Charles Aznavour: el oficio del cantante

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En 2009, el francés se presentó en el Movistar Arena. Esta es la reseña que publicó La Tercera.


Aznavour mira hacia el cielo con el ceño fruncido, con la frente arrugada, como buscando una idea extraviada, como si estuviera tratando de recordar un nombre o una cara. Es un gesto teatral, rotundo, lleno de dramatismo, porque así es como este hombre de 85 años entiende el oficio de cantante: con sobriedad y profunda emoción.

Su pelo está cano y son suspensores los que sostienen sus pantalones. Pero el viejo francés está lejos de generar esa torpe compasión que despiertan los ancianos. Porque él es el primero que busca ahuyentar la mirada bondadosa con un aplomo de triunfador que no tiene edad y una garganta que, casi sorprendentemente, no ha perdido brillo ni matices. Hoy sus manos tiemblan y su cuerpo ya se advierte frágil, incluso un tanto más que en relación a su última visita –mayo de 2008 en el Espacio Riesco-. Pero ahí está este tipo viril cantándole al romance ("Apaga la luz"), a la separación ("Il faut savoir"), a la perdida juventud (la interpretación de "Sa jeunesse", original de 1957, fue uno de los puntos altos de la velada). Siempre en control y acompañado de nueve músicos y dos coristas que dan nuevos arreglos a viejas canciones.

Son 10 mil las personas que poblan el Movistar Arena (entre ellos rostros de la televisora organizadora del show como Francisca García Huidobro, Jordi Castell y Eva Gómez), pero no vuela una mosca cuando Aznavour canta. Su dominio es total y hasta conoce el momento exacto para retirarse y aumentar el volumen de un aplauso que viene cargado de emoción y merecido reconocimiento. "She", su más famosa canción cantada en inglés y original de 1974, sonaba en la medianía de una presentación tan sólida, tan contundente, que el anuncio de su inminente retiro, aunque totalmente probable, pareciera una mala broma. Algo que sencillamente no pasará nunca.

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