Francisco Brugnoli, director del MAC: "Lo de Rebeca Matte es un daño de lesa majestad"

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El artista local reconoce que lo ocurrido con la escultura Ícaro y Dédalo, frente al Bellas Artes, es un síntoma de la "mala salud cultural" que padece el país.


Piensa en el monumento al General René Schneider que Carlos Ortúzar instaló en la Av. Kennedy en 1971. O en Ferrum y Flora (1999), la obra del escultor Federico Assler que en 2013 fue removida de su lugar en la ribera del Biobío, en Concepción, para dar lugar al memorial del 27/F. Al teléfono desde su departamento frente al Parque Forestal y el museo que dirige hace 30 años, Francisco Brugnoli (82) cree que los daños que sufrió la escultura Icaro y Dédalo de Rebeca Matte son un síntoma más de la "mala salud cultural" chilena que, a estas alturas, se ha vuelto crónica, dice.

"Lo que ocurrió con la escultura de Rebeca Matte acabó con la escultura de Rebeca Matte. Hoy ha nacido la escultura con el pie quebrado, y eso es lo que se está mostrando como imaginario público y se administra también como un golpe que va más allá de lo material. Apunta a un golpe que le da la autoridad a un elemento icónico público" agrega.

-¿A qué se refiere?

-Si tú pones algo en el espacio público, lo que haces es determinar un imaginario público también. Nuestra cultura urbana está ligada a monumentos, edificios, avenidas, parques, etc., y en la medida de que eso subsiste y es valorable, es que valoras también la ciudad en que vives. Si Santiago tiene una serie de obras, la misma ciudad debe hacerse responsable de su cuidado. Yo calificaría lo de Rebeca Matte como un daño de lesa majestad.

-¿Recuerda otro caso similar?

-Son varios, lamentablemente. Incluso los robos pasan mucho más inadvertidos. Hace años se registraron robos y mutilaciones de varias esculturas de Blanca Merino, Marta Colvin, José Perotti y Rebeca Matte desde el Cementerio General, pero no hubo mayor comentario. Quiere decir entonces que el Cementerio General y todo lo que está ahí dentro no tiene valor para el público ni para el Estado.

-¿Cuestiona la visión y labor de las autoridades?

-En parte, sí. El Ministerio de Obras Públicas encontró la solución y creó la Comisión Antúnez (1994), pero habría que preguntarse si todos esos acuerdos, resultados de concursos y fallos son lo suficientemente valiosos o contribuyen al desarrollo o cuidado de esta salud cultural de la que hablo. Pero la iniciativa no es mala.Yo propondría mirar los casos de México y Argentina, y desde luego los europeos.

-¿Qué destaca Ud. de allá?

-Sobre todo el criterio y antojo. Acá nos falta instalar obras de artistas que nos parezcan notables y gratuitamente, que no solo sean conmemorativas. Francisco Gazitúa ha hecho algunas en el sector alto, y entre los monumentos históricos siempre cito el del General Schneider de Carlos Ortúzar, al que ahora le hicieron una casucha que lo hace parecer una chimenea, pues están arreglando Américo Vespucio. Es espantoso, similar al pie roto de la Rebeca Matte, pero nadie dice nada.

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