Beatriz Salomón, la brillantina de la tristeza

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Murió la vedette argentina Beatriz Salomón, una mujer que fue humillada al aire en el programa de chimentos Intrusos en la noche. Tal vez uno de los actos más crueles de la televisión argentina.


El decorado es marrón, símil madera pero de concreto. Detrás de Alberto Olmedo y Javier Portales —dos reconocidos "humoristas" argentinos— también hay un escritorio con papeles, una planta de interior y un cuadro con un paisaje impreso. Están vestidos de traje y corbata, hablan a los gritos, insisten en que alguien los está estafando. Javier Portales intenta calmar a Alberto Olmedo y bromean con malas palabras encadenadas sinfín. Detŕas del decorado aparece ella, la despampanante Beatriz Salomón, la vedette argentina de fines de la década del 80. Su cabello es parecido al de la caricatura de una bruja maléfica pero con erotismo, y su vestido pegado al cuerpo deja ver tonicidad que se oculta apenas con brillos en las zonas erógenas. Pareciera que la única directiva para la mujer, en esta época y en el humor televisivo argentino, es pararse en el medio de los hombres y escupir líneas de diálogo con un sentido que derive directo al caminito del sexo y el desenfreno. "¿Tiene frío?", "¡Nooo, tengo un calor!". Risas, risas y más risas. Pero a Beatriz pareciera tenerla sin cuidado. Maneja una soltura soberbia en estos sketchs mientras Olmedo finge tocarle el culo constantemente. Ella se ríe y algo del decorado se ilumina igual, aunque lo miremos hoy con años de distancia y entendamos que todo es erróneo, es basura, es ilegal.

El sketch es famosísimo, responde al nombre "Álvarez y Borges" del programa televisivo No toca botón. Programa líder en incorrección que, hoy día incluso a parientes, amigos, y cercanos les sigue pareciendo la humorada más grande de la historia. Incluso, hoy día, siguen llorando con aquella broma de las tetas, del corpiño caído, del culo en la cara de Olmedo, del toqueteo, del exceso, de la cosificación como regla infalible para pasar un buen rato en familia.

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Beatriz Salomón.[/caption]

Confieso que parece que Beatriz Salomón está disfrutando de su actuación allí, o tal vez eso es lo que queremos creer para alivianar la pesadumbre de añares de machismo acérrimo en la santa televisión.

La actriz Beatriz Salomón falleció el pasado 15 de junio a los sesenta y cinco años en el Hospital Fernández de la Ciudad de Buenos Aires, después de haber estado internada cerca de diez días por un cáncer de colon irreversible. Más allá de haber sido la dama de los vestidos brillantina anexados al cuerpo, su vida fue un vaivén de episodios públicos errantes que la victimizaron una y otra vez sin su consentimiento.

Fue famoso el episodio de octubre del 2004, en el que la ex vedette fue invitada junto a su entonces marido, el cirujano plástico Alberto Ferriols, a una entrevista que con el pasar de los minutos se transformó en una humillación histórica. En Argentina ya no existe el acceso a dicha emisión del programa Intrusos en la Noche, solo circula una fotografía que la muestra a ella sentada al lado de su marido, de nuevo con sus cabellos de bruja maléfica erótica y su cara de desamparo, sosteniendo una carpeta o quién sabe qué, acodada al lado del sillón rojo de Ferriols que habla con Jorge Rial y Luis Ventura —los famosos conductores del programa de chimentos más peligroso de la televisión argentina—. Sabemos lo que pasó: invitaron a la pareja al programa para charlar sobre ¿la vida? y en un momento dado, les proyectaron una cámara oculta que le habían hecho al mismísimo Ferriols una semana antes en su consultorio mientras le proponía a una mujer trans operarse a cambio de sexo. Por supuesto que ni Ferriols ni Salomón sabían que habían sido invitados para tal fin. Una vez que terminaron de mostrar el video, los flamantes conductores del programa le exigieron a la pareja un descargo. Salomón se quedó helada y a lo primero que atinó fue a negar el hecho, a decir que no y que no, que aquel hombre que decía aquello no era su marido. Ferriols se prestó al silencio. ¿Alguien le consultó a Beatriz Salomón si quería descubrir tal cosa en vivo en un canal de televisión? ¿Alguien se apiadó del exceso, del desenfado? ¿Alguien pensó en el funcionamiento del organismo de una mujer que tuvo que soportar tal humillación?

Después del episodio lamentable, la seguidilla fue sin paracaídas. La actriz se alejó del mundo del espectáculo, dejó en claro que en aquel entonces estaba buscando adoptar un bebé con su marido Ferriols pero que cuando se enteró del hecho también abortó la idea. Se enroscó sobre sí misma una y mil veces. Tiempo después, Salomón inició una causa judicial contra el canal y obtuvo un fallo favorable doce años después, cuando el daño mayor ya estaba hecho. Cuando su cuerpo ya estaba tomado por una enfermedad mortal que no tuvo piedad alguna y reaparecía una y otra vez como un video malicioso.

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Salomón y Ferriols en

Intrusos en la noche

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Hay quienes le dan la razón a la emisora televisiva "si el hombre era un degenerado, la mujer debía saberlo". ¿Y quiénes somos nosotros, civiles aburridos y perniciosos, para emitir opinión sobre cualquier vínculo? ¿Cómo es posible que los conductores de ese programa, incluso el programa mismo, sigan en el canal de aire como si no hubiese existido tal abuso de la intimidad? ¿Tal cacería?

La última aparición en televisión de Beatriz Salomón fue en el programa de la conductora argentina Mirtha Legrand en abril de este año, en esas famosas cenas de gala en las que nadie come y casi la mitad de la mesa se atraganta porque habla de asuntos que la angustian y no quiere nombrar pero aún así, deben hacerlo porque tienen la cámara metida en la nariz. El primer plano agujereándoles el cerebro. Legrand eyecta preguntas sobre el cuerpo enfermo de Salomón y ella responde, todo responde: cuenta sobre el derrotero de su enfermedad, sobre su vestido hecho por un diseñador de Carlos Paz, que se le cayó la cabellera que tanto la identificaba y que aquella es su peluca especial, como su mejor juguete, hecha por su coiffeur personal. Toda su cara va hacia abajo y no necesariamente por la vejez, sino porque la tristeza parece habérsele impreso como una impresora láser color. Todos y todas los que cenan a su alrededor la miran con pena y con distancia, saben acerca del episodio de su ex marido expuesto ante todo un país que se le rió a carcajadas. Todos y todas los que cenan alrededor de Beatriz Salomón y su rotura saben que no se salvará. Y sus cejas, por supuesto, sus cejas que siempre la particularizaron, dibujadas con un lápiz negro y grueso que ahora busca dibujar un gesto que ya no es ni será.

Alguien en Twitter dijo: "Murió Beatriz Salomón, un saludo a los que le arruinaron la vida", suena exagerado pero hay una verdad muy concreta en ese decir. Eso que pasa en esta Era, que la vida de una figura pública está retaceada en videos de Youtube para que los ajenos podamos construir hipótesis acerca de sus estados de ánimo, sus desencantos amorosos o sus aciertos, sus funerales, aquel día en que descubrieron que sus parejas las engañaban constantemente y aquello salió a la luz en primetime con un rating feroz. Todo aquello está a la vista. Una vez que una persona entra en la cajita de la fama, se vuelve pública y eso conlleva, también, una maldición que exige cierta fortaleza para sobrevivir. Pienso que la hermosa Beatriz Salomón, aunque sorteó con altura y gracia el machismo virulento, no lo logró. Desde el episodio de la cámara oculta en que se levantó de aquel sillón rojo para abandonar el set de Intrusos, todo lo que vino después fue también abandono. Como si ese acto se hubiera repetido en un loop indiscriminado. La ex vedette se levanta del sillón y se va, la ex vedette se levanta del sillón y se va, la ex vedette se levanta del sillón, se entristece, se enferma, se va, y muere. Pero, ¡enhorabuena! todo está filmado para que miremos, opinemos y nos riamos de ella una vez más.

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