Congreso presentó su último disco a tablero vuelto

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A punto de cumplir medio siglo de música ininterrumpida, la banda Congreso probó la vigencia de su fórmula de alto vuelo musical y perseverancia sin igual, al presentar su último disco —el mejor del año, según la crítica— con dos memorables conciertos a tablero vuelto.


La canción que te debía se llama el último álbum de Congreso, la histórica banda de Quilpué que el próximo año celebra medio siglo ininterrumpido de música.

Justamente echando mano a ese trabajo, ayer en una repleta nave central de Matucana 100, la agrupación comandada por el baterista Sergio "Tilo" González y el cantante Francisco Sazo dio cuenta de su particular vigencia, una que llama la atención por tratarse de músicos que fácilmente podrían sobrevivir de su ilustre pasado.

Por el contrario, los formados en la Región de Valparaíso insisten en crear sin temor al riesgo, en tocar la tecla de la vigencia, pero no una subordinada a las exigencias del mercado: Congreso sigue publicando álbumes de encomiable peso artístico, lo que justamente vino a señalar la última entrega de los Premios Pulsar, donde se llevaron el reconocimiento a Mejor disco del año.

La jornada comenzó con "El viaje", un tema que observa a la migración y hace eco de "Reencuentro" (Aire puro, 1990), para avanzar con una canción de pérdida, "La sombra de un sueño", donde la banda parece tener todo un músculo: a lo ancho de su discografía Congreso carga con todo un catálogo de canciones nostálgicas que conversan en perfecta armonía con la poesía lárica de alguien como Jorge Teillier.

Más adelante hacen el promocional "Premio de consuelo", que pone los versos de Octavio Paz sobre un ritmo nortino, y el tema que nombra al disco, "La canción que te debía", que nace de una dedicatoria de Tilo González a su hija y que terminó siendo un homenaje a las familias de la banda —algo que Francisco Sazo llamó alguna vez "el abandono artístico" de los músicos hacia sus seres queridos—.

Ambos fueron los más coreados por el numeroso séquito de los honorables, junto al homenaje a la obra en dictadura de Pedro Lemebel y Francisco Casas, el pesado "A las Yeguas del Apocalipsis", tocado con el bajo de Federico Faure con distorsión y la batería de González con los platillos abiertos.

Formados al alero del gobierno de Frei padre, Congreso publicó su primer disco durante la UP y sobrevivieron al apagón cultural y la dictadura sin exiliarse. La rigurosa vigilancia estatal la sobrellevaron con música fusión, intensos pasajes instrumentales y letras más o menos crípticas.

La noche del domingo, los hombres de "Dónde estarás" cerraron su segunda presentación del fin de semana con una versión extendida de "En todas las esquinas", tema emblemático del retorno a la democracia en Chile, uno cantado en lingala, esa lengua bantú hablada en una amplia zona centroafricana a la que la banda dio voz, con un despliegue notable del percusionista Raúl Aliaga, que en otros pasajes se hace cargo de la marimba tan característica del sonido de Congreso como el trabajo en saxo de Jaime Atenas y la omnipresencia de los teclados de Sebastián Almarza.

Un poco antes mostraron temas como "El rey Midas" ("la presentamos en un concurso de la Sofofa", ironizó Sazo), "Contemplación", que parece conversar con "Del volar de las palomas" de Los Blops, y la sentida "París 2016", una íntima historia de amor y enfermedad entre el baterista y la cantautora Magdalena Matthey, todas interpretadas en compañía del guitarrista Simón González.

Con un catálogo tan robusto como fundamental, incluso dentro del cancionero latinoamericano, para el cierre dieron espacio a su repertorio más conocido, con "El cielito de mi pieza" (Terra incógnita, 1975) e "Hijo del diluvio" (Viaje por la cresta del mundo, 1981) como estandartes, pasando casi de largo sus trabajos publicados en este milenio: discos importantes como La loca sin zapatos (2001) y Con los ojos en la calle (2010), del que únicamente mostraron "Y tus ojos no me dejan de mirar (a Lupercio, el del dancing)".

En poco más de 150 minutos, la banda que completa el flautista Hugo Pirovich desplegó la vigencia de una fórmula rica en recursos instrumentales y un alto desarrollo musical. Pero más importante todavía: si hay una certeza al hablar de Congreso, es que, a estas alturas, parecen perfilarse como la banda que mejor ha sobrellevado el avance del tiempo en la historia de la música popular chilena.

Fotos: Manu Rojas.

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