El amor menos pensado: cuando Marcos se separó de Ana

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Drama romántico efectivo y cálido, <em>El amor menos pensado </em>es el relato de estos dos divorciados y sus aventuras en el terreno amoroso. Y aunque podría haber caído en el escabroso terreno de las comedias de adultos actuando como niños, Juan Vera, su director y guionista, se aleja de inmediato de aquella ignominia y mantiene las cosas en buen balance.


Marcos (Ricardo Darín) y Ana (Mercedes Morán) son un matrimonio que lleva 25 años de casados. Una vez que el hijo de ambos se va a vivir a Europa, se encuentran solos, pero algo falta. El síndrome del nido vacío se presenta, lo mismo que los cuestionamientos sentimentales, y un día, en una conversación casual, se dan cuenta que ya no se aman. No se pelean ni se llevan mal, pero aquello que antes los unía, ya no está. Cada uno comienza a hacer su vida por su lado, reencontrándose con antiguos amores, encontrando nuevos, pero por sobretodo, descubriendo cosas de ellos mismos.

Drama romántico efectivo y cálido, El amor menos pensado es el relato de estos dos divorciados y sus aventuras en el terreno amoroso. Y aunque podría haber caído en el escabroso terreno de las comedias de adultos actuando como niños, Juan Vera, su director y guionista, se aleja de inmediato de aquella ignominia y mantiene las cosas en buen balance, nunca alejándose de lo real y humano. Las desventuras resultan graciosas, creíbles y, más de alguna, familiar; lo mismo ocurre con los personajes secundarios que pueblan este universo, quienes rápidamente se instalan como únicos y reales, logrando momentos de gran comedia y trayendo al recuerdo el cine clásico de los años 40, de diálogo rápido y chispeante.

Es de perogrullo decir que Morán y Darín están excelentes en sus roles. Interpretes ágiles, ambos hacen volar tanto cada escena en pantalla, como cuando la comparten con algunos de los muchos secundarios, quienes también tienen sus problemas y arrebatos. Vera demuestra buen oído para el diálogo y un gran sentido del montaje, vital en las secuencias de comedia y, en especial, en una cinta de más de dos horas.

El amor menos pensado no es perfecta. Cae en la sobre explicación y en la sobre verbalización de manera más o menos constante. No hay nada que sientan sus personajes que no lo digan y lo dejen muy claro, lo mismo ocurre con su excesivo formalismo en la estructura y en la imagen, donde todo se ve ve prístino y el final hacia el que nos conduce es convencional debido a una visión a ratos demasiado amable. Porque no es una cinta que pretenda incomodar a nadie, menos rediseñar la rueda, sino entretener, plantear la interrogante acerca de qué es el amor y estudiar como estos pequeños burgueses se enfrentan a un nuevo reto en sus vidas.

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