Buffy Sainte-Marie: lactancia, política y experimentación

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Participó del boom del folk, tuvo a Neil Young como guitarrista, Janis Joplin la versionó, fue censurada por Johnson y Nixon, ganó un Oscar y amamantó a su hijo ante las cámaras de Plaza Sésamo. Repasamos las andanzas de la cantautora y activista Buffy Sainte-Marie.


En la segunda mitad de los setenta, Big Bird, el gigantesco pájaro amarillo de Plaza Sésamo, tuvo una amiga en pantalla, Buffy, una carismática descendiente de indígenas americanos encargada de enseñarle a los niños a valorar la cultura de los pueblos originarios. Se trataba de un personaje basado absolutamente en la vida real de su intérprete, Buffy Sainte-Marie, una cantautora descendiente de indígenas americanos que en Estados Unidos no era conocida, pese a tener una hermosa discografía iniciada en los sesenta.

Cuando llevaba cerca de un año en Plaza Sésamo, Buffy quedó embarazada y quiso integrar la realidad dentro del programa. Los guionistas accedieron a plasmarla frente a las cámaras. Al enterarse de que su amiga estaba encinta, el Big Bird sufría un ataque de celos similar al de un hijo único que no quiere compartir a su mamá con un hermano nuevo. Eventualmente, el ave antropomórfica se ablanda al ver a Cody, el hijo de Buffy, siendo amamantado. La escena, totalmente ideada por Sainte-Marie, fue un hito televisivo en 1976 porque las mamás dando leche eran y, vergonzosamente, siguen siendo un tabú en la cultura pop.

Investigadoras de la historia cultural de la lactancia como Angela Garbes y Katharine Foss señalan que, en cuanto a normalizar algo tan común y silvestre como una guagua bebiendo desde un pecho, la televisión está al debe con las mujeres del mundo. Sus textos señalan escenas de Friends, Game of Thrones, Criminal Minds, Gilmore Girls y American Horror Story como ejemplos de satanización de un acto que no tiene nada negativo. En cambio, de la mano de Buffy-Sainte Marie, Plaza Sésamo mostró una sensibilidad ejemplar al presentarlo como una instancia de amor y cercanía entre madre e hijo.

La escena transcurre así: Big Bird ve a su amiga amamantando y, sorprendido, se acerca para preguntarle qué está haciendo. Ante la extrañeza del pájaro, Buffy con suma dulzura le explica que así se alimenta Cody. "Es agradable, cálido, dulce y natural, y es bueno para él. Y puedo abrazarlo mientras lo hago, ¿ves?", dice. Enternecido, Big Bird por fin acepta al bebé a partir de ese poderoso momento, que no dura más de dos minutos y fue totalmente improvisado, aunque Sainte-Marie tenía perfectamente claro qué decir y cómo decirlo.

https://www.youtube.com/watch?v=7-L-Fg7lWgQ

Vista por millones de personas en decenas de países, la escena es sindicada como la primera de la televisión estadounidense en la que la lactancia materna, que hasta el día de hoy se representa usualmente como algo morboso, erótico o gracioso, es mostrada con la altura de miras que le corresponde. Para Buffy Sainte-Marie, el hito fue personal. En su familia, perteneciente al pueblo cree, la nación amerindia a la que Iron Maiden dedicó "Run to the hills", dos bebés murieron de desnutrición durante una época en la que la iglesia católica en Canadá logró que se prohibiera la costumbre nativa de amamantar.

El rescate de la cultura indígena siempre fue una de sus áreas de interés, una preocupación de raigambre íntima, urgente para ella, nacida en 1941 en una reserva y entregada en adopción por sus padres cree a una familia perteneciente a la tribu micmac, otro pueblo originario de Norteamérica. Una vez que se hizo cantautora, luego de graduarse con honores en la universidad tras estudiar pedagogía y filosofía oriental, escribió varias canciones de protesta sobre la precaria situación de las naciones amerindias renegadas por el hombre blanco.

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Durante los sesenta, fue parte del boom del folk en la famosa escena de Greenwich Village, de ahí su relación con Neil Young, quien fue su guitarrista en el disco She used to wanna be a ballerina (1971) junto al resto de Crazy Horse como banda de apoyo. Se trata de una de las tantas conexiones que unen a Sainte-Marie con nombres de mayor reconocimiento. Sin ir más lejos, Janis Joplin cubrió una canción suya, "Cod'ine", sobre la adicción a la codeína, una temática bastante actual considerando que es una de las drogas preferidas de los trappers. Décadas después, Courtney Love también haría un cover del tema.

https://open.spotify.com/album/3xqpKfDsGJYbCdMndvxZmd?si=CCaoMuTHQUeK4hMFuDWg6w

En la tapa de su disco debut, It's my way (1964), Sainte-Marie aparece con un arco musical, un instrumento que data de hace miles de años y que marcaría la sonoridad de sus primeros años como un aviso de lo que vendría a futuro: más y más exploración. Sobra decir que se convirtió en un dolor de cabeza para los ejecutivos de su sello, Vanguard, poco acostumbrados a lidiar con alguien que despreciaba la fama y solamente atendía al dictamen nada comercial del instinto artístico, la vocación pedagógica y las inclinaciones políticas.

Aunque la gente de la escena folk abrazó su talento, con Donovan y Glen Campbell versionando su antimilitar "Universal soldier", nunca se sintió parte del circuito. Algo en ella la convertía en una renegada donde fuese que parara. La invitación a Plaza Sésamo le llegó justo cuando empezaba a sospechar que sus canciones no eran difundidas por motivos ajenos a lo musical. Tiempo después, supo que su férrea oposición a la Guerra de Vietnam le valió estar en una lista negra durante las administraciones de Johnson y Nixon.

La revancha de Buffy Sainte-Marie, al menos como autora, llegaría en 1982 de la mano de Reto al destino. El tema central de la película protagonizada por Richard Gere era de su puño y letra. "Up where we belong", en la voz de Joe Cocker y Jennifer Warnes, fue número uno en Estados Unidos, vendió millones de copias y se ganó el Oscar a Mejor Canción Original, aparte de obtener un Globo de Oro, un Grammy y un Bafta. Semejantes pergaminos la validaron en una industria que antes le hacía la ley del hielo.

La admiración que provoca, además de estar motivada por su discurso y sus acciones, tiene un pesado anclaje musical que va más allá de los premios. Sainte-Marie es reconocida entre los primeros artistas que se animaron a trabajar con sintetizadores. En 1969, con tal de inmortalizar sus hallazgos tecnológicos en un disco, puso en riesgo su carrera musical y su espacio en la escena folk alienando tanto a su sello como al público que la seguía con un trabajo que ahora es de culto, pero en su momento fue incomprendido.

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La manzana de la discordia, Illuminations, es una obra adelantada a su tiempo, rompedora, cercana a ratos al sonido de pioneros electrónicos como los Silver Apples, aunque con la hondura espiritual propia de una artista conectada a sus raíces ancestrales. Illuminations marcaría la apertura de un portal que Sainte-Marie nunca más pudo cerrar. Pese a que reculó en sus siguientes lanzamientos, presionada por Vanguard, siguió experimentando en nuevos espacios, como la banda sonora de Performance, el debut cinematográfico de Mick Jagger. Al quedar libre de amarras contractuales, volvió a darle cuerda a su curiosidad. Inspiradora, a los 77 años sigue en pie hasta hoy como cantante, activista, educadora y poeta.

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