Almudena Grandes: "A los aliados Franco les gustaba más que los demócratas"

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La autora de Atlas de geografía humana presentó ayer en la Feria del Libro su nueva novela, Los pacientes del doctor García, la historia de una red de evasión de criminales nazis en España.


Simpática y encantadora, Clarita -como la llamaba todo el mundo- fue una pionera. En varios sentidos. Nacida en España de padres alemanes, Clara Stauffer conoció la gloria deportiva en los años 30: fue campeona de natación y de esquí. La joven educada en Alemania conoció también el poder de la influencia política: fue la encargada de propaganda de la Falange Femenina. Y no es todo: admiradora de Hitler, se volvió un enlace entre el franquismo y el Tercer Reich y, tras la guerra, lideró una red de evasión de criminales nazis.

"Ella es muy fascinante", dice la escritora española Almudena Grandes (Madrid, 1960), en un hotel del centro de Santiago. La autora de Atlas de geografía humana se encontró con la historia de Clara Stauffer (1904 – 1984) hace 10 años en un libro de investigación periodística. "Para mí lo más llamativo en un primer momento fue donde vivía, en Galileo 14, muy cerca de mi casa, en el barrio de Argüelles de Madrid. La idea de que hubiera funcionado una Odessa tan cerca de mi casa me fascinó. Y cuando empecé a descubrir cómo era ella, me obsesionó: el motor de la novela ha sido Clara", agrega.

La novela se titula Los pacientes del doctor García, fue publicada en septiembre en España y presentada ayer por su autora en la Feria del Libro de Santiago. Editada por Tusquets, es la cuarta entrega de la saga Episodios de la Guerra Interminable, donde la novelista se propuso narrar aspectos desconocidos de los últimos 25 años del franquismo, desde el fin de la Guerra Civil.

La historia real de Clara Stauffer le sirve de base a la autora para escribir una novela de espías, exilio, política y amistad. En ella dos amigos -un diplomático en el exilio y un doctor republicano que vive con identidad falsa en Madrid- intentan infiltrar la red de fuga de criminales nazis. Con el ritmo del thriller y el aliento de la novela decimonónica, el relato cruza décadas y continentes y atraviesa desde la España de Franco al frente ruso y la Buenos Aires de Perón.

"Se dice que el franquismo protegió a Clara, pero ella, con esa doble nacionalidad y militancia, nazi y falangista, formaba parte del Estado franquista", dice la autora.

Los aliados pidieron su extradición…

En el 42, los aliados le entregaron a Franco una lista de 104 nombres, la lista negra, la lista de los alemanes odiosos, que fue como una raya roja en teoría: estos son los que nos tenéis que entregar porque si no se acaba nuestra tolerancia con el régimen. Pero no entregaron a ninguno. Clara era la única mujer en esa lista. Y los aliados describían su trabajo perfectamente. O sea que sabían lo que pasaba. La tragedia de España es que después de la Segunda Guerra a los aliados Franco les gustó más que los demócratas españoles. Aunque pasaba esto, no hicieron nada para evitarlo. Y eso da pie para el argumento de la novela, en que las autoridades republicanas en el exilio deciden infiltrar un hombre en la red para demostrar lo que pasaba en España, con la esperanza de que los aliados intervengan, y no intervinieron.

-¿Estaban más preocupados de Stalin?

Era la obsesión de la Guerra Fría. Hay una cosa que no se suele decir, es que los nazis perdieron la guerra pero ganaron la posguerra. Porque desde que perdieron la guerra lograron convencer a los aliados de que se habían equivocado de enemigo, de que el enemigo en realidad era Stalin y de que ellos podían ayudarles a luchar contra él. Entonces España quedó presa en esa lógica. Después de la Guerra Civil los aliados tenían miedo de que una democracia en España incrementara la influencia de Stalin, pero eso es absurdo: ellos se habían dividido Europa y Stalin se había quedado con el Este. Y se produce la gran paradoja de que a fines de los 40, los alemanes occidentales, los italianos, tenían libertades y estados dignos, con una inversión enorme de los aliados, y España siguió siendo una dictadura hasta que Franco murió.

-Hay muchas novelas sobre la Guerra Civil y Franco, pero ninguna había tocado este tema.

Decidí escribir estas historias cuando me di cuenta de que los españoles vivimos sobre una mina de oro, pisamos sobre un filón de historias, de héroes, de villanos, de cosas tan increíbles como una red de evasión de nazis que no se han contado.

-Ud. habla también de españoles en las SS alemanas

Se sabe que hubo españoles en la defensa de Berlín, antes de la caída. Lo que no se acababa de contar es que el único camino por el que un español pudo defender Berlín eran las SS. Tuvieron que incorporarse a unidades de voluntarios de las SS para llegar a Berlín.

-¿El doctor García tiene referentes reales?

Guillermo es un burgués republicano. Esta novela se convierte en reivindicación de una clase social que ha desaparecido del relato de la guerra y de la República. Si te fijas en las novelas y películas sobre la Guerra Civil, los republicanos suelen ser víctimas incultas, gente manipulable; se ha exterminado a la clase social que sostuvo la República. Y si la República no hubiera tenido catedráticos, juristas, pedagogos, ¿quién habría sostenido el Estado?

-Hay quienes, como el ensayista David Rieff, hablan de que vivimos en una dictadura de la memoria.

Eso de la dictadura de la memoria está muy bien, pero eso es para gente que ha hecho memoria. Cuando se murió Franco, la consigna que se emite es hay que olvidar para progresar. España es el único país de Europa que no tiene una política de memoria. Hay que dar vuelta la página, claro, pero primero hay que leerla.

-¿Qué le parecen los últimos hechos en Cataluña?

En las últimas horas tengo la sensación de que esto se ha acabado ya. Va a haber elecciones el 21 de diciembre y el independentismo va a ir. Hoy (ayer) ha dicho (Oriol) Junqueras (ex vicepresidente del gobierno catalán) que van a tener que tomar decisiones difíciles de entender. Es verdad que el independentismo logró atraer a mucha gente, pero con un relato irreal. La gente salió a marchar en Barcelona por la unidad de España. Yo creo que esto se ha acabado ya.

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