La muerte pone fin a un idioma: sobre After life de Ricky Gervais y Cuaderno de croquis de Rolando Martínez

rickygervais

Ambas obras intentan retratar el momento antes de esa futuromanía de la que habla Barthes en su diario. Esa suerte de pausa forzosa que el duelo impone, rajando la realidad de golpe para mostrarla desnuda e inofensiva como un animal asustad.


26 de octubre de 1977. Barthes escribe: "Primera noche de bodas. Pero ¿primera noche de duelo?" Y más adelante: "En cuanto alguien está muerto, construcción enloquecida del porvenir (cambio de muebles, etc.): futuromanía". Son los fragmentos que aparecen en Diario de duelo, escrito inmediatamente después de la muerte de su madre. En esos fragmentos breves, estocadas suaves en la boca del estómago, Barthes sopesa una ausencia. Intenta darle forma. Siente cómo el vacío comienza a crecer dentro suyo.

Lee también: Queer eye: cuando el maratón mata la fórmula

Varios años más tarde, en el mundo conjetural de After life, Tony (protagonizado por el director de la serie, el actor y comediante Ricky Gervais) mira en su computador portátil los videos que su esposa Lisa le dejó a modo de bitácora para después de su muerte. Lisa, nos enteramos luego, falleció a causa de un cáncer de mamas. Tony está devastado y encuentra en su mascota el único motivo para no quitarse la vida.

Los 6 capítulos de la serie son como seis días en la vida del deudo. Como el Paterson de Jarmusch, pero sin poesía y sin mujer. Un hombre solo en una casa sola. A pesar de los destellos breves de humor –negrísimo a ratos–, Gervais parece querer ensayar respuesta a la pregunta del Sísifo de Camus: cómo se enfrenta una vida que ha perdido todo sentido. Qué se hace con el mundo cuando se pierde lo único que se ama. Cómo se vuelve al trabajo. Cómo se recupera el mínimo de sentido necesario para hacer de la vida algo vivible.

"La muerte pone fin a un idioma" escribe Rolando Martínez en su Cuaderno de croquis, publicado por Libros del Pez Espiral. El tema es más o menos el mismo y cada poema parece querer ser una forma de hacer frente al monstruo de la ausencia. En este caso, la del padre. Como en After life, los textos del libro intentan rodear ese idioma perdido, dar cuenta del hilo que se corta al momento del duelo. Lo que en serie se busca a través del humor, el libro lo busca a través de un distanciamiento de la mirada, como en este fragmento: "El dieciséis de agosto vestí a mi papá en una salita pequeña de la morgue. Antes de recibir su cuerpo, esperé junto a una camilla manchada con sangre. Alguien, desde luego, estuvo ahí, y yo imaginaba un vacuno recién faenado".

Lee también: Unicorn Store: de Capitana Marvel a la angustia millennial

Ambas obras, pienso, intentar retratar el momento antes de esa futuromanía de la que habla Barthes en su diario. Esa suerte de pausa forzosa que el duelo impone, rajando la realidad de golpe para mostrarla desnuda e inofensiva como un animal asustado. En After life, por ejemplo, vemos a Tony conseguir heroína con un yonqui para borrar un momento la desagradable sensación de absurdo que lo embarga. O asistir sin ganas a retratar los casos absurdos que aparecerán en el diario local donde trabaja Tony. Gervais logra, en un tono típicamente inglés, atrapar es non sense hasta volverlo ridículo, incluso tierno.

Antes que el mundo y su marcha apresurada comiencen a transformar el duelo en puro recuerdo, anécdota o telón de fondo, algo florece con la velocidad de la flor de una noche. Como ese bellísimo título de poema de Cuaderno de croquis que dice "Hay un instante en que los que se van y los que vienen se cruzan en el aire". O estos versos: "pienso: así debe ser hablar con los muertos: sentir la brisa vespertina, y creer que nos visita una presencia luminosa. Observar fracciones de algo que –a su modo—sigue vivo". Un aquí potentísimo como esos que intentan capturar los pequeños versos de un haikú.

Lee también: Spielberg no pudo contra Netflix: películas del titán del streaming sí podrán competir por el Oscar

"¿Primera noche de duelo?", se preguntaba Barthes. Tanto After life como Cuaderno de croquis giran en torno a esa pregunta: ¿y ahora qué? ¿ahora cómo? Las salidas son varias. Humor y un poco de oscuro optimismo, parece querer decirnos Ricky Gervais. Martínez, en cambio, hablar de "el momento prístino en que un padre y su hijo/ se acarician con los ojos./ Luego de eso las calles./ Avenidas y plazas lejanas/ en un tiempo que desconocemos para siempre".

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.