Encuentros imaginarios y celebridades en las obras de Mark St. Germain

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Relatividad, con Tito Bustamante, Blanca Lewin y Alessandra Guerzoni.

El dramaturgo estadounidense y autor de Relatividad, aún en cartelera en el Teatro UC, acaba de estrenar la comedia Lección de baile en el Mori Vitacura.


Primero juntó a F. Scott Fitzgerald con Ernest Hemingway. Lo hizo el 4 de julio de 1937, cuando el autor de El gran Gatsby trabajaba contra reloj en un guión para la cadena MGM, mientras el segundo venía a distraerlo con una botella de alcohol debajo del brazo. Sabía de la destructiva amistad entre ambos, pero el dramaturgo y coterráneo suyo, Mark St. Germain (1955), creyó que aún hacía falta verlos exponer sus éxitos y fracasos con inquebrantable franqueza. Y aunque fuese en la ficción.

Aquella cita imaginaria dio pie al texto de En el jardín de Alá (2013), que no solo puso en el mapa a St. Germain como autor y director, sino que perfeccionó además una fórmula presente en otras de sus obras. En La última sesión de Freud, de 2009. el padre del psicoanálisis recibía a C.S. Lewis en septiembre de 1939, con la Segunda Guerra Mundial a la vuelta de la esquina.

En su más reciente trabajo, en tanto, Relatividad (2017), que hasta el 15 de septiembre se presenta en el Teatro UC dirigida por Héctor Morales, la ecuación es la misma. Ganador del premio Off Broadway Alliance 2011, St. Germain investigó hasta el más mínimo detalle en la vida privada del físico alemán Albert Einstein hasta dar con un gran vacío: la borroneada existencia de Lieserl, la hija a la que nunca reconoció y de la que solo se supo en 1986, a 30 años de la muerte del premio Nobel.

"Las preguntas u observaciones sin respuesta me llevan a investigar sobre personajes en particular. En Relatividad fue: '¿Qué pasó con la hija de Einstein? ¿Por qué todo rastro de ella fue eliminado?'", cuenta el dramaturgo desde EEUU. "Intento encontrar una idea para construir una obra. Una pregunta que la audiencia comparta. Aquí fue '¿tiene que ser un gran hombre un buen tipo en su vida privada?' Cada obra y cada pregunta son diferentes", agrega.

Sus obras no habían sido estrenadas en Chile hasta esta temporada, y sin embargo St. Germain acaba de desdoblarse en las tablas locales con Lección de baile (2014), que bajo la dirección de Aranzazú Yancovic (El curioso incidente del perro a medianoche) debutó el viernes en el Mori Vitacura, protagonizada por Cristián Campos y María José Prieto.

Coproducida por The Cow Company (Sunset Limited y El padre), que en 2019 estrenará una versión de La última sesión de Freud, la historia recae en Gregory, reputado profesor universitario que está a punto de asistir a una ceremonia en la que será premiado. Sus nulas capacidades sociales y rechazo al contacto físico lo llevan a golpear la puerta de su vecina, Brenda, una bailarina que se recupera de una lesión, para que le enseñe a bailar. La bella mujer desconoce, sin embargo, que Gregory padece Síndrome de Asperger.

"Lección de baile no fue resultado de una investigación, sino de una experiencia personal", cuenta St. Germain. "Hace unos 15 años, pasé algunos veranos en compañía de un niño autista y sus padres. El chico no hizo contacto visual y nunca entró en una conversación. Probablemente tenía seis o siete años", recuerda. Recién en 2013 y mientras caminaba por las calles de Nueva York, el dramaturgo se encontró nuevamente con el mismo hombre y su hijo, aunque el autor no lo reconoció.

"El joven me contó sobre su trabajo con entusiasmo, y su padre, que debe haber visto mi confusión, le preguntó a su hijo si se acordaba de mí y él dijo: 'Sí. Vive en Rutherford, Nueva Jersey, y tiene dos hijos, Daniel y Katie. Su cumpleaños es...'. Continuó durante unos minutos y me fascinó, pues gracias a él y a sus padres, el joven había podido ingresar en la sociedad a pesar de su autismo. Este encuentro me hizo pensar en la posibilidad de presentar una historia similar en el escenario, y una comedia era la mejor opción".

-¿Sigue Ud. la tradición realista de autores como Miller, O'Neill, Williams o Albee?

-Los dramaturgos que mencionas han sido parte de mi educación y mi atracción por el teatro. Esos y muchos más. En la universidad investigué varias de sus obras, más de 100, y fue una gran escuela a pesar de que no sigo esa tradición. Me asombra mucho, eso sí, que autores como estos, de pueblos pequeños y sin conexiones artísticas, pudieran volverse parte de ese mundo y poblar la historia del teatro.

St. Germain prefiere resaltar el trabajo de sus contemporáneos, como David Mamet (1947): "Es increíblemente diverso en su trabajo. Utiliza sus obras para profundizar en las personas y los problemas actuales para descubrir qué los impulsa. Su foro como escritor presenta sus puntos de vista y críticas, y siempre vale la pena escucharlo", comenta.

-¿Ha pensado, como el propio Mamet, en escribir una obra sobre Donald Trump?

-No, ni pensarlo. A excepción de los nativos americanos, los EEUU están compuestos por inmigrantes de otros países, y Donald Trump no parece darse cuenta de eso, o la razón por la cual la Estatua de la Libertad es un símbolo importante. Pero la democracia, por su naturaleza, puede cometer errores. No así el teatro. Al menos hoy, ahondar en sus ideas sería cometer otro error que como autor no estoy dispuesto a correr.

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