Zurras y monjas con bigotes

Mary McCarthy

En estas memorias excepcionales, llenas de humor e ingenio, Mary McCarthy aborda su infancia dickensiana y su juventud conventual.


La escritora Mary McCarthy alcanzó la fama con su décimo libro, El grupo (1963), una magnífica novela que trata las vidas de ocho amigas que, tras graduarse en 1933 del Vassar College, una universidad de elite, deciden convertirse en personas radicalmente distintas a sus madres. Evidentemente, la liberación sexual es una de las metas a alcanzar. Y aunque casi todas fracasan en sus intentos, El grupo marcó una época en Estados Unidos: ninguna mujer hasta ese entonces había escrito una obra tan audazmente sexualizada. McCarthy, que se graduó de Vassar en 1933, le dio a la trama un giro propio, muy característico de su estilo, en donde el sexo pasa a ser un asunto bastante cercano a la comedia.

Desde pequeña, la autora había desarrollado una distinguible propensión al humor negro. Así queda demostrado en Memorias de una joven católica, un notable libro de recuerdos que van desde su infancia dickensiana hasta una juventud de condiciones mejoradas. McCarthy quedó huérfana a los seis años debido a una epidemia de gripe que afectó a Seattle, la ciudad donde nació. Ella, junto a sus tres hermanos y sus padres, viajaban en tren rumbo a Mineápolis, ya contagiados. Luego de desembarcar, ambos padres murieron con un día de diferencia y los cuatro niños quedaron a cargo de los abuelos McCarthy, quienes, pese a tener una buena situación económica, dejaron a los pequeños al cuidado de una tía abuela y su marido, seres abyectos, tacaños y abusivos.

"Reservábamos nuestra amargura para verterla en nuestros habituales custodios quienes, creíamos nosotros, seguramente se quedaban con parte del dinero a nosotros destinado". Las azotainas, las privaciones y las humillaciones fueron pan de cada día para los hermanos McCarthy durante años, eso hasta que la otra rama de la familia, los Preston, decidieron intervenir y llevarse a Mary, la mayor, a vivir con ellos.

El abuelo Preston era un correctísimo y próspero abogado de Seattle, un protestante que, a diferencia de la despreciable y catoliquísima abuela McCarthy, estimuló en su nieta la curiosidad intelectual y cierta noción de mundo ajena al ambiente de la rama paterna. "Mineápolis era un granero, pero Seattle era un puerto que había atraído a una verdadera Legión Extranjera de aventureros, segundones, jugadores, mercaderes, atraídos por la posibilidad de hacer fortuna con el negocio de la madera y los fletes marítimos, así como en la fiebre del oro de Alaska".

Mary asistió allí en calidad de interna al Convento del Sagrado Corazón, lugar en el que, siendo una adolescente muy aplicada pero no tan bien comportada, perdió la fe, aunque no por las razones típicas. Las monjas, que por lo general lucían un recio bigote negro, mencionaban con frecuencia a Voltaire, a Byron y a Baudealire, claro que sin estigmatizarlos, sino más bien con respeto y admiración. Oscuros, eso sí, eran los sacerdotes jesuitas de los que dependía el convento, en especial uno que intentó obtener cierto placer sexual retorcido de una confesión bastante ingenua de Mary. Otros episodios, como una falsa menstruación o el ejercicio constante del esnobismo, le confieren a la parte del convento un tremendo atractivo.

Al final de cada capítulo, McCarthy agrega unas notas que explican hasta dónde llega realmente el poder de la memoria, y hasta dónde se extiende el manto brumoso de los hechos ficcionalizados. El efecto es sencillamente espectacular y habla de la prodigiosa inteligencia narrativa que distinguió a la autora. Ahora, en relación a su propia persona, McCarthy no oculta nada. Se declara una mentirosa patológica, una muchacha sedienta de popularidad ("Si no conseguía la fama mediante la bondad, la conseguiría por la maldad, y estudié el pasado en busca de precedentes") y "una de esas cobardes que temen no ser valientes". Y en cuanto a la fe católica que perdió, arguye con ingenio, simpleza y humor que "sólo la buena gente puede permitirse el lujo de ser religiosa".

Memorias de una joven católica

Mary McCarthy

Lumen

288 páginas

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