Una Tosca inaceptable

Tosca

Es hora de que el Municipal replantee su elección, especialmente de elencos, porque propuestas como la vivida en la Opera Estelar no se pueden aceptar, y menos pagar.


Más allá de hacer una crítica detallada a la Tosca con segundo elenco -llamada Opera Estelar- que presentó el Municipal de Santiago, ésta sirvió para reflexionar en torno a cómo se elige el casting. Pues lo que se vio y escuchó en el estreno no es lo que se supone que debe ofrecer la principal sala operística de la capital.

La opción de traer cantantes extranjeros -en este caso, de Armenia y Rusia- no es sinónimo de calidad. Y en esta Tosca quedó más que demostrado con un elenco totalmente deficiente. ¿En qué pensaba el encargado de casting? Se supone que, dado su conocimiento en el tema, elegirá dependiendo de quién es apto para cada rol. Pero, sobre todo, habrá escuchado antes a los intérpretes. Aquí parece que no fue así. En el país hay buenos cantantes, la ópera habría funcionado mejor con ellos. Y si no son del gusto de la dirección del Municipal, bastaba con cruzar la cordillera para encontrar artistas sólidos y no incurrir en gastos mayores, como significa cruzar el Atlántico.

El otro gran problema es la mala educación que se entrega con reiterativas puestas de bajo nivel, de modo que el público ya no distingue la calidad. De otra manera no se explican las reacciones positivas que suelen escucharse en el teatro y que, en general, son similares en buenas como en malas producciones; los aplausos no se diferencian.

Si bien ya se comentó con motivo del estreno internacional de la ópera pucciniana la puesta en escena de Willy Decker -y escenografía y vestuario de Wolfgang Gussmann-, vale recordar que ésta, visualmente despojada, busca centrarse en la carga dramática que le es inherente, de manera que sus intérpretes luzcan en todas sus facetas vocales y actorales. Pero al fallar esto último, fracasa la intención del regisseur y lo que se percibe es sencillamente una propuesta pobre.

Con un trío de cantantes que desmereció la obra de Puccini, el tenor Artem Golubev dio pie a que el mediocre se convierta en figura, pues salvó a Cavaradossi en lo actoral, pero su poco agraciado timbre y sus serios problemas en los agudos, todos forzados, no ayudaron. La soprano Lilit Soghomonyan no tiene ni el empuje ni la energía, y menos la proyección vocal, para afrontar a Tosca. Lo peor de todo fue el bochornoso Scarpia del bajo-barítono Alexander Krasnov, exento de sutileza, impreciso musicalmente, disonante y desprovisto como actor.

Ante este panorama poco o nada pudo hacer el director Pedro-Pablo Prudencio, que ha demostrado sus dotes en otras oportunidades, pero esta vez quedó en deuda ante una Orquesta Filarmónica caótica, que no pudo afrontar la riqueza de la partitura.

Es hora de que el Municipal replantee su elección, especialmente de elencos, porque propuestas como la vivida en la Opera Estelar no se pueden aceptar, y menos pagar.

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