Una vez, nada más

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Guardianes de la galaxia Vol 2. ofrece una propuesta más interesante a quien no vio la original y, por lo tanto, no conoce los recovecos de su sentido de la acción ni las sutilezas de sus personajes.


Este redactor no es de entusiasmarse, al menos no en principio, con el anuncio de una película que lleve grande el logo de alguna franquicia comiquera: ver a gente ya grandecita vestida con mallas para salvar algún planeta digitalizado no es muy estimulante, sobre todo habiendo tanta posibilidad de armar relatos y personajes. Pero mejor no hacer doctrina con eso. X-Men 2 y Hulk (la de Ang Lee), por dar un par de ejemplos, se probaron macizas producciones hollywoodenses.

Es lo que pasó en 2014, cuando llegaron los Guardianes de la galaxia. Este título "oscuro" del catálogo Marvel, como lo definió un ejecutivo del estudio homónimo, dio pie a una serie animada en los 80 y poco más. Mejor así para el director James Gunn, que presentó gozosamente al mundo a una pandilla improbable, tan entretenida como explosiva, huyendo no importa de quiénes, al ritmo de los 70 y los 80 (la cinta gatilló un revival del caset).

Ahora, están de vuelta. Son los mismos, y unos pocos más. Están Peter Quill, el huérfano treintañero de Missouri (Chris Pratt); Gamora, la ex asesina en busca de redención (Zoe Saldana), y Rocket, el seudo mapache sinvergüenza y divertido, que hace dupla con Drax, el gigantón. Esta vez pasa que, al tiempo que arranca de una soberana enfurecida por culpa de Rocket, Peter se entera de que tiene un padre: se llama Ego, nada menos (Kurt Russell, el imperecedero), y es amo y señor de un planeta que lleva su nombre. Una nueva y mejor vida parece anunciarse para los buenos. Pero acechan peligros varios, como debe imaginar el espectador.

Guardianes de la galaxia Vol 2., como tantas otras secuelas, le ofrece una propuesta más interesante a quien no vio la original, y que por lo tanto no conoce los recovecos de su sentido de la acción ni las sutilezas de sus personajes (que las hay). Dicho en corto, hay acción, humor y canciones setenteras a raudales, suficientes para dejar llenito al espectador que no frunza el ceño (sin mencionar los cerros de cultura pop, incluyendo un cameo de David Hasselhoff). Otra cosa es que la pandilla de condenados nos importe como antes. Esta segunda parte, que anuncia desde ya una tercera, nos recuerda que las buenas películas son como los grandes terremotos: asoman una vez. Réplicas, como la que hoy se estrena, hay por montones.

De James Gunn. Con Chris Pratt, Zoe Saldana, Kurt Russell. EEUU, 2017. 136 minutos.

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