Libro recupera la historia del auge y caída del Canal 2 Rock & Pop

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Nunca Cumplimos 30 narra la problemática vida de la señal entre 1995 y 1999, marcada por la precariedad. También profundiza en las diferencias entre sus rostros y en cómo se convirtió en semillero de la actual TV chilena.


"Teníamos mucha fe en la industria, pero eso se derrumbó, literalmente, a la media hora de estar al aire". Con esa frase, Iván Valenzuela resume brevemente la historia del Canal 2 Rock & Pop: el optimismo desbordado de un grupo de jóvenes que estaban seguros que llegaban a cambiar la industria de la televisión para siempre, pero que se chocaron de golpe con la precaria realidad. La ilusión que primaba antes del 16 de agosto de 1995 desapareció en cosa de minutos, y los cuatro años siguientes en los que la señal (que se veía sólo en Santiago) logró milagrosamente sobrevivir, fueron un tambaleo permanente. Pero, de vez en cuando, también aparecieron algunos de los mejores programas televisivos de los años 90.

La frase de Valenzuela es parte del libro Nunca cumplimos 30: una historia oral del Canal 2 Rock & Pop, escrito por los periodistas Javier Correa y María Ignacia Pentz, y que se lanzará el jueves en la Feria Internacional del Libro de Santiago (FILSA). En este, más de una treintena de entrevistados reconstruyen la historia de un canal que parecía condenado al fracaso desde el principio, pero que a pesar de su bajo rating y múltiples problemas financieros y técnicos, contó entre sus filas con múltiples nombres que en la década siguiente se harían un espacio importante en el mundo de las comunicaciones y el entretenimiento. Parte importante de lo que se ve hoy en TV local tuvo su cuna en esa señal.

Periodistas como el mencionado Valenzuela, Soledad Onetto y Juan Cristóbal Guarello, animadores como Sergio Lagos, Marcelo Comparini y Juan Andrés Salfate, realizadores como Álvaro Díaz, Pedro Peirano (ambos detrás de 31 Minutos) y Carlos 'Caco' Montt, escritores como Alberto Fuguet y Rafael Gumucio, e incluso la actual alcaldesa de Maipú, Catherine Barriga, cuentan en el libro cómo fue crear programas de culto como Plaza Italia, Plan Z y Maldita sea.

"Luego de cerrar, el Canal 2 Rock Pop se convirtió rápidamente en una especie de mito, en un referente televisivo. Sus rostros se transformaron en el recambio de unos canales tradicionales que repetían fórmulas y personajes. Lo extraño de lo anterior, es que muy poca gente vio el canal", explica el coautor Javier Correa, agregando: "lo que nos interesó es que la historia del canal conjugó muy bien otros proyectos mediales que marcaron los 90, como la radio y revista Rock & Pop o la Zona de Contacto". "Todas las fuentes tenían muchas cosas que decir, cuentas pendientes, recuerdos de los que no se podían despegar, alguna explicación o algún culpable del cierre. La mayoría tiene una visión tragicómica sobre su paso por el canal, pero nadie se arrepiente de haber sido parte de él", dice María Ignacia Pentz.

Partimos mal

La tragicomedia abunda en el relato. "El día del lanzamiento del canal, cuando parte, tienes que decir una cosa formal que es obligación legal al comienzo de las transmisiones (...) y el chico que lo lee lo improvisa y lo dice todo al revés, todo mal. Ese fue el primer minuto: la transmisión al aire comunicada públicamente con harta gente mirándola, por lo menos la prensa especializada, los clientes, todos atentos. Y sale esto a las tres de la tarde: un gallo que se veía mal, que estaba mal maquillado", dice en el libro Luis Ajenjo, por entonces director ejecutivo del canal, para describir el momento en que supieron que la cosa no iría bien, y que quizás un canal donde la mayoría eran jóvenes menores de 30 sin experiencia televisiva quizás no era la mejor de las ideas.

Y así la iniciativa rápidamente perdió auspiciadores y su poca audiencia. Pero entre ese inicio de transmisiones, y el cierre en 1999 tras el fracaso de una opción de venta, también se narra la trastienda de los triunfos del canal: como Rodrigo "Pera" Cuadra y Juan Andrés Salfate levantaron Maldita sea por la necesidad de hacer algo con las pésimas películas que había comprado el canal, o como Plaza Italia, de Marcelo Comparini y Marco Silva, se transformó en uno de los programas de conversación mejor considerados de la pantalla nacional, a pesar de su bajo rating, contando con invitados como Gustavo Cerati, Jorge González y Don Francisco.

También está el auge de Plan Z, y como el programa de humor se transformó en un éxito de culto, que no tenía a todos felices. "Cuando llegamos de las vacaciones me acuerdo de que lo primero que vi en el diario fue: 'Doce cargos del CNTV a un programa'. Dije '¡puta!, quién se habrá mandado ese condoro'. Y éramos nosotros", recuerda Peirano en un momento.

Como en cualquier historia, también hay rencores (Guarello no parece estimar mucho a Valenzuela, y Fuguet no tiene el mejor de los recuerdos del equipo de Plan Z) y anécdotas (el día del cierre, tras una noche de copas, Díaz, Peirano, Ángel Carcavilla y Guarello terminaron detenidos), y momentos que explican por qué el Canal 2 (que perdió el nombre Rock & Pop en su último año) se transformó en un mito a pesar de ser un fracaso. "El no tener un modelo, una estructura y estar lleno de problemas urgentes que te impedían solucionar otros, permitió que se hicieran programas con libertad. Esa hueá nos dio un dividendo que era la libertad. En ese espacio con tantos problemas se generó, probablemente, la mejor televisión que se ha hecho en Chile", se aventura a decir Álvaro Díaz.

En la FILSA, Nunca cumplimos 30 se lanzará el jueves a las 19 horas en la Sala de las Artes de Estación Mapocho, presentado por Rafael Gumucio.

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