La faceta a color y 80 fotos icónicas de Robert Doisneau aterrizan en Chile

Cisnes-inflables,-1960.--©-Robert-Doisneau
Cisnes inflables, 1960, de la serie de Palm Springs. Foto: Robert Doisneau

Desde el próximo martes 8 se exhibe la obra del francés y pionero del fotoperiodismo en el Centro Cultural Las Condes. Destaca su primera serie a color hecha en los 60 en EEUU.


Eran los años 60 y el francés Robert Doisneau (1912-1994) ya se había inscrito en la historia de la fotografía del siglo XX, por su hábil ojo capaz de capturar instantes peculiares así como escenas cotidianas,, al mismo tiempo que enalteció el valor del fotoperiodismo junto a Henri Cartier- Bresson, fundador de la prestigiosa Agencia Magnum.

Sin embargo, cuando parecía que Doisneau había mostrado todo su potencial, aún quedaba un territorio inexplorado: el color. Maestro del blanco y negro y sobre todo reconocido como cronista de la vida parisina, el francés recibió en 1960 un encargo inusual desde la revista estadounidense Fortune, de Henry Luce, para registrar la vida de ocio y glamour de Palm Springs, California. Las imágenes debían ser en colores.

Doisneau se lanzó a la aventura, sumergiéndose en el mundo de los golfistas, quienes jugaban en verdes praderas artificiales en medio del desierto, mientras sus esposas en trajes de baños bebían cócteles a orillas de piscinas de agua calipso. El resultado fue una serie de imágenes que mantenían el indudable sello del francés, pero con una mirada más irónica y atrevida, que dialogaría 30 años después con la serie que Martin Parr hizo en playas del mundo.

La serie, una de las más desconocidas en la trayectoria del francés, es protagonista de la muestra La belleza de lo cotidiano en el Centro Cultural Las Condes, que a partir del martes de 8 de octubre reúne más de 100 fotografías, realizadas entre 1929 y 1973, muchas de ellas icónicas, como El beso del Hotel de Ville (1950), Mademoiselle Anita (1951) y Los panes de Picasso (1952), pero también desconocidos fotomontajes. La selección fue hecha por las hijas del artista: Annette y Francine Doisneau.

Apoyada por el Instituto Francés de Chile y la Cámara Franco Chilena, la muestra marca el regreso de Doisneau al país, luego de que su trabajo aterrizara por primera vez en el Museo Bellas Artes en el 2002 (ver recuadro), gestionada igual que en esta ocasión por la curadora Verónica Besnier, quien estuvo tras exhibiciones fotográficas como la de Sebastião Salgado y Vivianne Maier en el Centro Cultural Las Condes; Cartier-Bresson y André Kertész en el Museo de Bellas Artes, entre otras.

"Hasta los años 60, Doisneau no había trabajado el color, además él era una persona que le tenía miedo al viaje, a salir de Francia, y esta fue la primera vez que aceptó una invitación para trabajar fuera. El decía 'mi fama había viajado, mis fotos habían viajado, pero yo no me movía'", comenta Besnier. "Fue un proyecto bien anecdótico, porque nunca se publicó. La mirada de Doisneau no gustó, y uno entiende por qué, finalmente él se ríe de los americanos y de esa vida artificial. Muchos años después, otro director de la revista les devolvió las fotos a las hijas de Doisneau", agrega.

Otra imagen poco conocida es La maison des locataires (1962), en la que Doisneau montó varios de sus retratos en las ventanas de un antiguo edificio de París, como si reflejara lo que pasa al interior de las habitaciones. "Doisneau juega sacando el muro de la fachada del edificio y pone fotos de interiores describiendo así la vida cotidiana de familias o personas solitarias", explica Besnier.

En los años 30, Doisneau cambió la pintura por la fotografía y descubrió su talento natural para retratar escenas callejeras. "Las maravillas de la vida diaria son tan emocionantes; ningún director de cine puede arreglar lo inesperado que encuentras en la calle", dijo en una ocasión.

Sin embargo, una de sus fotos más icónicas, El beso del Hotel Ville (1950) fue producto de un montaje que lo tuvo en 1992 en un litigio con un hombre que afirmaba ser el modelo de la foto. Finalmente Doisneau debió revelar la identidad de los retratados: la pareja de actores formada por Françoise Bornet y Jacques Carteaud, quienes aceptaron posar a cambio de una copia de la imagen para cada uno. En 2005, Bornet, quien intentó sacar más réditos por la imagen, decidió subastar su copia en 2005: logró hacerlo por 185 mil euros.

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