George Saunders: "Con esta novela quería evitar las trampas obvias de la ficción histórica"

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Académico de la Universidad de Syracusa, el autor recibió el Premio Booker 2017 por Lincoln en el Bardo, novela que acaba de llegar a librerías chilenas. Armado de fuentes reales y ficticias, en ella recrea un episodio doloroso en la vida del ex Presidente de EEUU: la noche en que entró a la tumba de su hijo Willie, de 11 años, y sacó su cuerpo.


Todo sucede una sola noche de febrero de 1862. Abraham Lincoln entra a escondidas a un cementerio, abre una tumba y saca el cadáver de un niño. El Presidente de Estados Unidos se arrodilla, llora, e incluso le habla al cuerpo de quien fuera Willie Lincoln, su hijo muerto a los 11 años por culpa de una fiebre tifoidea. "No existe mucho material primario sobre Willie, pero lo que hay sugiere que era un niño dulce, precoz, a veces travieso, y que ejerció un cierto hechizo positivo en los que lo rodearon, alguien que tendría un gran futuro. Todo esto, por supuesto, hizo que su muerte temprana fuera mucho más trágica", dice George Saunders (Amarillo, Texas, 1958) sobre Lincoln en el Bardo, novela ganadora del premio Booker 2017 y que acaba de llegar a librerías locales por el sello Seix Barral.

En Lincoln en el Bardo el premiado autor revisita aquel episodio personal del presidente de EEUU. Pero con una vuelta de tuerca: todo se cuenta desde el Bardo, la sala budista que hay entre la muerte y la siguiente encarnación. Y no solo eso, ya que Saunders divide la narración en 166 voces ordenadas y desordenadas a lo largo de 108 capítulos. Por momentos Lincoln en el Bardo se lee como una obra de teatro y en otros como una crónica oral con fuentes documentales -algunas reales y algunas inventadas-, en torno a la vida de Lincoln y su contexto histórico.

"Mi objetivo principal con esta novela era evitar las trampas obvias de la llamada ficción histórica. Quería mantener las cosas vivas y sorprendentes", asegura. "Por eso a lo largo de los años busqué un modo que fuera difícil, desafiante y sorprendente de narrar este capítulo. Y que me mantuviera, por así decirlo, alejado del piloto automático".

Practicante de budismo tibetano, Saunders es considerado uno de los mejores cuentistas contemporáneos. Actualmente es profesor en la Universidad de Syracusa (en el estado de Nueva York), donde a principios de los 90 cursó una maestría de escritura creativa bajo la tutela de Tobias Wolff, maestro del relato estadounidense.

"La alegría de escribir es que uno nunca está seguro de lo que 'trata' el libro, incluso una vez lo haya terminado. Tal vez se comienza con un objetivo flojo ('describir la noche en que Lincoln ingresó a la tumba de su hijo'), pero la alegría del proceso radica en conocer los mil pequeños 'cómo sucedió' que surgen en el camino", dice Saunders desde España mientras finaliza una gira de promoción que lo ha llevado por diversos países y lectores. "Y cuando uno termina de escribir, lo que se ha creado es más grande y más complejo de lo que nunca se hubiera imaginado al principio. Es un proceso tan misterioso como emocionante".

- ¿Diría que Lincoln en el Bardo es sobre fantasmas o almas atrapadas?

- Siempre pensé que eso era un fantasma: un alma atrapada. En el caso de esta novela, las almas no pudieron "satisfacerse" en vida como para abandonarla del todo y por eso se lamentan tanto, tienen deseos incumplidos, etc. Pero además tienen otro problema: no saben (o no reconocen) que están muertas. Ahí es donde, para mí, el proceso de escribir la novela se profundizó, ya que a veces me doy cuenta de que no sé que estoy vivo; es decir: no siento que sea temporal y que algún día moriré. Al igual que esos seres en la novela, los humanos creemos en una realidad delirante ("Yo soy permanente, la muerte solo le sucede a los demás"). Y esta constante falsedad a veces nos pasa la cuenta.

- ¿Le impactó algo particular sobre la reacción de Lincoln ante la muerte de su hijo?

- Realmente no se sabe mucho, excepto que los periódicos de la época informaron que había ingresado a la cripta "en varias ocasiones", y que no se recuperó por el resto de su vida (solo vivió tres años más). Incluso el día antes de su asesinato Lincoln conversó con su esposa sobre lo triste y difícil que había sido su relación desde la muerte de Willie; le decía a ella: "intentemos ser mejores el uno al otro". Me pareció muy conmovedor que nuestra forma convencional de procesar la muerte de un ser querido, sea todo pensar como un capítulo que se "cierra", lo cual puede ser una salida fácil y hasta falsa. Porque hay dolores que son eternos.

- En su novela hay un juego muy interesante que se produce al mezclar fuentes verdaderas e inventadas. ¿Qué buscaba conseguir?

- Sí, esto es, para mí, otro aspecto de la impermanencia: uno no recuerda eventos de la misma manera en que sucedieron, por mucho que nos gustaría lo contrario. Y esto es algo que debería hacernos más humildes frente a la vida. Es hermoso y extraño pensar que si reúnes a tus cinco mejores amigos de la infancia y les pides que te recuerden, la persona que surgirá puede que sea completamente nueva e irreconocible para ti. De alguna manera quería explorar esa idea en este libro.

- Kurt Vonnegut dijo que los escritores son como el canario en la mina de carbón: ayudan a prever las explosiones. Usted es un escritor estadounidense que vive y escribe durante la presidencia de Trump, ¿qué puede decir acerca de su país en este momento?, ¿cómo está la mina de carbón?

- Me temo que esta mina de carbón se ha estado llenando de gas durante años. Y Trump es tanto el resultado como la causa. Es curioso porque ahora puedo ver que había algo de Trump en muchos de mis personajes, comenzando con Guerracivilandia en ruinas, de 1996. Puede ser que algunos líderes habiten ciertos compartimentos de nuestra psiquis nacional. Trump es muy estadounidense; de alguna manera combina, aunque en forma exagerada, muchos aspectos que rondan desde la creación de EEUU.

- ¿Y cómo ve el clima intelectual en estos momentos?

Lo encuentro muy estimulante. Las personas se activan, algunos bocios se revientan (racismo, sexismo, etc.), y hay cosas que ya nunca más sucederán en el status quo. He presentado este libro en muchas universidades y librerías, y me siento emocionado e inspirado por la energía intelectual que he visto, especialmente en los jóvenes que todavía creen en la literatura y saben que ésta no se puede pasar por alto la vida moral y cultural del país. Por supuesto puede que sea demasiado optimista (otro día podría responderte a esta pregunta de manera diferente), pero veo que la gente se ha encendido.

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