Nada ni nadie nos puede doblegar

violadores

Una manera de recordar a Los Violadores es como un one hit wonder. Otra es reconocer su condición de pioneros en el recambio del rock argentino en los 80. "Uno, dos, ultraviolento: la historia de Los Violadores" no solo revela la agitada vida de la banda punk sino la historia de la escena trasandina en su mejor etapa.


Un pseudo punkito, con el acento finito

Quiere hacer el chico malo

Tuerce la boca, se arregla el pelito,

Se toma un trago y vuelve a Belgrano

Ese párrafo de "La Rubia Tarada" está completamente dedicado por Luca Prodan a Hari-B (Pedro Braun), un joven argentino acomodado que solía visitar parientes en Polonia. En una pasada por Londres en 1977 se pegó con el punk y volvió convertido en uno. Compró los discos indispensables de Sex Pistols, The Clash y The Ramones, agujereó su ropa y reemplazó las costuras por alfileres de gancho. Según ilustra la contraportada de esta biografía escrita por el ex mánager de Los Violadores, Esteban Cavanna, Hari-B fue el primer trasandino en lucir un mohicano en 1982 y el líder de Sumo le tenía bronca. Como solía ocurrir en el rock, un lío de faldas era parte del rollo. Luca se había quedado con una pareja de Hari-B. "No sé por qué la agarró conmigo. La chica (Mónica) había sido mi novia por seis meses (...) ella se copó con Luca y se fue con él por cuatro años… el que tendría que estar ofendido en tal caso sería yo".

Hari-B no es parte de la alineación que alcanzó la fama con el single "Uno, dos, ultraviolento", basado en La Naranja Mecánica de Anthony Burgess y la versión fílmica de Stanley Kubrick, una canción punk convertida en 1985 en uno de los primeros himnos regionales del rock latino gracias a su ritmo bailable. Imborrable en Chile además por la criolla adaptación del coro cantado unánimemente en fiestas ochenteras en una mezcla de rebeldía y humor picaresco.

https://www.youtube.com/watch?v=FIw04_pZ-C8

Aunque el relato de Cavanna no luce particularmente interesado en ahondar en el aspecto musical de Los Violadores, su exhaustiva revisión de la carrera del grupo entre 1978 y 2016 también describe el relevo generacional en la escena argentina en los 80 que necesitaba dejar atrás los excesos progresivos de Serú Girán y La Máquina de hacer pájaros —o sea, dar vuelta la página de Charly García, cosa que el propio Charly no permitió con una seguidilla de álbumes solistas clásicos—, y una corriente muy similar al Canto nuevo chileno que a través de poesía rebuscada y eufemismos condenaba a la dictadura militar.

Los Violadores colisionan de frente con ese ambiente y en alianza estratégica con el heavy metal liderado por Riff, se convierten en una alternativa al rock de espíritu rollinga que ya se apoderaba de la escena trasandina. Como comenta el controvertido Ricardo Iorio, líder de los veteranos V8, "la cultura rolling stone o rock & roll decadente conservador que prevalecía en aquellos años generó violencia y se pudrió todo". Para Los Violadores se convirtió en costumbre que sus conciertos terminaran en desmanes con el público y la banda esposada y apaleada.

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No estoy aquí perdiendo mi tiempo

para que me mires como a un dios

No hay tiempo para trucos

sólo quiero mi verdad gritar

Sergio Gramática vio un aviso de Hari-B en la revista Pelo buscando aficionados al punk mientras estaba acuartelado ante la cuasi guerra con Chile en 1978. Gramática tocaba batería y escribía letras como el párrafo de arriba de "Para qué estoy aquí (hijos de perra)", y otras canciones igualmente rabiosas como "Viejos patéticos" —"hay que volar con lo establecido, perdido por el tiempo, podrido por el tiempo"— y "Cambio violento" —"te ahogaré en la espuma de mi rabia, te clavaré alfileres en la frente, te escupiré mi colérico amor"—. Se juntó con Hari-B y formaron Los Testículos, antesala de Los Violadores, parte de una embrionaria escena punk bonaerense con artistas como Instigación Públika y Los Laxantes que acostumbraban tocar donde podían incluyendo peñas folclóricas.

Los Violadores cuajaron la noche que Stuka (guitarra) y PilTrafa (voz) asistieron a un show del grupo en 1981, donde el futuro cantante se cortó la frente borracho en un baño y se arrojó ensangrentado entre el público. Gramática y Hari-B le ofrecieron el puesto. Para el batero, "el rock nacional del momento estaba en coma. Tenía una historia pero se había aburguesado por completo. No había cantantes al frente de la banda, los que había estaban detrás de un instrumento. Por eso cuando lo vi a Pil me volví loco. Pil era justo lo contrario a eso".

A Enrique Chalar le decían Pil por una polera de Public Image Limited que acostumbraba usar. En el 76 leyó en la revista Pelo sobre unas bandas que se llamaban Sex Pistols y The Clash. "Entonces pensé que esa podría ser una oportunidad para los malos, los que no estudiamos, los que no aprendimos cuatro años de piano".

*

Él es un ser extraño

Con el pelo largo

Todo es un engaño

¡De pelo, pelo sucio, pelo largo!

¡Hippie pachuli sucio!

"El extraño de pelo largo" era un viejo éxito del beat argentino registrado en 1968 por La Joven Guardia. Los Violadores la hicieron cover mucho antes que la ñoña versión de Los Enanitos Verdes y PilTrafa grita esas líneas hacia el final del corte que cierra el álbum debut homónimo grabado en 1982 en los estertores de la dictadura, y lanzado al año siguiente. Para la banda, la resaca del hippismo que aún reinaba en la escena argentina resultaba aburridísima y cuando lo manifestaban en vivo generaba el rechazo de la prensa musical comprometida con los grandes ídolos aún engrupidos con proclamas de amor y paz. "El público (...) escuchó cómo Los Violadores denigraban la generación de Woodstock con insultos y frases hirientes", escribió horrorizada la legendaria periodista musical Gloria Guerrero en una columna titulada "Punks go home" para la revista Humor en 1981, donde además describe como el bajista le gritaba a la audiencia "¡levántense muertos de mierda!". Esa tocata terminó con Los Violadores presos y golpeados por la policía. El trístemente célebre empresario Omar Chabán, el gerente de la disco Cromañón donde murieron 194 personas en 2004, gestionó shows de muchas bandas desde los 80. Una de ellas fue Los Violadores en sus primeros años. "A PilTrafa se lo llevaban siempre preso por cualquier cosa. Una vez un policía le cuestionó el uso de tiradores (...) medio burlándose de él. Harto de la situación Pil no tuvo mejor idea que escupirlo en la cara: se lo llevaron a la seccional y le rompieron la boca a trompadas".

*

Fútbol asado y vino

son los gustos

del pueblo argentino

Tras la guerra de las Malvinas y la prohibición de la música anglo vino el recambio del rock argentino. "La mano del amigo Mestre y su camada se terminó", sintetiza PilTrafa. El mánager y productor Alejandro Taranto (Los Fabulosos Cadillacs) dice que esa fase fue el punto de inflexión de la escena. "Los grupos que acá dieron vuelta la historia a nivel musical fueron Los Violadores y Sumo, pero también Los Twist, Los Casanovas, Soda Stereo, Riff, La Sobrecarga, Virus, Diana Nylon, Los Fabulosos Cadillacs, Los Redondos: fueron los que cambiaron las estructuras (...) También tiene mucho que ver el hecho de que hubo una etapa bastante prolongada en la que no se recibía información desde afuera, no sabíamos lo que estaba pasando porque la importación estaba cerrada, aunque vinieron Queen, The Cure y The Police".

Los Violadores reventaron con "Uno, dos, ultraviolento" el 85. Entre medio Hari-B, tal como un hada madrina, sintió que su misión había terminado con la vuelta a la democracia y porque también profesaba intereses muy poco punk. "Yo tenía actividades paralelas como estudiante de administración de empresas y escalar en la montaña".

Los Violadores asumieron su formación clásica con Stuka en guitarra, Pil en la voz, Gramática en batería y Polaco en bajo, cuando la rompieron con "Uno, dos, ultraviolento", single redactado con el lenguaje de Álex y sus drugos en La Naranja Mecánica. Vinieron a Chile varias, tocaron con Los Prisioneros, hasta hicieron un show en Fantasilandia. En Perú los amaban. Cuando a Cerati le preguntaban por sus artistas favoritos en Argentina en los primeros años de Soda, siempre los citaba. Dead Kennedys les pidió material. Luego, la inexorable caída. La banda fragmentada, los proyectos paralelos, el punk flatulento cervecero sin destino de los 90, el sopor y un presente intermitente.

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