Rosalía: lo que tenemos es un augurio

La cantante española rotula cada canción como episodio numerado con un subtítulo -Cap.1: Augurio, Cap.2: Boda, Cap.3: Celos, y así- en una progresión cada vez más dramática.


30 minutos y 11 canciones. Suena a configuración de un viejo álbum de The Ramones pero son las medidas de Rosalía, la cantante catalana de 25 años favorita de un segmento importante de la prensa española y estrellas internacionales, en paralelo uno de los nombres más atractivos del próximo Lollapalooza en Santiago, precisamente por la expectativa previa a este álbum representativo de su ingreso al pop sin abandonar el flamenco de su debut discográfico del año pasado.

La efervescencia en torno a Rosalía es fenomenal. Ganó dos Grammy latinos a días de la edición de este trabajo invocando fricciones y defensas apasionadas. En este rincón quienes creen que se trata de un invento como se acusó a Lana Del Rey en sus inicios; en esta otra esquina especialistas y famosos proclamando su talento como flama revolucionaria, una relectura del flamenco en código urbano que llega para remecer al pop demostrando los efectos del mestizaje en la música actual, apuesta reforzada con atractivos videos.

Rosalía representa además el paradigma del artista millenial en diálogo directo con su generación sin intermediarios. Antes de citar a la prensa para explicar el álbum, prefiere grabar stories por Instagram agradeciendo a un Youtuber que descubrió la trama concatenada al amor de este disco con título en mayúscula, un video que tarda 38 minutos en explicar lo que Rosalía propone musicalmente en media hora.

EL MAL QUERER guarda un parentesco con el reciente Norma de Mon Laferte. Ambas han producido discos conceptuales ampliando con frescura un término secuestrado por el rock. Mientras la chilena plantea una lectura apasionada del amor mediante las oscilaciones de una relación de pareja, la española se concentra en la lectura trágica del romance. Rosalía rotula cada canción como episodio numerado con un subtítulo -Cap.1: Augurio, Cap.2: Boda, Cap.3: Celos, y así- en una progresión cada vez más dramática.

Desalienta ligeramente en EL MAL QUERER que las mejores canciones son los singles ya conocidos Malamente y Pienso en tu mirá, las piezas más logradas fusionando en pop los orígenes flamencos con retoques electrónicos. Rosalía ha subrayado que el disco lo grabó antes de firmar con Sony junto a El Guincho, un baterista devenido en reputado solista y productor indie en España, como una declaración de independencia artística haciendo finta a las presiones de un sello planetario inclinadas por naturaleza a lo más comercial.

Ese margen de independencia con algo de experimental en la intención por desfragmentar canciones como lo ha hecho el venezolano Arca produciendo a Björk y FKA twigs, trabajando la voz sampleada en múltiples funciones, acá se replica operando de manera engañosa, una maniobra que pierde sabor muy rápidamente.

La hilación cinematográfica resulta mejor -un pasaje hablado con personajes reflexionando sobre el amor como tragedia y éxtasis-, pero sin alcanzar la consistencia para levantar la configuración del disco que por esa debilidad hacia el drama desecha mayores quiebres rítmicos, alteraciones del tiempo y pulsaciones que puedan sugerir algo más que la contemplación de la fatalidad.

No es un invento Rosalía como exageran sus detractores. EL MAL QUERER augura a una artista inquieta, singular y talentosa, audaz en moldear diversos elementos y estilos al flamenco.

Es un trabajo en progreso consciente de las necesidades de las audiencias actuales como el manejo en redes y una videografía que sintetiza la estética juvenil dominante. Tiene atractivas ideas para expandir el lenguaje musical urbano, pero aún es prematuro declarar que los resultados son insoslayables en el pop.

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