Che Sandoval: "El cine no está hecho para educar"

Che Sandoval

Estrenada el año pasado, la tercera película del director chileno, Dry Martina, llega a Netflix en mayo. Es la historia de una cantante argentina venida a menos que se engancha de un "chilenito" y lo persigue hasta Santiago. En esta entrevista Sandoval habla de esta comedia que refleja la chilenidad y la argentinidad y que, de alguna forma, también cierra el ciclo que comenzó con su opus generacional y callejero: Te creís la más linda (pero erís la más puta).


Martina es una cantante argentina venida a menos. Tras una ruptura amorosa ha perdido su habilidad para cantar, así como para disfrutar del sexo. La llegada de Francisca, una fanática chilena que asegura ser su hermana, junto a su novio zorrón-futbolero César, llevan a Martina a viajar al otro lado de la cordillera, a Santiago, donde vivirá una segunda oportunidad amorosa y familiar.

Dry Martina, parte de las novedades de Netflix para mayo, es la tercera película de Che Sandoval, el director chileno que vive en Buenos Aires. Con esta cinta, asegura, cierra su trilogía sobre "personajes obsesionados con sus sexualidades y que en el camino se dan cuenta de que esas carencias están en otras partes".

Aunque si Te creís la más linda (2009) y Soy mucho mejor que voh (2013) tenían protagonistas masculinos, Dry Martina ofrece lo mismo y a la vez algo diferente, ya que es una historia sobre un personaje deambulando a la orilla, sin un norte demasiado claro, sí, pero en este caso además es la historia de una mujer en manos de un director hombre.

"El cine es un arte que demora muchos años. Cuando comencé a escribir la película del feminismo era una idea muy incipiente. Y no fue algo que me cuestioné, como eso de '¿y qué van a pensar de esto?'", aclara Sandoval sobre el timing de la cinta, ya que Dry Martina se estrenó durante un año de marchas feministas y #MeToo. Aunque claro: puede que Martina (Antonella Costa) no sea un modelo feminista. Porque Martina es, después de todo, humana. Tiene fallas. Altos y bajos. Y aciertos. Y se deja llevar por impulsos; en su caso, seguir a César, quien tampoco es el mejor ejemplo humano. Pero tampoco el peor.

Y además gracias a esta mala decisión –seguir a un veinteañero–, Martina conocerá quien podría ser su padre: Nacho (Patricio Contreras), un chileno que vivió por mucho tiempo en Argentina y en la actualidad un escritor exitoso, viudo y alguna vez mujeriego.

"Me dije, 'bueno, tengo que ver la forma de generar personajes femeninos que fueran potentes y complejos'. Pero ya me había enfrentado cuando me toco hacer el Naza (Soy mucho mejor que voh), lo de hacer un personaje que fuera mayor, que yo desconocía al tener 25 años. Y en ese momento me apoyé en el actor."

-¿Cómo te preparaste para crear una protagonista mujer: leíste algo en especial o viste ciertas películas con protagonistas mujeres?

-Una cosa es lo que está escrito y lo otro es el trabajo con el actor, porque ahí se le termina de dar el espesor a los personajes. Pero a la vez, el cine es complejo. Yo escribí el guión y dirigí, pero detrás de ese personaje hay una actriz que puso su voz y puso su cuerpo, hay una vestuarista que propuso en todas las decisiones, decidió cómo se vestía, un montajista, etc. Uno como director está para dar un concepto, pero al final el trabajo es colectivo. Y esa segunda lectura la traen los actores. No sale de la nada. Y yo sabía que me estaba metiendo en temas de la sexualidad femenina. Pero como te digo, el cine es un arte colectivo y no soy solo yo el responsable de haber generado a Martina y eso lo hace un personaje más complejo y rico.

-¿Y qué me puedes decir de lo musical? Martina sobrevive un poco gracias a la nostalgia noventera, pero ella no quiere hacer mucho con esa nostalgia. Incluso un poco como que re-huye esa carrera musical que de a poco se desvanece.

-Sí, bueno, como a todos. A nadie le gusta quedarse pegado en el one hit wonder. Sería frustrante para mi carrera si a los 45 me hablan de Te creís la más linda… y nada más. Pero también tiene que ver con que la película la hace regresar a la adolescencia. Martina se deconstruye mientras avanza la historia. Es un personaje que comienza quizás muy fuerte y muy autosuficiente. Pero muy cerrado. Y a medida que avanza abre estas corazas, como para reconstruirse. Porque tal vez ella había construido una versión del amor solo vinculado a lo sexual. Y hasta una visión de mundo. Y tal vez en la película descubre otros tipos de amor. En ese sentido, quizás como que la película narra una vuelta atrás.

-Martina busca algo de esa juventud que se le va a través del personaje de César y también de Francisca. ¿Siempre fue la idea tener una protagonista con contrapartes más jóvenes? Te lo pregunto porque también tú estás un poco al medio de esas generaciones, cuando antes (Te creís la más linda) eras tú escribiendo de tu generación.

-Martina vive en una cierta anarquía. No tiene padre, familia, pareja. Y yo quería que César fuera lo contrario a eso. Más vinculado a lo pasional, al deseo. Que no fuera una opción de futuro real. Porque nadie piensa, "Uy, estos van a construir algo". Así que me interesaba ese viaje al pasado forzado que hace que uno pueda volver a construir cosas que tal vez se construyeron de forma brusca. Yo creo que todos tenemos alguna sensación, emoción, el amor, un "uy, si hubiera conocido esto, otra hubiera sido mi vida". Bueno, creo que a Martina le pasa esto. Necesita ver el amor desde esta otra mirada. Por eso quería que estos personajes fueran jóvenes, para que así la ayudarán a deconstruirse. Igual es un viaje más al pasado de Martina. No es una película sobre que vaya a concretar cosas hacia su futuro.

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Por el guión de Dry Martina pasaron varias manos.

Y se nota.

Tras la historia estuvo el mismo Sandoval, así como el fallecido guionista Nicolás Wellmann y la autora María José Viera-Gallo y por último el escritor/director Martin Rejtman.

Todo esto, claro, es para subrayar una cosa: Dry Martina debe tener uno de los guiones e historias más sólidos del cine chileno de los últimos años. No hay salidas fáciles ni telenovelescas. Tampoco es una historia densa y cercana al (a veces) sufrido teatro local.

No: Dry Marina es una comedia con personajes que tienen varias dimensiones y que reflejan algo de la chilenidad y la argentinidad y lo que divide y une a estas dos construcciones nacionales. Y todo eso gracias a una historia y guión trabajados.

"El primer asesor fue el Nico, quien también fue asesor de mi primera película. Lo hizo por amor al trabajo. Yo le hice un pago simbólico. Y logramos una buena relación. Y bueno, lo llamé para hacer este guión. Y fue el asesor de la primera versión, que fue la versión con la que levantamos el fondo audiovisual", cuenta Sandoval.

"Después leí un libro de la María José Viera-Gallo y me di cuenta de que había algo femenino en ella, creo que era Cosas que nunca te dije, y que eso tenía algo como que le faltaba a mi película. Un respirar femenino. Recurrí a ella con esa idea, pero la verdad es que aportó muchísimo más. O sea, de las discusiones con ella nació el personaje de Nacho, porque la película cantaba que tenía que tener un padre chileno/argentino. Con ella apareció esta madre famosa que fue cantante argentina. Se complejizó mucho más el pasado de Martina. También apareció el libro de Nacho. Le dio un engranaje mucho mejor a la historia pasada. Que era a partir de la cual nace la reunión entre estas hermanas."

-¿Y Martin Rejtman?

-Llegué a él porque sentía que la película le faltaba una vuelta más y mi productor argentino, que es Hernán Musaluppi de Rizoma, también es el productor de las películas de Rejtman. Yo soy un fanático de su cine. Y la verdad es que fue muy bueno el trabajo. Porque Martín no es un experto en el guión, pero sí tiene un gusto espectacular y digamos que te opina de la escena. "Este personaje está de más o este personaje sobra, etc.". Y nada, cada uno aportó lo suyo.

-Me imagino que la idea de hacer una coproducción entre Chile y Argentina viene por vivir en Buenos Aires hace tiempo ya, ¿no? Me pareció que Dry Martina es como un espejo para ver la chilenidad desde la argentinidad. Yo la fui a ver al Cine Arte Alameda y el público se reía cuando quedaban al descubierto aspectos muy chilenos en los ojos de Martina.

-Me gusta reflejar el chileno sin tapujo, sin cuidarme. Y sí, digamos que es más fácil cuando tu protagonista es de otro país, porque cuando tu protagonista no está adentro, entonces no puede ocultarse su asombro respecto a ciertas actitudes chilenas, que están instaladas en la película. Pero también creo que el argentino se reirá de lo argentino. Y bueno, grandes retratadores de lo chileno son Ruiz y Sánchez. No sé si el cine chileno está en un gran momento, pero sí hay un reflejo de la sociedad y de la identidad, del detalle, de encerrar una cosa política.

-¿Te parece que el cine chileno tiende a inclinarse por un cine con más compromiso social y político?

-Me parece que el cine chileno tiene que inclinarse por lo que sus directores se inclinan. El ejercicio del arte parte de una inquietud personal y que va hacia afuera y que obviamente no tiene que ser egoísta y tiene que ser empático con el espectador. En el fondo que sea una obra que pueda comunicarse con sus espectadores de nicho o sus grandes audiencias. Creo que la cosa nace de lo que sus directores quieran. Tiene que surgir de una forma natural.

-A mí tanto el cine como la literatura chilena me parecen un poco moralistas. Siento que siempre me están intentando educar. Y por eso, me pregunto, tal vez un género como la comedia puede que no tenga tanto desarrollo en Chile como sí lo tiene las ficciones sociales o "políticamente comprometidas".

-A ver, sí creo del cine chileno que todavía puede ser un poco elitista, porque la gente que lo hace es de clase acomodada. Entonces nos hace falta ver cine chileno construido desde las poblaciones, desde las comunidades indígenas; desde gente de clase media, ya que me parece que todavía a veces los directores venimos de una clase media y media alta. Pero faltan más miradas. Y eso es lo que más le podría criticar. Igual creo que es problema del modelo económico. O sea, no es solo en el cine. Es en todo. Y eso genera a veces que cuando se habla de pobreza se pueda hablar con un poco de paternalismo. No sé. Puede haber algo.

-Y sobre educar… no quiero emitir un juicio sobre el cine chileno, pero sí creo que el cine no está hecho para educar al espectador. El cine y el ejercicio artístico están hechos para que cada espectador se lleve una nueva experiencia más que una moraleja o una idea educativa. Si una película se trata de decir un concepto, mejor escribe eso en una pared. Y fin. La experiencia del cine tiene que ser del minuto uno a los créditos.

-¿Existe el "síndrome Rotterdam", ese fenómeno que, medio en broma y medio en serio, hablaba Alberto Fuguet en esta columna? Te lo pregunto en base al recorrido que hizo Dry Martina en festivales, en los cuales, me imagino, compite con otras películas latinoamericanas que tratan sobre temas "serios".

-La película ha ido a bastantes festivales, pero no a los más importantes de Europa. Sí creo que puede haber un tipo de cine que a Europa le interesa ver de Latinoamérica. Pero bueno, así es la industria hoy. Pero yo creo que Dry Martina sí habla de temas más serios. He tenido debates sobre que esto, gente que dice que es lo más feminista que han visto, otros que no. Y creo que es bueno eso. El espectador puede elegir según la experiencia y sus propios juicios que piensa de tal película.

-A mí me tocó ir bastantes festivales. No es tan común ver comedias en festival. De hecho, creo que muy pocas veces siento que puedo ganar un premio. Por eso para mí el premio es estar. Porque la comedia se ve como algo no tan interesante, pero ahí hay un error histórico porque la comedia siempre fue reírse de los temas más importantes. Siempre fue muy político. No sé, cuando los bufones se reían de los reyes. Bueno, cosas del cine.

***

"Faces, yo creo. No sé si es su mejor película, pero es la primera que vi. El recuerdo y el impacto que me generó, el modo de actuar de los personajes, el modo de filmar, vi algo que me renovó. Venía viendo mucha ola francesa en la escuela de cine", dice el Che Sandoval cuando se le pregunta por su cinta preferida del director John Cassavetes. Porque claro: Cassavete es una de las influencias en el cine de Sandoval que, si bien comenzó como cine de garaje, hecho a pulso y con poco, con el tiempo ha evolucionado en todo sentido: al lado de Te creís…, Dry Martina abre la paleta de estéticas, personajes, situaciones y nacionalidades.

Aún así, algo de Cassavetes –quien dirigía cintas sobre mujeres: Gloria y Una mujer bajo la influencia, por ejemplo– se nota.

"Pero de repente vi Faces y me sorprendió por el grosor humano de sus personajes. Por lo vivo que estaba pasando en la pantalla. De hecho, en la primera versión del guión de Te creís… yo contaba paralelamente la historia entre él y ella y la idea venía un poco de Faces. Si te fijas, en Te creís… al final los dos terminan sentados en la escalera fumando cigarros. Luego cambió esa estructura. Y no quedó ese homenaje."

-¿Y qué viene ahora? Sé que estás trabajando la adaptación de un libro de Juan Cristóbal Guarello y también tienes otro proyecto sobre Chuquicamata.

-Chuqui 90, sobre una noche en los noventa, con pueblo bien americano, onda los del colegio público y los del liceo. Es como estas películas American Grafiti, yanquis de una noche, de los años cincuenta.

-También estoy con Gente Mala (2014, Ediciones B), inspirado en el caso Anfruns y que te cuenta un poco con una mirada bien audaz e irónica, lo cotidiano de la interna militar mientras intentan resolver este caso. Como se cagan de susto. Yo a veces lo vinculo, guardando las diferencias, y con una estructura más clásica, a Diálogo de exiliados, que era mostrar la intimidad de los exiliados, algo que nadie había hecho hasta ahí. Más que meterse en el caso mismo, trato de meterme en lo interior.

https://youtu.be/ORm3Ibxk7w4

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