Premios Oscar: una de cal y una de arena

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Uno de los problemas de la Academia es su intento de compatibilizar los tiempos que corren con el gusto popular y la calidad, logrando siempre una amalgama variopinta y difícil de analizar más allá de su segregación encubierta y su misoginia a flor de piel.


A estas alturas ya nadie se sorprende con los premios Oscar. Por cada Nido de Ratas, El Padrino y No es país para viejos, tenemos Shakespeare enamorado, El artista y Quién quiere ser millonario, todos con la estatuilla de Mejor película.

Los líderes con 10 nominaciones este año son Roma de Alfonso Cuarón y La favorita de Yorgos Lanthimos. Pantera Negra hace historia al ser la primera cinta de superhéroes nominada a Mejor película, mientras llegan a polarizar el ambiente Bohemian Rhapsody y Green book, ambas consideradas invitadas sorpresa a una fiesta sin invitación, en especial si se las compara con películas (inéditas en Chile) como You were never really here, The Rider y Leave no trace, todas dirigidas por mujeres, Lynne Ramsay, Chloe Zhao y Debra Granik, respectivamente, y cuyos nombres hubieran lucido de manera merecida en una categoría liderada nuevamente por hombres.

Uno de los problemas de la Academia es su intento de compatibilizar los tiempos que corren con el gusto popular y la calidad, logrando siempre una amalgama variopinta y difícil de analizar más allá de su segregación encubierta y su misoginia a flor de piel. Uno se pregunta de dónde saca la cara para nominar una película como El vicepresidente y no a Leave no trace. Y por cada Lady Gaga extrañamos una Toni Collete. Y en la doble nominación de Roma -también compite por Mejor película extranjera- extrañamos a la sudcoreana Burning. Y es que la Academia es una suerte de Ying y Yang; en todo lo malo deja entrar algo de lo bueno y en todo lo bueno, deja entrar, a veces demasiado, de lo malo.

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