Desde mañana la danza contemporánea invade el Municipal

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Bolero, coreografía de Maurice Béjart, destaca en el IV Festival de Coreógrafos. Además, por primera vez el Ballet de Santiago y el Banch unirán sus elencos.


Bolero, de Maurice Ravel, es una de las cumbres musicales del siglo XX. Fue una de las últimas obras que compuso el francés antes de que una desconocida enfermedad neurológica lo condenara al silencio los últimos años de su vida, y le fue encargada por la bailarina rusa Ida Rubinstein, quien fue la primera en bailarlo, con coreografía de Bronislava Nijinska en París. Simula una danza flamenca, y la atención se concentra en una sola bailarina que interpreta complejos movimientos sobre una mesa, rodeada por 36 hombres en la escena. Desde entonces, la obra ha sido inspiración para numerosos coreógrafos, y la versión del bailarín suizo Maurice Béjart es la más célebre.

A través del tiempo, los mejores bailarines del mundo han subido en solitario a la mesa para lucir su virtuosismo. Lo hicieron, entre otros, Maya Plisétskaya, Jorge Donn, Marcia Haydée y Sylvie Guillem, quien además escogió esta pieza para despedirse de los escenarios, en 2015.

Bolero es una de las tres obras que se presentarán en el 4to Festival de Coreógrafos, en el Municipal de Santiago, que se celebrará entre mañana y el próximo miércoles 2 de agosto.

"No cualquiera es elegido para bailar encima de la mesa, tiene que ser alguien especial", dice Cyril de Marval (Francia, 1968), quien está encargado de la reposición junto a Haydée. Este año, por primera vez un chileno abordará el rol en solitario, lo que será un hito en el festival. Se trata de Rodrigo Guzmán (Punta Arenas, 1979), bailarín estrella del Ballet de Santiago.

El mismo desafío asumirá Friedemann Vogel (Alemania, 1979), primer figura del Ballet de Sttutgart, quien llega a Chile como bailarín invitado. Vogel ha interpretado la pieza regularmente desde 2010, y en 2014 lo hizo sobre el escenario del Municipal de Santiago. "Cada vez que bailo Bolero es como un nuevo viaje", dice, "la principal dificultad es que la música es muy repetitiva, por lo que se pueden llegar a confundir las muchas secuencias de la coreografía".

El festival contempla el estreno Noces, de Mathieu Guilhaumon (Francia, 1979), director artístico del Banch. Se trata de una versión libre de Las bodas de Stravinsky, y marcará otra de las cumbres del encuentro, cuando los elencos completos del Banch y del Ballet de Santiago se unan por primera vez sobre el escenario del Teatro Municipal. Serán, en total, 60 bailarines en escena.

Guilhaumon dice nunca haber trabajado con un grupo tan grande. La pieza, aclara, conservará su estructura original en cuatro actos: la preparación de la novia, la preparación del novio, la partida de la novia y finalmente la boda. "El número de bailarines en escena es progresivo. Empieza un grupo reducido, luego se suman más y terminan todos juntos para la gran celebración de la boda", cuenta.

Completa la programación Cantata, del italiano Mauro Bigonzetti, con reposición del portugués Carlos Prado (1962), quien fue su asistente. Ritmos como la pizzica, serenata y tammurriata acompañan la danza, que se caracteriza por sus movimientos violentos, salvajes y enérgicos.

Las tres coreografías se repetirán cada día del festival y los precios de las entradas van de $ 3.000 a $ 47.000.

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