Antenna: de club de amigos del arte a la filantropía

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Esta comunidad cumple 4 años con apoyos concretos como los $ 100 millones al pabellón chileno en la Bienal de Venecia.


Partieron en 2015 con sólo 40 interesados y el objetivo de crear un puente real y más íntimo entre público y artista, a través de visitas de arte privadas. Hoy la fundación Antenna suma 300 miembros, y el interés por dar a conocer la escena del arte se volcó hacia la colaboración y el apoyo.

En mayo pasado, de forma inédita, 20 de sus socios viajaron a la Bienal de Venecia con la idea de respaldar el pabellón chileno representado por la artista Voluspa Jarpa. El apoyo no fue solo moral: una donación de $ 100 millones del llamado "círculo Antenna" ayudó a levantar la exposición Alterated Views y a editar un libro que se presentará a fin de año.

"Me hizo ver que hay una sociedad chilena interesada en el desarrollo del arte y eso es súper importante para un artista, porque no estamos solos", dice Voluspa Jarpa. "En Venecia organizaron una comida para mí y Agustín Pérez Rubio (curador) con 90 chilenos, lo que fue muy impresionante", agrega la artista, quien ya había recibido aportes de Antenna en 2016, cuando ocho socios financiaron parte de su muestra individual en el Malba de Argentina.

En el corazón de Antenna están Constanza Güell, Alfonso Díaz y Elisa Ibáñez, quienes tienen experiencias en instituciones culturales y en gestión empresarial; ese cruce ha sido clave.

A diferencia de los museos chilenos que no han logrado mantener en el tiempo sus "corporaciones de amigos", Antenna encontró una fórmula. "Somos un híbrido que busca la excelencia en gestión cultural, una ONG sin fines de lucro, pero con impronta empresarial. Desde el día uno somos autosustentables, nunca hemos operado con fondos del Estado o con un mecenas detrás. Lo que se hizo fue empoderar a las personas; el 70 % de los recursos de Antenna proviene de ellas", dice Güell.

Involucrarse más

Los directores de la fundación aseguran que no buscan incentivar sólo el coleccionismo, sino más bien la filantropía, pero sus actividades inevitablemente han sumado compradores de arte. "Es más bien un efecto colateral. Hemos visto cómo el fenómeno de la filantropía decanta en adquirir obras. En nuestras sesiones con artista se producen en promedio dos ventas de obras, o sea que en nuestras 220 sesiones se han vendido más de 400 obras, lo que no deja de ser un aporte", calcula Díaz.

En este último año, la fundación ha estrechado vínculos con empresas privadas en torno a proyectos artísticos. Entre ellos está Grupo Patio, VTG, LG y Bank of America Merryll Lynch, a quienes comisionaron para apoyar la obra de Nicole L'Huillier en la Bienal de Artes Mediales que abre en septiembre. Otra interesada en el apoyo al arte público es la inmobiliaria Indesa, que inauguró un condominio en Chicureo donde se incorporó una obra de la escultora Marcela Correa y paisajismo de Juan Grimm. El segundo proyecto se inaugura en 2020 en Av. Presidente Riesco: una obra conjunta de Benjamín Ossa y Javier Toro-Blum.

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