Modelo para armar: claves para entender la 45 edición de la Feria del Libro de Buenos Aires

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Desde el 2014 la industria del libro argentino sufre una crisis que es consecuencia de la economía más que de malas decisiones del sector. Hoy, sin embargo, se ve con cierto optimismo la creación del Instituto Nacional del Libro y el surgimiento del primer bestseller después de casi un año y medio. Algo exiguo para una de las industrias del libro más importantes en lengua castellana, pero es lo que hay.


La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es una fiesta de los libros, un punto de encuentro entre escritores locales y extranjeros, editores, distribuidores, libreros y, desde luego, los lectores, pero además es un momento donde la industria editorial hace sus balances. Desde hace 45 años no hay una sola cámara que organiza la feria, sino que es una conjunto de entidades que confluyen en lo que es la Fundación El Libro, que agrupa entre otras a la Cámara Argentina del Libro (CAL), que reúne a las editoriales medianas y pequeñas y a las librerías y distribuidoras, y a la Cámara Argentina de Publicaciones (CAP), que reúne a los grandes grupos editores.

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Hasta hace dos años se entregaban por estas fechas dos informes, el de la CAL y el de la CAP, que coordinaba la editora chilena Trini Vergara, hija del reconocido editor Javier Vergara. El informe de la CAP era más exhaustivo, porque desmenuzaba y profundizaba las cifras de la CAL, pero coincidentemente con el alejamiento de Vergara, la interpretación de los datos de la CAP se suavizó, algunos señalan, para no incomodar al gobierno actual. De ahí que el informe entregado por la primera de las cámaras sea importante y sirva para variadas interpretaciones, según el cristal con el que se mire.

Las quejas del sector editorial se escuchan desde la asunción del gobierno de Mauricio Macri; sin embargo, la caída que vive la industria se inició en 2014, cuando aún gobernaba Cristina Fernández de Kirchner. En ese año, según la CAL, se imprimieron 129 millones de ejemplares y en 2018, tras cuatro años de caída, apenas supera los 43 millones, por lo que se registra una caída del 66%, en otras palabras en 2018 se imprimieron en Argentina un tercio de los ejemplares del 2014. Esto tiene muchas explicaciones, desde la compra de libros de parte del Estado, que fomentó la industria por unos años, hasta el desplome de todos los índices económicos (deuda externa, inflación, depreciación de la moneda, caída del consumo, aumento de la pobreza). Pero la cifra total de la caída puede resultar engañosa, porque la CAL hace un registro de todo lo que se imprimió, y dentro de eso lo estrictamente literario es un 30%. Y aquí la caída de ejemplares impresos entre el 2016 y el 2018 es de un 29,6%. Cuesta imaginar que el desplome entre el 2014 al 2016 fue de más de un 36%, porque la caída de esos años no tuvo la magnitud del último periodo.

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La industria editorial argentina es quejumbrosa, eso decía Trini Vergara en una entrevista concedida a Culto el año pasado, cuando señalaba que las crisis servían, y que a ella en su sello V&R "la crisis del 2001-2002 nos obligó o nos sirvió para expandir el catálogo y ahí empezamos con el catálogo infantil y con productos de papelería, como agendas". Muchos sellos trasandinos en tiempos malos se han quedado en la queja, otros han hecho algo: por ejemplo, en esta última algunos optaron por distribución propia, otros bajaron tiradas y cantidad de títulos y otros más alertas están tratando de aprovechar el nicho extraliterario que ha demandado el feminismo (ley de aborto, #NiUnaMenos). De hecho uno de las características de esta feria es la cantidad de títulos vinculados a esta temática, que si bien no es una avalancha, sí muestra un cambio en las preferencias de los editores a la hora de publicar un título.

Pero quizá el aspecto más relevante de esta 45 edición de la Feria sea la presentación de Sinceramente, de la ex Presidenta Cristina Fernández de Kirchner, el próximo jueves 9 de mayo, y no solamente en el aspecto político (este año hay elecciones presidenciales y ella es la dirigente política que más mide en las encuestas), sino en lo vinculado a la industria del libro. Y es que sucede que antes de salir de imprenta el libro ya había agotado una edición (60 mil ejemplares), lo que obligó a que el sello, Sudamericana del grupo Penguin Random House (PRH), hiciera la segunda edición. Desde hace mucho tiempo esto no pasaba con un libro: de hecho, según la CAL, los bestsellers (en Argentina bestseller es un título que alcanza los 100 mil ejemplares vendidos) prácticamente había desaparecido. En 2016 hubo uno, #ChupaElPerro, de nuestro compatriota Germán Garmendia, el 2017 tres, y el 2018 ninguno. El libro de la ex Presidenta se acerca de este modo a ser el primer bestseller después de casi un año y medio. Y las 1200 librerías argentinas que hay, agobiadas por la caída del consumo, han visto en este título la posibilidad de obtener un alivio pasajero aunque sea, de ahí que muchas se hayan embarcado en una campaña de reserva o incluso preventa por las redes sociales.

En el día previo a la inauguración de la Feria se realizó el cóctel de las jornadas profesionales, al que van los que atienden los stands (vendedores y editores) y en el que se premia a la mejor editorial y a la mejor librería, y hay que decir que la crisis del sector saltaba a la vista en las más pequeñas cosas. Por nombrar una sola cosa, hasta hace unos años había platos pequeños de comida humeantes sobre largas mesas, hoy sólo se servían empanadas y pedazos de pizza. El clima no era el mejor; sin embargo, algunos, como el investigador en edición Alejandro Dujovne, tenía esperanzas en el proyecto de Instituto Nacional del Libro (INLA), que fue presentado en el anexo del Congreso Nacional el mismo día en que las jornadas profesionales comenzaron. Allí expusieron ante los legisladores escritores, como Claudia Piñeiro y Julián López, y él.

Básicamente Dujovne, resalta que en tiempos de crisis se sienten las bases de algo tan importante como este instituto, que permitirá trazar políticas de largo plazo para el libro trasandino, es algo que va más allá de la queja. El único sector de las artes que no cuenta con un instituto es la literatura, ya existen en música, cine y arte. Como él mismo observa: "Siendo el libro uno de los ámbitos de la cultura más importantes del país en términos económicos y simbólicos que tiene el país, históricamente no ha recibido políticas estratégicas de largo plazo. Hubo políticas mejores y peores, pero no hubo políticas estratégicas a largo plazo que permitieran que el sector del libro ganara una mayor posición en el mercado de habla hispana como la tuvo muchas décadas atrás".

Por su lado, Juan Manuel Pampín, gerente comercial de Corregidor y tesorero de la CAL, observa que si bien valora la creación del INLA, el presente es lo urgente que hay que atender: "Esta crisis no la puede evitar o eliminar la industria del libro, porque es consecuencia de la economía argentina". En relación al libro de la ex Presidenta, él cree que sólo beneficiará a PRH y marginalmente a las librerías, pero de ningún modo es un punto de partida para una potencial reactivación del sector.

Hay dos hechos que para la industria siempre son bienvenidos durante la Feria: el primero es la fuente de trabajo que ofrece a vendedores y libreros, que han visto en los últimos años cómo han cerrado las librerías, y la otra es que hay dos fechas en el año donde se registran las mayores ventas de libros: Navidad y durante el primer fin de semana de la Feria. De hecho el primer fin de semana suele ser la vara con la que la industria mide cómo será el resto del año. Y todos estuvieron atentos a eso.

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Por último y como no todos son cifras y evaluaciones catastróficas, la Feria también tiene una amplia oferta cultural, que se desplegará hasta el 13 de mayo próximo. La ciudad invitada, Barcelona, cuenta con una delegación constituida por escritores, ilustradores y editores, entre los que destacan Carlos Zanón, Marina Garcés, Marc Caellas, Jordi Gracia, Gemma Lienas. También esta delegación la conforman argentinos que viven hace un tiempo en la ciudad catalana: Edgardo Dobry, Horacio Altuna y Matías Néspolo. En los diálogos latinoamericanos, en tanto, figuran Carlos Gamerro, la chilena Adriana Valdés, cuya imagen está al costado del stand de nuestro país, Giuseppe Caputo, Ana Paula Maia, Lucía Puenzo. Pero además están los diálogos argentinos, que tiene una importancia superior este año que la de los diálogos latinoamericanos, y aquí estarán a partir del 1 de mayo Samanta Schweblin, Martín Kohan, Romina Paula y Carlos Busqued.

En relación a los precios de los libros, en verdad el rango de precios es amplio: desde ofertas de títulos saldeados a $2400 chilenos hasta ediciones de Alfaguara o Anagrama a $19.000 y más caros también. Entre los stands recomendados a visitar están aquellos de las editoriales independientes que se aliaron con el fin de ahorrar y compartir los costos: Carbono (Godot, Entropía, Gourmet Musical), Todo Libro es Político (La Cebra, Milena Caserola, Cactus), Sólidos Platónicos (Fiordo, Sigilo, Aquilina), El Salto (Gog & Magog, Dobra Robota, Compañía Naviera), La Coop, La Sensación (Mansalva, Blatt & Ríos, Iván Rosado) y por supuesto Los Siete Logos (Eterna Cadencia, Adriana Hidalgo, Caja Negra, Mardulce), que inició la moda de los stands colectivos hace varios años.

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