Los hermosos perdedores de Richard Yates

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El ensayista y escritor estadounidense se hizo popular como cronista del estilo de vida norteamericano de mediados del siglo XX. Falleció en 1992.

Mentirosos enamorados es el segundo libro de cuentos que publicó Richard Yates, después de su aclamado Once tipos de soledad. Acaban de traducirlo por primera vez al español. Son siete relatos desoladores.


Todo lo que hizo Richard Yates en literatura, lo hizo en no más de 25 años: escribir un par de obras maestras (Vía revolucionaria, Las hermanas Grimmes), un puñado de cuentos memorables (Once tipos de soledad) y varias novelas que hoy siguen teniendo un vigor y una tristeza difíciles de hallar. Prácticamente todos esos libros están traducidos -sobre todo después de que Sam Mendes adaptara al cine Vía revolucionaria, en 2008, como Sólo un sueño-, pero faltaba uno que generaba tanta curiosidad como deseo: Liars in love, su segundo volumen de cuentos, que publicó veinte años después de ese portento que es Once tipos de soledad, quizás uno de los mejores libros de relatos de la literatura norteamericana, una literatura, no está demás recordarlo, rebosante de cuentistas (Fitzgerald, Cheever, Carver, O'Connor) y que tiene en Richard Yates uno de sus puntos más altos.

Por eso la curiosidad y la ansiedad por saber qué había hecho Yates en su segundo libro de cuentos, y ahora, por fin, aquella duda ha quedado despejada: Mentirosos enamorados es el título con el que llega a librerías este libro de Yates, publicado por la editorial argentina Fiordo -la misma que reeditó Once tipos de soledad y la imprescindible Stoner, de John Williams-, y en una muy acertada traducción del español Andrés Barba.

Siete cuentos largos en los que Yates vuelve a presentarnos una serie de personajes quebrados emocionalmente: familias que no funcionan, relaciones amorosas que no van a ninguna parte, hijos que no entienden a sus madres, padres que brillan por su ausencia, artistas frustrados, personajes que buscan por momentos una vida mejor, pero que al menor intento fracasan. Hermosos perdedores, como los hubiese llamado Leonard Cohen, que en las manos de Richard Yates, sin embargo, siempre terminan por volverse inolvidables.

El libro olvidado

Así empieza José, estoy tan cansada, el cuento que abre Mentirosos enamorados: "Cuando Franklin D. Roosevelt fue elegido presidente debía de haber muchos escultores en Estados Unidos a los que les habría encantado modelar su cabeza, pero mi madre tenía contactos". Lo que viene es la historia de esa madre, de sus inevitables frustraciones, es decir, aquella materia con la que Yates escribió sus mejores libros. Ese mundo de personajes frustrados que intentan cambiar sus vidas a pesar de todo, será el universo por el que transitarán sus historias. Es cierto que sus dos primeros libros -Vía revolucionaria (1961) y Once tipos de soledad (1962)- fueron una entrada demasiado rotunda en la literatura norteamericana, pero también es cierto que después, en los 70, siguió escribiendo y publicando libros en los que profundizó en el retrato de una sociedad que parecía no estar preparada para sufrir ninguna derrota.

Sin embargo, durante esos años sólo publicó novelas, generando expectativas con respecto a si algún día volvería a incursionar en el relato breve. Y fue en 1981 cuando, entonces, apareció Mentirosos enamorados, que produjo opiniones diversas entre los críticos de la época: algunos lo recibieron con entusiasmo, pues vieron en estos relatos una continuidad con las historias y las formas de Once tipos de soledad, pero otros aseguraron que Yates se estaba repitiendo. Finalmente, Yates publicaría dos novelas más y fallecería en 1992, siendo recordado, sobre todo, por su destreza como novelista.

Pero lo cierto es que en todos estos años, la obra cuentística de Richard Yates no ha dejado de encontrar lectores. Hay algo fascinante en sus relatos: la facilidad de construir mundos desolados con un puñado de palabras que fluyen con naturalidad, como si esas historias siempre hubieran estado ahí, esperándonos.

Hagan el ejercicio. Empiecen cualquiera de los siete cuentos de Mentirosos enamorados y no podrán dejarlos: la historia de esta madre escultora sin talento; un soldado deprimido que se reencuentra con su hermana después de años sin saber de ella y descubre, obviamente, que no hay nada que los vincule; el escritor que quiere ser Francis Scott Fitzgerald y se va a Los Ángeles a escribir el guión de una película, encontrándose con un mundo artificial y vacío; una hija que le dice a su padre que no lo quiere, deja la universidad, se casa con un hombre que no ama y todo, cómo no, termina mal, o termina en ese punto exacto en que terminan casi todas las historias de Yates: poco después de saber que ya no se puede hacer nada, cuando la suerte está echada; saben que mañana no va a ser un día mejor, pero la vida sigue: para esos personajes dañados y para los lectores, que no querrán que estas historias se acaben.

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