Lemi Ponifasio: "Los mapuche me pidieron que contara su historia al mundo, y lo haré"

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El director regresará a Chile en enero, para el Festival Santiago a Mil, con Amor a la muerte, performance en que una cantora mapuche y una bailarina de flamenco explorarán la historia de ambas culturas.


Está a punto de tomar un vuelo desde Nueva Zelanda a China. Llegará hasta Dunhuang, en la provincia de Gansu, al noroeste, un milagro patrimonial de la antigua Ruta de la Seda. Allí se adentrará con artistas e investigadores en las cuevas Mogao o de los Mil Budas, y de su viaje surgirá una nueva creación. "Las cuevas contienen algunos de los mejores ejemplos de arte budista que abarcan un periodo de mil años. Las primeras cuevas fueron excavadas en el año 366 d.C. como lugares de meditación y adoración budista. Me pregunto qué nos dirán los ancestros en este momento", cuenta el director y coreógrafo Lemi Ponifasio (1964).

Considerado uno de los creadores más reconocidos y polémicos de la escena contemporánea, Ponifasio es jefe en su comunidad en Samoa, las islas que se independizaron de Nueva Zelanda en 1962. Las voces de sus antepasados y las de otros, por tanto, suelen tener algo que decirle: tras su primer paso por Chile en 2013, con Birds with sky mirror, montaje sobre la crisis climática que trajo al Municipal de Santiago, el coreógrafo retornó en 2015 con I AM MAPUCHE, performance para que la que trabajó junto a 15 artistas mapuche y que presentó en el cerro Santa Lucía.

"Los mapuche viven con un miedo constante a desaparecer y a ser olvidados", dijo entonces. ¿Con qué impresión se fue de Chile ese año?

En 2013 viajamos para reunirnos con la comunidad en la montaña, cerca de la frontera argentina. No vi gente joven allí. Los ancianos mapuche compartieron mate con nosotros y su absoluta tristeza y miedo por la próxima generación, la pérdida de cultura, del idioma y de la araucaria. Les expliqué por qué había venido a visitarlos, y los mapuche me pidieron que le contara al mundo su historia. Y les dije que lo haré.

Dar su palabra, dice, es hacer un voto. Por esa razón, y mientras planeaba su próxima aventura por el montañoso noroeste chino, Ponifasio ya trabajaba en paralelo un nuevo proyecto que lo traerá otra vez a Chile. Ahora ha decidido juntar a dos mujeres; una cantora y compositora mapuche, Elisa Avendaño Curaqueo, y una bailarina de flamenco, Natalia García-Huidobro. A la primera la conoció en 2013, en Temuco, y de inmediato llamó su atención. "Ella exuda una autoridad mística", opina. La segunda le fue asignada como su asistente durante el proceso de I AM MAPUCHE. "Un día me contó que tenía herencia mapuche y que era bailarina de flamenco. Ese cruce me interesó mucho", agrega el director.

Se encontrarán en un espacio intermedio, en una performance en la que sus cuerpos, como contenedores de memoria, serán portales a través de los cuales explorarán la historia y los cruces de ambos mundos. Iba a llamarse AILINCO: WATER THAT FLOWS OVER A ROCKY BED, pero la rebautizó Amor a la muerte. El espectáculo aterrizará en el GAM en enero próximo, como parte del Festival Santiago A Mil 2020, presentado por Escondida | BHP y organizado por Fundación Teatro a Mil.

"Entras en cada nueva creación sin saber lo que traerá. Al principio el título era una palabra mapuche, Ailinco, que significa agua que fluye sobre una cama rocosa, porque así es como me sentí en la concepción de este proyecto", cuenta Ponifasio. "Pero cuando comencé a trabajar con ellas descubrí su profunda preocupación por la cultura, la familia, la comunidad, la naturaleza y la vida. Son artistas absolutamente comprometidas y en busca de quiénes son y hacia dónde van. Sentí que su búsqueda es realmente la búsqueda de Chile y de los mapuche. Por eso ahora llamé a la obra Amor a la muerte".

¿Qué le interesó del diálogo entre el flamenco y la cultura mapuche?

El mejor maestro para mí en teatro es la forma en que las personas son fuera del teatro. Prefiero trabajar con comunidades, así que no fue porque ella fuera una bailarina de flamenco o una cantante; estaba interesado en la forma en que se relacionan conmigo, en cómo viven sus vidas y qué historia están tratando de contar. Ellas son increíbles en lo que hacen, pero de dónde proviene esa verdad es importante. Es fácil reunir a los artistas y ver qué espectáculos pueden presentar a los productores bajo la palabra "colaboración", pero necesitamos un propósito más elevado.

¿Qué opina su comunidad de que Ud. escenifique sus costumbres?

El arte no cae del cielo: mi cuerpo es un disco duro vivo que lleva el baile de mi padre, la canción de mi abuela, las sangrientas batallas de mi pueblo, las lágrimas de mi madre, las historias de los pescadores, el sueño de la naturaleza. ¡Puedes ver que estoy culturalmente constituido mucho antes de que naciera! El mundo necesita una alternativa fuerte a la supremacía cultural de Occidente. Necesitamos nuestra propia voz para estar junto a creadores occidentales e iniciar un diálogo. Como líder, ese es mi papel. El mundo está cada vez más globalizado, y quiero que mi comunidad y los mapuche busquen en su propio disco duro la fuente de su baile. Las fuentes no son (Vaslav) Najinsky o Peter Brooke. Puedes usarlas, como usas una herramienta, pero el corazón y el alma eres tú y este corazón y alma es el espíritu y la sabiduría de tus antepasados.

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Ponifasio y las artistas de Amor a la muerte: la bailarina Natalia García-Huidobro y la cantora mapuche Elisa Avendaño Curaqueo.[/caption]

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