The Specials: saliéndose de la carrera

"Rat race" es una expresión en inglés que refiere al entorno de competencia en el que vivimos sin excesiva tristeza. O reclamando poco, que tampoco es que uno vaya cantando a pagar las cuentas de fin de mes. Pero, qué diablos se puede hacer, cuando la luz y el agua caliente es lo único que nos separa de los jeques árabes.

Todo estaría bien, si no fuera por los aguafiestas. Esos que se dedican a alumbrar las zonas grises donde se cuela la reflexión. "Working for the rat race/ you know you're wasting your time/ working for the rat race/ you're no friend of mine", para quien cree que la carrera efectivamente lo contempla entre sus participantes.

O "I have to carry a knife/ Because there's people threatening my life/ I can't dress just the way I want/ I'm being chased by the National Front" si es que no te dabas cuenta que todos somos iguales, pero hay algunos más iguales que otros.

Quienes ponían esos dedos en la llaga era un septeto multirracial llamado The Specials, que a fines de los 70s combinaban relatos de desesperanza con música para saltar. Para lograr ello, decidieron combinar los viejos-nuevos ritmos (ska, reggae) que llegaban a Inglaterra vía inmigración con el desenfreno punk que azotaba la isla en aquellos años.

https://www.youtube.com/watch?v=AmkMEoVb6rA

Si hay que ubicar un escenario particular, las desventuras de The Specials ocurrían en Coventry, alguna vez centro de la industria automotriz de posguerra en Inglaterra, reconvertida en pueblo fantasma debido al fracaso del laborismo y a la bomba neoliberal preparada por Margaret Thatcher. Para quien guste de las descripciones atractivas, acá va una.

"Monolitos enormes de diarrea arquitectónica se expanden sin piedad hacia el cielo azul, como si fueran las almas de los mismísimos seres que se tambalean fuera de sus capullos de concreto, sin rostros, sin energía", decía la revista Sounds en uno de los primeros artículos de la banda, como cita Simon Reynolds en su libro Post Punk (Caja Negra, 2013).

Eso no había sido así cuando la inmigración caribeña llenó de colorido, ska y baile sus calles una década antes. En aquel momento, un talentoso tecladista tomó nota y de esa mezcla racial (y de las tensiones de una masa desempleada, con ganas de culpar al extranjero), surgiría un sonido que evitaría a toda costa la monocromía.

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The Specials.[/caption]

Jerry Dammers se llamaba el tecladista y era dueño de, probablemente, la sonrisa menos agraciada del barrio. La misma que aún todavía muestra cuando asoma la cabeza detrás de algún chiflado experimento sónico. También poseía el espíritu emprendedor como para armar de la amalgama cultural que lo rodeaba, un buen negocio y un cántico revolucionario al mismo tiempo.

Juntados los amigos, primero se llamaron The Coventry Automatics, luego fueron The Special AKA y, por último, sólo The Specials. Y mientras cambiaban nombres, incorporaron músicos e influencias (no solo el ska y el reggae cortesía de los migrantes, sino el northern soul y el rockabilly) para formar un sonido que combinada novedad y reclamo a las raíces.

Así mientras se vestían de actitud rude boy jamaiquina (sombreros, trajes y covers de Prince Buster y Daddy Livingstone), daban voz a las angustias y desesperanzas del proletariado inglés de la época en canciones como "Too much to Young" o "Nite Klub". Y como la consecuencia nunca está demás, se alejaron de las multinacionales y crearon un sello propio al que llamaron Two Tone Records, refiriendo tanto al vestuario de mods y skinheads una década antes, como a la naturaleza multirracial de la banda.

En ella convivían los muy blancos y ligeramente más acomodados Dammers y Horace Panther, con un ex punk llamado Roddy Radiation en la guitarra y composición, un chico problema conocido como Terry Hall a la voz y dos inmigrantes jamaiquinos que sabían de malos ratos en las calles: Lynval Golding y Neville Staples.

Como consigna George Marshall en The Two Tone Story (S.T. Publishing, 1997), en una época en que movimientos como el National Front golpeaba extranjeros en las aceras, hacer una banda de "dos colores" era no sólo una osadía, sino un llamado de atención al escucha. "El infeccioso ritmo se metía adentro tuyo y no te dejaba ir, se hacía parte de ti. Un miembro de la armada 2 Tone estaba listo para tomar el mundo y moverlo".

Y algo parecido pensaron miles de jóvenes ingleses que elevaron en las listas no solo a The Specials, producido por Elvis Costello y editado en octubre de 1979, sino a las otras referencias del sello como The Selecter, Madness o The Beat, quienes coparían espacios antes impensados como el clásico show televisivo Top of the Pops y tendrían un autohomenaje en el documental Dance Craze de 1981.

https://www.youtube.com/watch?v=g8qh63nu1OQ

Solo un par de temporadas duraría el sueño de Dammers, ya que las bandas cuando no se mudaron a disqueras con más perspectivas (Madness), se separaron (todo el resto) y, además todos sabemos que las hombreras del new wave eran/son irresistibles. Antes de eso, la última risotada de The Specials se llamaría "Ghost Town", single prohibido y aun así número 1 en 1981, transformado en banda sonora de la revuelta social que generaban las políticas neoliberales.

Encore (Universal, 2019) no es el tercer disco de The Specials, a pesar de que se lo publicite como el regreso de la banda a los estudios después de 38 años. Aunque tampoco es mala idea obviar todos aquellos débiles registros que se generaron de las diferentes fragmentaciones, reuniones y nuevas explosiones del septeto original.

Primero fue Dammers que, como dueño de la pelota, decide hacer un fantástico y arriesgado segundo álbum llamado More The Specials (Two Tone, 1981) sin consultarle mucho a nadie. Luego, los tres vocalistas que prefieren irse y probar las mieles del new wave como Fun Boy Three. Todo ello, mientras el tecladista ni se entera y vuelve al estudio para salir con telarañas tres años después para editar el politizado In the studio (Two Tone, 1984) con el viejo nombre de The Special AKA

La historia posterior incluiría el ostracismo del líder y una serie de formaciones incompletas con más cara de lucro que de gratuidad universal. Pasados un par de revivals del ska, el homenaje constante de artistas nuevas como Amy Winehouse y Lily Allen (con colaboración en vivo incluida), derivó en el encuentro de casi todos para una gira eterna que comenzaría en 2009.

https://www.youtube.com/watch?v=bqtfl0gt5fM

El "casi" es porque Dammers se resistió por oscuros motivos artísticos y la "gira eterna" fue porque desde la reunión de los 6 integrantes originales, un sinfín actuaciones se sucedieron en diferentes partes del mundo. Entremedio, sin el pesado del ex jefe rondando, la banda fue cayendo en una suerte de modorra que evitó el material nuevo, mientras los miembros iban desapareciendo cual perritos de la canción.

De los que se reunieron, se irían primero Neville Staples ("the original rude boy", como le gusta presentarse) y el fan del rockabilly Roddy Radiaton. Luego, ocurriría la sorpresiva muerte del baterista John Bradbury y el aún más inesperado anuncio de nuevo material con los originales restantes. Y si se quiere noticias difíciles de anticipar, Encore, el resultado de las sesiones de los 3 que quedan resultó de lo más bien y se ha llenado de buenas críticas.

En ello no sólo colabora una banda afiatada luego de una década de autotributo, sino unos textos dolorosamente actuales. Ejemplos sobran en el disco: "B.L.M", sobre los ataques de racismo al guitarrista Golding, "10 Commandments" con la activista inglesa de origen paquistaní Saffiyah Khan o "Vote for me", respecto a ya se imaginan quiénes. Todo sin perder el ritmo, eso sí. El de una banda "horriblemente relevante", como les gusta decir a The Specials, mientras alumbran algún nuevo pesar cotidiano.

https://www.youtube.com/watch?v=hp0jsKJ0vRg