Dave Chappelle: el rockstar de la comedia bajo fuego

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Stick & Stones.

El comediante más relevante del stand up estadounidense es también un escapista que desapareció en medio del mayor éxito. En la mira con su último especial Sticks & Stones para Netflix, dicen que perdió su encanto porque no cree a los acusadores de Michael Jackson y porque insiste en reírse de las minorías.


Whoopi Goldberg lo bautizó como The Kid cuando tenía 19 años tras iniciarse en el humor a los 14. La revista

Esquire

lo declaró "genio" hilando en su personalidad el legado de Chaplin, la audacia de Lenny Bruce y la expresividad de Richard Pryor. Charlie Sheen asegura que cuando fue despedido de

Two and a half man

con los productores dando por hecho una sobredosis al ser internado en un hospital, fue por reírse tan fuerte con un sketch suyo que terminó con una hernia reventada. En estos días, estrenado un quinto especial para Netflix,

Sticks & stones

, sus detractores concentrados entre la comunidad LGBTQ ("los que se adueñaron del 20% del alfabeto"), comediantes gays y columnistas millennials dicen que está viejo, que el dinero le ha cambiado.

Digamos que Dave Chapelle, de 46 años, no es precisamente un nuevo rico y tampoco un negro de gueto a pesar de su lengua afilada y explícita. Fue criado en un ambiente culto de padres académicos mientras el show con su apellido emitido entre 2003 y 2006 implicó un acuerdo de 50 millones de dólares. Actualmente Netflix desembolsa 20 palos verdes por cada programa y así el año pasado fue el tercer comediante mejor pagado en EE.UU.

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Sticks & Stones.[/caption]

Ante el contenido de Sticks & stones, con bromas y dardos a la cultura del "cancelado", la posesión de armas, la epidemia de heroína y minorías sexuales entre otros asuntos, hay gente molesta. Observaciones como "la única razón por la que todo el mundo habla de los transgéneros es porque los hombres blancos quieren hacerlo", sacan roncha. "Solía tener cosas realmente interesantes y clarividentes que decir sobre estructuras de poder y cosas así", declaró el comediante gay Joel Kim Booster de Comedy Central. "Creo que ya no está interesado en desmantelar eso".

"La marca en el humor de Chappelle está destinada a ser 'controversial'", describió la columnista Clémence Michallon en The Independent. "Es un tipo de humor difícil de criticar porque si no te gusta (...) estás siendo demasiado sensible. Simplemente no lo entiendes (...). Pero la verdad es, Sticks & Stones no es controversial (...) Es perezoso y sin imaginación". En The Guardian la crítica arranca en el titular. "Conmoción y aburrimiento: cómo Dave Chappelle perdió su toque cómico".

Es cierto que no se trata del mejor de los especiales que ha lanzado con Netflix. Aunque hilarante no es tan bueno como los anteriores, pero el nivel sigue siendo de risas garantizadas. El humor de Chappelle desafía, empuja, pone en un límite y puede incomodar comprensiblemente a algunos, tal como sucede con South Park o Felipe Avello en nuestro planeta Chile.

Esta vez hay una amargura extra en la fotografía del momento pero Chappelle se ha reído siempre de temas complejos. Su reputación proviene precisamente de un tipo de irreverencia cuyo efecto es la reflexión. Las lecturas que hace de la sociedad no son ningún chiste.

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En Sticks & Stones Chapelle lanza de entrada una broma oscura sobre el suicidio de Anthony Bourdain -"ese hombre, con ese trabajo, se colgó en una habitación de lujo en Francia"- para luego cantar versos de 1999 de Prince -"se terminó la fiesta, ups, se acabó el tiempo"-, prólogo de una mirada fatalista, descreída y hastiada del presente y la gente.

Quizás es cierto. Chappelle está más viejo y cascarrabias. "Es el peor momento para ser famoso", reclama, apuntando lo siguiente: no le cree a los acusadores de Michael Jackson en el documental Leaving Neverland. "Lleva 10 años muerto y el tipo tiene dos casos nuevos". Recomienda no verlo porque "es un puto asco".

Al director Dan Reed, reciente ganador de un Emmy en la categoría artes creativas por este trabajo, no le causaron gracia las reflexiones de Chappelle. "Me sentí físicamente enfermo escuchando lo que decía". Según Reed los chistes son "repugnantes" y duda de su comicidad. "No creo que Dave Chappelle fuera muy divertido o inteligente para hacer lo que hizo. Ya sabes, burlarse de niños que fueron violados por gente famosa, es como: ¿Es gracioso?". La versión en español de Esquire también se suma al bando molesto. "El problema está en hacer comedia de los abusos a menores".

Puede ser pero tampoco olvidemos lo siguiente. La justicia falló a favor del ídolo pop y ante esa misma justicia los acusadores de Jackson en el film lo defendieron en tribunales, uno de ellos en dos procesos diferentes. Con el astro muerto se trata solo de sus acusaciones que, por cierto, fueron desestimadas para iniciar nuevas acciones legales. En el mismo Sticks & Stones Chapelle habla de R. Kelly, la estrella R&B que arrastra decenas de graves acusaciones de abuso sexual a menores. Su juicio también es categórico. "Estoy bastante seguro de que hizo esa mierda".

Las acusaciones de racismo regresaron por burlas a los chinos aunque Chappelle siempre recuerda que está casado con una asiática. Su esposa Elaine Mendoza es de origen filipino. Ya en Killin' them softly, su aclamado especial para HBO de 2000, Chappelle reconocía su fijación con temas de razas -"muchos me dicen 'Dave, tienes que relajarte con lo del racismo'"-, aunque el alcance apuntaba particularmente a su mirada en torno a las relaciones entre blancos y negros, y clichés sobre afroamericanos.

Uno de sus sketches más celebrados en Chappelle's show fue "The Racial Draft", donde arreciaban los estereotipos sobre negros, judíos, latinos, blancos y chinos en una competencia televisiva donde cada raza clasificaba a personalidades con los comentarios de un panel. Está en Youtube. Ojo si tienes hernia.

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En medio del éxito descomunal de su show en Comedy Central Dave Chappelle se hizo humo en mayo de 2005. Como un escapista dejó de asistir a las grabaciones. El canal mentía diciendo que estaba enfermo cuando en realidad nadie sabía, ni siquiera su familia, dónde estaba. Nunca más se le vio en el show hasta que turistas lo reconocieron tiempo después en Sudáfrica. Entre medio surgieron rumores de adicción al crack.

Aunque Chapelle estaba en la cima, la presión de un tercer ciclo del programa y, sobre todo, un ambiente recargado de zalamería, provocaron la huida y una relativa desaparición mediática por más de una década. "Una de las cosas que sucede cuando la gente hace el salto de una cierta cantidad de dinero a decenas de millones de dólares", contó a Time en 2007, "es que la gente a su alrededor cambia dramáticamente. (...) he visto a otras personas atravesar esa pared para hacerse realmente grandes. Siempre decían que la fama no los cambiaba, sino que cambiaba a la gente a su alrededor. Siempre se oye eso, pero nunca se entiende realmente. Pero ahora que estoy ahí tiene mucho sentido y estoy aprendiendo lo que eso significa. Tienes que tener gente a tu alrededor en la que puedas confiar".

https://www.youtube.com/watch?v=eyOkypzFfHo

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