El hombre en el castillo

J.DSalingerWEB

Mi teoría, nada de original, es que Salinger y su obra arrastró el trauma de la guerra en la que participó y que le produjo un colapso nervioso del que nunca se recuperó -como lo sufrió el sargento X de Para Esmé, con amor y sordidez-, esto explica su obra y su posterior oda a la vida retirada.


¿Qué quedó del hombre del castillo de Cornish? Puro mito. El mismo que Salinger se esforzó por evitar pero que finalmente le pasó por encima como aplanadora. Así el escritor se hizo famoso por no querer serlo. El viejo Grinch recluido en su parcela castillo. El mismo que escribió, se dice, decenas de novelas y cuentos que se mantienen inéditos en una bóveda y que un día saldrán a la luz. El que le dio el absurdo motivo a Chapman para dispararle a Lennon. El que creó la moda -que en realidad pocos imitan- de ocultarse de las luces y el ranking. El que inventó, por oposición, los reality. Se intenta imitar su voz cáustica, infantil y coloquial, es una pésima idea. A Salinger no solo hay que leerlo sino seguirlo como acólito convencido. No basta con adentrarse en el centro de su obra, es decir, El guardián entre el centeno, sino llegar hasta esos tentáculos multiformes que proporciona la familia Glass (en realidad el verdadero centro de la obra de Salinger). Es decir, transitar del mensaje liviano y juvenil de Holden Caulfield contra lo falso de los adultos, que le hace tanto sentido a todo joven con dudas existenciales después de dar la PSU, hasta tragarse esos santones vegetarianos de religiones oscuras que terminan siendo los superdotados hermanos Glass.

El legado más reconocible de Salinger es esa voz coloquial, encarnada principalmente en Holden, su anti solemnidad, incluido el truquillo ahora obsoleto pero tierno de hablarnos a los lectores, de interrogarnos sabiendo que no podemos responder. Lo anterior resumido en la pregunta que hace el protagonista al taxista que lo pasea por Nueva York: ¿Dónde van los patos de los estanques de Central Park cuando llega el invierno? Pregunta fundamental porque es absurda, porque no tiene respuesta, aunque de pasada responde qué es la literatura, es decir, preguntas sin respuestas. Más adelante las interrogantes escatológicas y santurronas chirrían y aburren. Entre medio quedó un libro de cuentos casi perfectos: Nueve cuentos, que incluye tal vez el mejor relato anti bélico que se ha escrito: "Para Esmé, con amor y sordidez"; el más terrible, Un día perfecto para el pez banana. Además de una joya corta indescifrable: Levantad, carpinteros, la viga del tejado.

Mi teoría, nada de original, es que Salinger y su obra arrastró el trauma de la guerra en la que participó y que le produjo un colapso nervioso del que nunca se recuperó -como lo sufrió el sargento X de "Para Esmé, con amor y sordidez"-, esto explica su obra y su posterior oda a la vida retirada. La guerra es el centro: la destrucción del ser humano exige redimirse, renacer purificado, limpio de ese pecado original que es matar. Salinger arrastra en esa purificación a los seres que más ama: sus personajes, al final se sacrifica por ellos, desaparece y se convierte en su guardián celoso e implacable cerrando con llave la puerta por dentro.

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