Puro talento

avello

Nunca ha traicionado su ADN, su tono pausado sin importar si en la platea hay dos personas o 15 mil, provocando una intimidad singular, como se evidenció en su presentación en Viña.


Actualmente no hay otro comediante chileno con más carisma y dominio escénico que Felipe Avello. Anoche subió a la Quinta Vergara y en un par de minutos ya tenía al público en el bolsillo, desplegando su estilo de humor –de stand up y cargado al absurdo-, muy diferente a lo que se ha visto en el Festival de Viña del Mar de los últimos años y que habría sido imposible de ver en ese escenario antes.

Hace 12 años, cuando el Festival también era organizado por TVN y Canal 13, Avello celebró su coronación de rey del evento sacándose en el agua la zunga que llevaba puesta, luego de advertir en su discurso a los directivos de los canales organizadores y al entonces Papa Benedicto XVI que se "cubriera con su velo". Días después, fue despedido de Canal 13 –que entonces le pertenecía a la iglesia católica-, al que acababa de incorporarse. Vaya clase de venganza se dio ayer.

Con una rutina enfocada en experiencias personales, además de guiños a la actualidad –apoyados muy acertadamente por imágenes que se proyectaban en una pantalla trasera- y personas del público que se subieron para bailar con él, tal como lo hizo en su notable presentación de Olmué 2017, Avello volvió a demostrar por qué es el mejor comediante del momento, logrando conectar con una rutina donde todo parece improvisado, aunque en rigor no lo sea. Parece que fuera tan fácil, tan simple, pero está lejos de serlo: lo de Avello es puro talento, forjado en años de carrera y presentaciones en bares, durante el último tiempo, para foguearse aplicadamente.

Sí, hace una década su estilo era más al límite y de nicho, pero en el fondo sigue siendo el mismo. Nunca ha traicionado su ADN, su tono pausado sin importar si en la platea hay dos personas o 15 mil, provocando una intimidad singular, como se evidenció en su presentación en Viña: graciosa, rápida, bien narrada, eficiente.

Su triunfo en la Quinta Vergara es el del humor inteligente, sin garabatos ni recurriendo al chiste fácil y añejo, ese de suegras, xenofóbico o que se burla de personas con discapacidades físicas ("o ese que se victimiza", como dijo el mismo Avello, para tratar de dar pena y ganarse una Gaviota, como ha pasado tanto en ese escenario). Es también la consolidación definitiva de un estilo único de hacer reír y toma la posta para su generación. Para que de aquí en adelante el Festival tenga esto como vara en el humor. Los que vengan ahora la tienen difícil.

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