El productor más importante de Charly García

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Quince años marcaron la relación de trabajo entre el músico y Joe Blaney, el estadounidense que comenzó como ingeniero de sonido en su disco Clics modernos.


"Clics modernos, ese es el disco que más me gusta de todos los que hice con Charly —dice Blaney—. Él estaba en la cumbre de sus poderes. Al principio me pareció algo raro, pero bien pronto se hizo obvio que tanto él como Pedro Aznar tenían muchísimo talento. La performance de Charly en ese disco sigue siendo sencillamente asombrosa. En aquel entonces, él era muy tranquilo y profesional. No había muchos momentos locos o cosas raras. Esa era la primera vez que yo trabajaba con samplers y Emulators; recuerdo verlo poner el sonido del clarinete, y tocar como si fuera Benny Goodman en la década del 40. Lo que más me sorprendió fue el vocabulario musical que Charly tenía en su cabeza".

Según el productor, "era simplemente el hecho de escuchar un sonido y después, sin pensar, tocar exactamente como si fuera jazz clásico. Fue la primera vez que yo escuché a alguien samplear los discos de James Brown; más tarde eso se puso muy de moda con el rap. Estaba adelantado a su tiempo. Fue también la primera persona que yo conocí en usar instrumentos o tecladitos de juguete en Piano bar. Utilizaba cajas de ritmo que eran modelos de consumidor, cosas realmente diseñadas para ser vendidas a gente que no es profesional. Era muy gracioso oír un disco de rocanrol, con una buena banda tocando, y él con esa clase de sonidos de juguete. Charly está siempre lleno de sorpresas".

"En el disco con Mercedes (Alta fidelidad) yo traté por todos los medios de entenderme con él, pero no había manera —explica Blaney—. Sentía que él se estaba destruyendo y que no iba a parar. Mi sentimiento al verlo cada día era de sorpresa, onda 'ah, todavía estás vivo'. Conozco muy bien a Charly, pero me parece que, hoy por hoy, no lo entiendo. El tipo es realmente muy talentoso: sus habilidades, sus conocimientos como compositor, arreglador, sus conocimientos sobre armonía y melodía son muy profundos. Pocos artistas en esta industria han llegado a ponerse a su nivel. Es realmente un maestro en estas cosas. Pero además está el lado exterior de Charly, su estilo de vida en donde se parece al hombre en la luna. Es muy raro: no quiere aburrirse. A veces, su energía se vuelve un poco caótica, pierde foco, y obviamente hace todo difícil para la mayoría de nosotros. Estar dos o tres días sin dormir no es algo bueno; es difícil estar cerca de él y establecer una buena comunicación o una relación en momentos como esos".

"Lo que no olvidaré jamás es lo que vi en diciembre de 1996. Me invitaron al Congreso a un homenaje que le hacían a Mercedes Sosa. De repente, lo veo entrar a Charly cargando un tecladito y un equipo Marshall. Estaban los diputados y los senadores, pero el que captó la atención fue él. Le pusieron un microfonito, Charly subió al máximo el amplificador, tocó una nota y retumbó en todo el edificio. Fue muy gracioso ver a la clase dirigente argentina pegar un salto. Cuando comenzó a tocar su versión del Himno Nacional Argentino, su voz sonaba toda chillona, como distorsionada. Parecía Trent Reznor de Nine Inch Nails. Los políticos no lo podían creer".

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