Hall & Oates: "Nuestras canciones han soportado el paso del tiempo; no es fácil hacer eso"

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Una de las mitades de uno de los grupos más populares de las últimas décadas habla de su debut en Chile, de cómo se convirtieron en una máquina de hits, de crecer como hermanos con su compañero y de por qué renunciaron a seguir editando discos.


John Oates (71) arroja una risotada cuando se le menciona esto: en sus conciertos a bordo del dúo que integra con el cantante Daryl Hall, muchos fans llegan con unos frondosos bigotes postizos en homenaje a su atributo físico más característico, elocuente en las imágenes promocionales del dúo en sus días de gloria y también parte de tantos músicos, actores, deportistas, animadores o figuras del cine menos decoroso durante los 70. "Jajajá. Puede que sea un rasgo de la banda, pero para mí siempre fue sólo vello facial. Una extensión de mi cabello, ¿sabes? Es divertido, está bien si la gente quiere disfrazarse con ellos, porque se convirtieron en un símbolo", admite el cantautor, al teléfono con La Tercera desde Nashville.

Pero Hall & Oates tiene bastante más símbolos que unos bigotes seductores y machotes. Cualquiera que haya sintonizado la FM durante los 70, los 80 y parte de los 90, probablemente escuchó una seguidilla de éxitos irresistibles que iban de la balada al soul más melódico, como "Rich girl", "Kiss on my list", "I can't go for that (no can do)", "Maneater" y "Private eyes". Los mismos que coparon durante años los rankings y que los llevó a convertirse en el dúo musical más exitoso de todos los tiempos: está claro que su huella fue mucho más que los mostachos de Oates o el rubio ondulado de Hall.

"Claro, uno mira nuestras fotos y somos completamente diferentes", refuerza el hombre encargado de las guitarras y las segundas voces en la banda. "(Nuestro éxito) tuvo que ver con las canciones, las que han sido capaces de soportar el paso del tiempo; e incluso las más viejas aún suenan bien. No es fácil hacer eso. Porque cuando eres un escritor de canciones, es lo que intentas hacer, es tu meta y éxito definitivo: escribir algo que vivirá por siempre. Lo que hicimos es eso. Hoy un público más joven ha sido capaz de buscar nuestra música, como consecuencia de la aparición de internet, lo que es una doble alegría, porque como creador siempre deseamos que nuestro trabajo no pare nunca".

De hecho, a mediados de este año habrá otra prueba de que su trabajo no sólo no se detuvo, sino que también se extendió: los estadounidenses se presentarán por primera vez en Chile el sábado 8 de junio en el Movistar Arena. "Hemos oído muy buenas historias de Santiago y muchos fans nos han contactado a través de las redes sociales para decirnos cuán popular fueron nuestras canciones allá. Realmente no lo sabía, lo que fue una agradable y feliz sorpresa".

Ustedes consiguieron éxito en quizás la etapa más competitiva del pop comercial: los años de la onda disco, el pop electrónico, Michael Jackson, Prince y Madonna. ¿Fue muy difícil ganar un espacio en medio de todo ello?

No, no fue difícil. Siempre sentimos que estábamos liderando todo ese grupo de artistas, porque éramos los que más vendíamos. Así que no fue complejo competir. Por lo demás, nunca lo vi como competir, sólo hacíamos nuestras canciones, las pistas, las voces, y ahí venía el éxito. Era una consecuencia de la calidad de nuestro trabajo, no de una rivalidad con otros. Nunca nos preocuparon los músicos que iban a la par con lo que hacíamos. La idea mayor era superarnos a nosotros mismos.

Parecía que en los 80 ustedes no estaban obsesionados con sonar modernos y sus raíces apuntaban a las bandas de 20 años antes.

La música de los 50 y los 60 fue lo que más nos influenció a mí y a Daryl. Gracias a eso nos convertimos en músicos. Fue nuestro molde, pero cuando crecimos nos pusimos como objetivo encontrar nuestro propio sonido. Probamos distintos estilos y productores, hasta que lo encontramos.

Aunque sus primeros álbumes son más uniformes - como el debut Whole oats (1972) o Abandoned Luncheonette (1973)-, con los años fueron explorando otros perfiles, como en Voices (1980), donde están las señales del quiebre: mientras "Gotta lotta nerve (perfect perfect)" parece un tema de Devo, "Africa" podría estar sin problemas en un disco de The Cure. Oates vuelve a reír con la comparación: "Teníamos una mente muy abierta y absorbimos todo lo que había alrededor. Vivíamos en Nueva York en esos años, justo cuando llegó la new wave, el punk, el disco; tomamos mucha influencia de ahí".

¿Cómo ha cambiado con los años su relación con Daryl Hall?

Siempre ha sido como tener un hermano, como parte de mi familia. Es más bien como un hermano al que no ves todo el tiempo y puede que vivan en diferentes partes, pero cuando nos reunimos es como si todo fuera igual. Es probable que sea un lazo que se da una vez en la vida. Y nuestro proceso de creación tampoco ha cambiado: escribíamos por separado, obteníamos ideas para las canciones, y luego nos juntábamos a armar esas ideas. Eso no ha variado.

Hoy alguien puede descubrir a Hall & Oates por Spotify más que por la radio. ¿Le gusta esa modalidad de los nuevos tiempos?

No somos parte del negocio moderno, porque ya no publicamos discos. Nuestra música está allá afuera, vive en todos los formatos, además de sonar en vivo. Decidimos no competir en el sentido de lanzar álbumes y estar a tono con los tiempos, por lo que no me importa el negocio actual de la música. Eso sí, internet está disponible para que la gente encuentre lo que quiera y no sólo para que otro dicte qué música debe oír. Así es probable que muchos jóvenes nos hayan conocido. Y esta es una generación que tiene un punto de vista más amplio de la música.

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