante la señal. Quizás una vez que el aparato receptor se deteriora, la señal que somos, se pierde y nuestra conciencia se difumina, pero igual queda por ahí. Y quizás pueda ser recibida por otros aparatos más o menos óptimos. Me es difícil imaginar todas las posibilidades. Pero estoy delirando un poco. No somos máquinas, somos seres vivos, organismos. De todas formas últimamente he empezado a creer que es posible que haya algo más después. Y que nuestra percepción del tiempo es algo torpe y limitada. Y que quizás estamos acá desde hace mucho. Y que seguiremos acá por mucho tiempo más. Pero no sé cuánto me llegará a durar este tipo de extrañas convicciones.

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