Tarkovski y sus lecciones para atrapar la vida

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En un nuevo ensayo publicado en español, el cineasta ruso explica cómo se hace, desde dentro, una película, pero una película entendida como una obra de arte.


Esculpir en el tiempo (Rialp), el ensayo definitivo para entender el cine de Andréi Tarkovski, ha sido reeditado desde hace décadas como un volumen fundamental para la reflexión fílmica de uno de los grandes nombres del cine de autor. Sin embargo, el director de La infancia de Iván (1961) dejó otro escrito previo a su muerte, que constituye su testamento vital y artístico.

A semejanza de Diario (Ediciones UDP), el colosal volumen del cineasta chileno Raúl Ruiz, Atrapad la vida: lecciones del cine para escultores del tiempo (Errata Naturae) —de reciente edición en español— se sumerge en las anécdotas de rodajes, secretos, obsesiones, sueños y reflexiones a propósito de los directores que más influyeron en el autor soviético: Robert Bresson, Serguéi Eisenstein, François Truffaut y, sobre todo, Ingmar Bergman, cuyo cine analiza minuciosamente.

En el libro, Tarkovski desarrolla la visión del cine que construyó a lo largo de toda una vida y dispara —sin medias tintas— tanto a la censura del estado soviético como contra esa otra, más vaporosa y sutil, de la sociedad de consumo.

En el volumen traducido por Marta Rebón y Ferran Mateo, Tarkovski explica cómo se hace, desde dentro, una película, pero una película entendida como una obra de arte; una película —según el soviético—, como el acto creativo y espiritual de atrapar la vida.

"Una imagen solo será cinematográfica si conservamos la condición indispensable de que no solo ella viva en el tiempo, sino que también el tiempo viva en ella", teoriza el autor.

Con cierto barniz teórico —siempre rabioso y apasionante—, Tarkovski profundiza en materias como filmar una película con el guión de otro ("Un auténtico guión solo lo puede crear el director, o puede surgir como resultado de una colaboración ideal entre un director y un escritor") o las técnicas de montaje ("Cada película, en su totalidad, está comprendida dentro de un plano, hasta el punto de que, después de haber visto uno solo, me parece que se puede juzgar con seguridad el talento de la persona que la ha rodado"), resaltando que el cine se remonta "no solo a los pioneros del cine soviético, sino también a la gran literatura, a la poesía y a la cultura rusas".

"El cine es un arte capaz de crear obras inmortales, parecidas a las que fueron creadas en el pasado y con las que tiene que soportar la comparación", añade el autor de Nostalgia, antes de cerrar con la frase: "Y estoy convencido que la creación de una obra de arte tiene sentido".

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