Álvaro Henríquez: el retorno del "jefe de jefes"

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A cuatro meses de ser trasplantado, el músico se presentó en la popular Yein Fonda.

Ante más de 2 mil personas, el líder de Los Tres volvió a los escenarios tras someterse a una operación de trasplante de hígado en mayo pasado.


Alvaro Henríquez estaba resguardado por dos de sus máximos héroes musicales. Lo miraban, lo protegían. Una imagen al lado derecho de La Yein Fonda de El tío Roberto Parra, y al izquierdo su hermana Violeta. Nada podía salir mal. Son las 01.10 de la madrugada. Las luces se apagan. Los Tres, nuevamente, entran a escena. La batería empieza a marcar el ritmo. La guitarra comienza a avisar. Y aparece por un costado la figura del mejor compositor chileno de los últimos 20 años: "Sopa de lagañas/ Dulce de sal…". Gato por liebre es la primera en interpretar. Su tono es prístino, y su guitarra Epiphone Casino suena maciza. No hay muestra alguna del complejo trance por el que pasó. Henríquez está de vuelta, oficialmente.

"Ha vuelto el jefe de jefes", se escuchaba desde el público, "¡grande maestro!", gritaban otros. Felicidad es lo que se ve en la banda y también en los más de 2 mil asistentes a la fonda. Y no es para menos, si tan solo hace cuatro meses las noticias eran desalentadoras: debía someterse de urgencia a un trasplante de hígado, donde era prioridad nacional, a causa de un daño hepático crónico. "Las cosas han evolucionado súper bien, más rápido de lo que pensábamos. Así que se lanzó no más, llegó bien para La Yein", cuenta su hermano Gonzalo, quien se ha encargado de su cuidado junto a la familia del artista.

"Me ha asombrado mucho su recuperación", dice Cuti Aste, socio histórico del penquista, que lo ha acompañado desde los inicios de Henríquez en la música, cuando ambos eran parte de La Regia Orquesta, el conjunto que musicalizaba en directo la histórica obra La Negra Ester. "Imagínate que hoy (sábado) vino a la prueba de sonido al mediodía, estuvo dos horas y media de pie, cantando y con las guitarras colgando". Otro testigo de ese hecho fue Pedropiedra, uno de los invitados al show: "Si uno calcula que te cambien una pieza y estar así (de bien) en un par de meses, es impresionante, la cagó".

Y es que las alertas se encendieron en enero de este año, cuando en un show en Talagante, el hombre de Traje desastre no pudo continuar con un show junto a Los Tres a causa de los malestares por los medicamentos que estaba tomando por su afección. Y días después en su último espectáculo en Calle Larga, tuvo que actuar sentado. Eso hasta su operación en la Clínica Las Condes en mayo pasado. "Ha estado con muchos cuidados especiales tras el post operatorio, que es lo que corresponde. Como no agarrarse un resfrío o cosas así", cuenta el líder de González y Los Asistentes.

Pero su recuperación sorprendió a todos, incluso a los mismos Café Tacvba, amigos entrañables del compositor, que en su show de agosto pasado en Chile lo invitaron a ver el espectáculo, sin embargo, el ex líder de Pettinellis, guitarra en mano, subió a cantar con ellos Déjate caer, desatando la euforia de los asistentes en el Gran Arena Monticello.

Luego vinieron los ensayos para algo que asomaba histórico: su vuelta oficial a los escenarios este sábado en el centro cultural Chimkowe, donde se hace La Yein Fonda. "Me emocioné la primera vez que llegó al ensayo. Estuve calladito, porque ya soltaba una lágrima, porque esto podría no haber ocurrido, así de sencillo. Estuvo de buen ánimo y cariñoso", revela Aste.

Y así fue. Henríquez llegó a las 21.00 horas al lugar. Tras las rancheras de Los Norteños del Sur, se acercaba el momento estelar de la noche. Cuando eran las 00.24 se proyectan unas emotivas imágenes con los momentos históricos de los penquistas, todo musicalizado en vivo por la actual formación del conjunto Sebastián Cabib (guitarra), Boris Ramírez (batería), más la compañía de Cuti Aste (acordeón, teclados), Tomás Gumucio (guitarra) y Paul Cortés (teclados). Luego entra el otro miembro original del grupo, Titae Lindl (bajo, contrabajo).

La fiesta comienza con No me falles, uno de los clásicos de La sangre en el cuerpo (1999). Es una versión remozada que la cantan junto al primer invitado de la noche, Pedropiedra. Quien luego de interpretar tres canciones junto al grupo, dos de Los Tres y una propia, se retira; formato que debía ser replicado durante la actuación por las otras figuras invitadas, María Colores y Gepe.

Pero cuando el hombre de Invierno sumó una canción más (Fruta y té), y Los Tres se retiraron de escena al minuto 45 de show, el aviso fue claro: era la hora de Álvaro Henríquez. De inmediato, los flashazos y la euforia se apoderó del lugar. El cantautor está más delgado, se mueve lento, pero no así sus manos, que recorren los trastes de su guitarra sin problemas en He barrido el sol, la segunda canción. Ya en la tercera, Hojas de té, su voz estaba caliente y llegaba a los agudos a la perfección. Para la siguiente, el desafío instrumental y vocal era mayor, La torre de Babel, pero la sorteó a la perfección. Luego de esto suelta sus primeras palabras: "Buenas noches, bienvenidos a Yein Fonda".

Tras Déjate caer, donde se le vio más movedizo, llega el momento de la sección acústica con la tripleta que renovó la cueca en los años 90: El Arrepentido, La vida que yo he pasado y el foxtrot Quien es la que viene allí, donde incluso en medio de la interpretación y en una jugada cómplice con la banda, se quedaron congelados por varios segundos para rematar con un típico cambio de letra de Henríquez: "Quién chucha es la que viene allí…".

Nuevamente con guitarra eléctrica en mano suelta La espada y la pared, se ríe, ya está en confianza, pero en medio del tema llega el momento de la reflexión con el coro de Hospital, de Petinnellis: "Le pido a ella que no piense en mí/ Si alguna vez me tocará morir". Todo finaliza con Un amor violento, junto a todos los invitados de la noche. "Muchas gracias", fueron sus últimas palabras en el show que terminó a las 02.00 de la madrugada, y del cual Henríquez se fue 40 minutos después. Y que en palabras de su manager, Jorge Curihual: "Álvaro quedó muy contento, se sintió muy bien".

Noche que marcó el retorno de una de las figuras más importantes del rock chileno, y no solo eso, sino que también fue el hombre que revitalizó el baile nacional. "No me cabe la menor duda, gracias al Álvaro Henríquez la cueca está viva", sentencia María Esther Zamora, nombre clave del folclor nacional.

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