Plato repetido pero fresco

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Levy Sekgapane (Conde de Almaviva), ganador del concurso Operalia 2017, es un tenor ligero que podría ser apto para Rossini, pero de timbre muy ingrato, infantil y poco atractivo al que aún le falta no sólo manejo escénico sino también técnica vocal.


Un nuevo barbero sevillano llegó al Municipal. El cuarto en lo que va del siglo XXI. Pero aunque sea un título repetido, su inherente alegría y su encanto lírico volvieron a deleitar. Y fue gracias a una puesta en escena que sigue vigente y, en general, a buenas interpretaciones vocales y musicales.

Desde 2008 esta ópera ha mantenido la misma y meritoria propuesta de Fabio Sparvoli (regie), Giorgio Richelli (escenografía), Simona Morresi (vestuario) y José Luis Fiorruccio (iluminación). Una idea que destaca por su agilidad, su chispa y sus caracterizaciones, así como por su modernidad visual, su poético cuadro de la tormenta (con paraguas flotantes) y su transparente y movible casa metálica que dan cuenta de la ternura, la vivacidad y su dinámica.

De ello también se hace cargo la partitura. Ya conocido por el público chileno, el director José Miguel Pérez- Sierra regresó para apostarse frente a la Filarmónica de Santiago. Conocedor de la obra rossiniana, subrayó con sutileza y vitalidad los tiempos y ritmos, los colores, el lirismo y las texturas. Y fue un conductor respetuoso, ajustándose a las necesidades de los cantantes.

Para que todo funcione, el elenco se debe sumir en la ópera bufa, contrastando el lirismo con el ingenio. Y en esta versión, ello estuvo en su mayoría presente. Rodion Pogossov repitió como Fígaro (lo cantó en 2013) y nuevamente demostró su vital y fina comicidad, sumada a una caudalosa voz y buena técnica. Grata sorpresa fue Victoria Yarovaya como una Rosina simpática y de rebosante personalidad, con un timbre de mezzo aterciopelado, corpóreo y homogéneo. Completó el trío más destacable José Fardilha como el doctor Bartolo que cumplió con gracia.

Menos acertado fue Pavel Chervinsky como un anodino Don Basilio y de voz gastada. Y un caso aparte fue Levy Sekgapane (Conde de Almaviva). Ganador del concurso Operalia 2017, es un tenor ligero que podría ser apto para Rossini, pero de timbre muy ingrato, infantil y poco atractivo al que aún le falta no sólo manejo escénico sino también técnica vocal.

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