Benjamín Vicuña: "Esta Eva Perón no profana su estatua, sí le da carne y la cubre de una máscara"

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Desde la región francesa de Normandía, el intérprete chileno habla por primera vez de su rol como la ex primera dama en la obra de Copi, a tres décadas de su muerte. Bajo la dirección de Marcial Di Fonzo, el 8 de julio debutará en el Teatro Cervantes de Buenos Aires, y no exenta de polémicas.


Inmediatamente después de que Eva Perón falleciera a los 33 años de un cáncer uterino el 26 de julio de 1952, a su cuerpo le restarían otros 24 más en el absoluto anonimato. Embalsamada por orden del propio Juan Domingo Perón, y luego secuestrada y profanada por sus enemigos -por más de 10 años se creyó que sus restos eran los de María Maggi, una viuda italiana de la que poco y nada se supo-, acaso la figura más mítica de la política trasandina y estandarte de la lucha social de su país recién encontró su lugar de reposo definitivo en 1976. Ese año fue enterrada en el Cementerio de Recoleta, en Buenos Aires, donde hoy descansa bajo dos planchas de acero. Pero Evita, dicen no pocos, ya era inmortal.

Su cuerpo aún no retornaba al país vecino cuando el 24 de febrero de 1970, el dramaturgo argentino Raúl Damonte Taborde, más conocido como Copi (1909-1987), publicó una entrevista imaginaria con la ex primera dama en el periódico Le Figaro de Francia, donde vivía entonces. "¿Qué tono desearía usted que le dé a la pieza?", le preguntó: "El más atroz", contestó ella. Días después, el autor estrenó en el Teatro L'Eppée de Bois de París su polémica obra Eva Perón, en la que expuso la etapa final de su vida: ya enferma de cáncer y rodeada de pocos, revela las intimidades de su entorno en la espera de su propia muerte. Frente al Palacio Unzué, miles de fieles la despiden y lloran.

El debut terminó con la explosión de una bomba en el teatro, y por tres meses hubo funciones vigiladas por la policía. La razón pudo ser la única exigencia que Copi plasmó en su texto: que el personaje de la amada y odiada Eva Perón fuera, por siempre, interpretado por un hombre, como fue el caso del actor argentino Facundo Bo. En abril pasado, el imponente Teatro Cervantes de Buenos Aires anunció una nueva producción de la obra, que debutará el 8 de julio a cargo de Marcial Di Fonzo, quien ya había dirigido una versión local con Alfredo Castro en 2001. Pero fue el nombre del nuevo protagonista el que puso el grito en el cielo: Benjamín Vicuña.

Desde la región francesa de Normandía, donde ensaya más de 10 horas diarias, según cuenta, el actor chileno de 38 años habla por primera vez de su retorno al teatro argentino luego de Los elegidos (2013), y de su nuevo rol , que lo convertirá, quizá, en la Eva Perón más polémica.

-Diario Clarín publicó: "La noticia sorprendió no solo porque es un hombre, sino porque es chileno". ¿Esperaba tanto revuelo?

-Cuando me convocaron a este proyecto me interesó por ser el sueño de cualquier actor. Tener el tiempo de ensayar y dedicarme 100% a esto, estrenar en el Cervantes y además con un texto potente y de Copi, como éste, me tiene tan contento que no me siento interpelado por la polémica. No vivo del conflicto ni me gusta. No levanto esa bandera. Copi era un tipo que iba de frente, un provocador, y la obra tiene tantas capas que da pena que se genere este ruido que no tiene bien puesto el foco. En ese sentido estoy tranquilo, más de lo que cualquier actor argentino podría estarlo.

-¿Por qué?

-La imagen de Eva en Argentina sigue tan erguida como la de una estatua, para bien de muchos y mal de otros, y eso es difícil de derribar, sobre todo para un actor chileno. Aun así siento que un argentino podría desatar un conflicto más interno y político. No creo que sea mi caso. Hay que dejar que la obra hable por sí sola, verla en su totalidad.

-¿Vio la versión con Alfredo Castro en 2001?

La vi y recuerdo perfectamente. Incluso nos topamos con Alfredo el año pasado en México y me contó del proceso. Recién ahora le tomo el peso a sus palabras: "Será intenso y desgastador, pero sumamente divertido", me dijo. No podría estar más de acuerdo.

El peso de la historia

Fue la prensa de farándula la que filtró que Vicuña sería la nueva Eva Perón de Copi. La controversia fue tal, que incluso el director del Cervantes, Alejandro Tantanián, tuvo que salir a dar explicaciones: "Tenía que ser un hombre para el rol, y era necesario que fuera alguien con cierto conocimiento popular. Porque además de ver que es un hombre, deben saber que es Benjamín Vicuña", dijo. Di Fonzo lo respalda: "Benjamín audicionó entre 40 actores, argentinos y de otros países, y su designación tuvo que ver con su color y talento como intérprete, no por su nacionalidad. Que sea nuevamente un chileno es mera coincidencia", opina el director.

De entrada y salida en Argentina hace diez años, Vicuña sabe que el rol es particularmente sensible para varios: "Al final del texto, Perón, su marido, dice: 'Eva está viva y permanece viva'. La obra posee, insisto, tantas lecturas que algunos podrían creer que se trata de una caricatura u ofensa, y otros de un tributo. Hay quienes creen que es sacro y que se está sacando al personaje del monumento, pero a mi parecer esta Eva Perón no profana su estatua, sí le da carne y la cubre de una máscara que le permite ser políticamente incorrecta y a la vez alejarse del biopic", dice.

El montaje entrelazará el texto con otra obra de Copi, El homosexual o la dificultad de expresarse. Serán, en total, tres horas de espectáculo a cargo de siete actores. Y, tras su paso por Buenos Aires, girará por Francia, España y Uruguay. "Sueño con darla en Chile. Ya lo propuse, pero no está en mis manos", advierte Vicuña. De la Eva transexuada propuesta en el texto, en tanto, el actor cree que "exacerba rasgos que nacen y mueren en el imaginario de Copi. El personaje se nutre de la masculinidad del intérprete, y en ese sentido es rupturista, transgrede y podría herir susceptibilidades políticas, pero es también de una integridad maravillosa. Lo que hace el autor es descolocar al público, y todos los involucrados en el proyecto nos alineamos a eso".

-¿Cuál era su vínculo con el personaje antes de encarnarlo?

-Vivo parcialmente hace una década en Argentina, y sé lo que significa para muchos. Desde ahí, uno como actor trata de comprender la humanidad de los personajes, y yo estoy trabajando el mío desde los afectos, el ego, el narcisismo, el recuerdo, el legado, la trascendencia política y su idea de vivir y morir por la gente. Del otro lado está el contraste doméstico del maltrato, de la Eva actriz y su pánico a la muerte. Ella está preocupada de quién cuidará a su marido, y al mismo tiempo de planificar su muerte. "Si viví sola, puedo morir sola", dice. Para ella se acabó la comedia.

-¿Lo ha obligado a estudiar a la mujer detrás del personaje?

Conocía su biografía, y aunque he leído bastante decidí seguir la visión del autor a partir de la desaparición de su cuerpo. Eso para mí lo explica todo. Aun así me provoca curiosidad el fervor que despiertan ciertos personajes históricos, como ella. Esa reacción y pulso los tendremos recién después el estreno, pues será el público el que complete la obra. Ese es el riesgo y la trampa que su autor nos puso en frente.

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