El artista que transformó el Paseo Bandera

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Dasic Fernández (32) vive entre Santiago y Nueva York, donde ha invadido Brooklyn con sus colores.


Dice que aunque nunca le han borrado un mural, los proyectos inmobiliarios sí hicieron desaparecer varias de las paredes donde Dasic Fernández (32) había plasmado su trabajo en el barrio Santa Isabel. "La había transformado en mi galería, me tomé varias de las esquinas e intersecciones, pero luego llegaron los edificios y botaron todo", dice el artista. "Uno de los factores de pintar en el espacio público es que lo que haces está expuesto a lo que puede pasar, llámese clima, inmobiliarias, personas. Esa fugacidad es parte de la obra y no me complica, claro que es bonito cuando pueden durar mucho más tiempo".

Todo eso, claro, fue antes de 2009, año en que se fue a probar, un viaje que duraría cinco meses, pero que hasta hoy lo tiene dividido entre su casa de Santiago y Brooklyn. Allá ha inundado ese y otros barrios de la Gran Manzana, como el Bronx y Queens, con sus coloridos murales, y sus obras han aparecido en diarios como The New York Times y New York Post. Entre medio también ha pintado muros en Brasil, Uruguay, Perú y Canadá. Hace un mes realizó un mural en Jamaica, en el mausoleo de Bob Marley, invitado por la familia del músico.

Por estos días, eso sí, está en Santiago concentrado en la segunda etapa de la remodelación de la calle Bandera. Hace un año exacto se inauguró el primer tramo del transformado Paseo peatonal, donde Fernández mostró su propuesta de coloridas tramas y juegos geométricos, y hace solo una semana se abrió la segunda etapa, que incluye murales en el suelo y los muros del bajo nivel que atraviesa bajo la Alameda.

El proyecto de 7 mil metros cuadrados, uno de los más extensos del mundo, lo asumió con su socio, el arquitecto de Estudio Victoria, Juan Carlos López. Entre las 200 personas que participaron, entre constructores y diseñadores, hubo 25 artistas entre locales y extranjeros, de Venezuela, Argentina, España y Perú. "Nos llegó esta idea del municipio de que querían sacar los autos de Bandera y poner algunas bancas, árboles. Tenían una idea muy básica y vaga. Nosotros sabíamos el potencial que tenía eso y decidimos armar un proyecto mayor", cuenta Fernández. Aunque dice que el diseño aún no está completo. "La primera parte costó $ 400 millones, todo con aportes de empresas privadas, ni el municipio ni el gobierno aportaron un peso. Ahora, sólo pintamos muros y suelo, pero falta toda la transformación con mobiliario y construcción de rampas, pero tampoco hemos recibido financiamiento público", aclara el artista.

Entre los transeúntes, turistas y vecinos de Santiago, el proyecto ha sido un éxito y rápidamente la calle Bandera se ha convertido en escenario favorito de las selfies. "En esta segunda etapa ya aparecieron los muros y era difícil no imaginarme a mis personajes en ellos. Aparecen entonces estas mujeres que dan la bienvenida los habitantes. El movimiento refuerza la idea de flujo y de volatilidad. Quise que la gente tuviese una experiencia completa entrando a esta especie de túnel. Siempre se dice que el centro es un lugar gris, monótono, para hacer trámites, la idea es que este lugar te abduzca de la rutina, invite a la creatividad y a soñar", dice el artista.

Antes de convertirse en muralista a tiempo completo, Fernández estudió cinco años de arquitectura, conocimiento que ahora le sirve junto a su socio en Estudio Victoria para seguir desarrollando proyectos de arte en espacios públicos. En 2016 se adjudicaron la realización del Homenaje a Nelson Mandela, escultura pública ubicada en el Parque Portales y ahora, tras el proyecto de calle Bandera, están postulando a nuevas licitaciones. "Me encantaría hacer proyectos como el de Bandera en regiones, creo que es súper necesario, ellos se merecen un trabajo de este nivel e impacto", dice Fernández.

Eso sí, el artista dedica la mitad de su tiempo a su trabajo de taller. Allí lleva a telas, los mismos motivos de sus muros, y los mueve en el circuito de galerías. Hace un tiempo trabaja con Wynwood Gallery de Miami. "Con los proyectos de espacio público es difícil lucrar, por eso también para mí el trabajo de estudio es súper importante. De todas formas yo tengo la política de que todo lo que vendo lo reinvierto en arte y gracias a que mi obra se vende bien en el extranjero, puedo hacer proyectos como estos. Además, tengo una hija de cuatro años y me motiva que ella pueda ver mi trabajo en las calles de su ciudad", concluye.

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