Cuiqueríos de una adolescente en el debut literario de Francisca Feuerhake

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05.09.2018 ENTREVISTA A FRANCISCA FEUERHAKE, QUIEN PUBLICA SU PRIMER LIBRO TRES SEMANAS, FOTOGRAFIAS REALIZADA EN TALLER CASA. FOTOS PATRICIO FUENTES Y./ LA TERCERA

Se hizo conocida en 2016 con la webserie La vieja cuica, y ahora, a los 28 años, publica su primera novela. Hueders acaba de lanzar Tres semanas, un relato breve y en el que adopta la voz de una joven del barrio alto.


Sus padres se han ido de viaje a Europa, y para evitar que se sienta sola, le han escondido un regalo por cada día de ausencia. Pero Valentina, la adolescente de 16 años y única hija del matrimonio parece más preocupada por la calefacción que no enciende en su casa en Providencia, por los delirios sexuales de su primer pololo y, sobre todo, por que la inquisidora madre Ester no se percate del aro que acaba de hacerse en el cartílago en una feria de Vitacura.

Valentina sabe que en el colegio de monjas en el que ha estudiado siempre no lo tolerarían. Y que por más que intente cubrir la perforación, la Madre Ester sabrá de su existencia. Por eso ahora Valentina se encuentra de pie en la oficina de la religiosa, esperando a que alguna rompa el hielo.

"Las monjas viven con cosas prestadas, no tienen fotos de su familia ni diplomas de la universidad. Su vida anterior a conocer a Dios no es importante para ellas y no debiera serlo para nadie. Incluso se cambian el nombre. Madre Ester no se llamaba Ester, se llamaba Clarissa, (...) y el hábito que traía era heredado de una monja muerta", se lee en Tres semanas, la primera novela de Francisca Feuerhake (1990) que acaba de publicar el sello Hueders.

"Describí la oficina según lo que me acordaba de la consulta de mi papá, que es sicólogo", cuenta Feuerhake, quien se hizo conocida en 2016 por la webserie La vieja cuica, en la que se convertía en una divertidísima mujer de clase alta y en su aproblemada hija. En su taller en la comuna de Providencia, cuyas paredes exhiben una serie de ilustraciones suyas, la egresada de Letras de la UC dice que creció leyendo a Cortázar y a Saramago, y que mientras más lo hacía, más lejana veía la posibilidad de publicar un libro.

"Entré a estudiar y pensaba que escribir era un imposible, algo que solo podía hacer alguien demasiado talentoso. Después me di cuenta que no necesariamente tenía que publicar lo que escribía. Abrí varios blogs, pero me aburrí, y también me cuestioné mucho eso de que debe haber un hilo conductor en las obras de un mismo autor. Por más que me cabeceaba, no sabía cuál podía ser el mío".

Al igual que en La vieja cuica, Feuerhake traza a los personajes de Tres semanas en base a observación y recuerdos. De su infancia como la menor de tres hermanos en Vitacura, donde aún vive. Y, al igual que Valentina, de su paso por un colegio de monjas, las Ursulinas. De lo que significó, además, casarse a los 20 y convertirse en madre de Javier y de Julieta, de 7 y 3 años. Así y todo, dice, las desventuras de su protagonista no han sido las suyas.

"La personalidad de Valentina tiene mucho de mí, pero todo lo que le ocurre es ficción. Me di el gustito de construir un personaje que fuese auténtico por donde lo mires, y para eso tuve que hacerme parte y pensar qué pasaría conmigo si esto me estuviera sucediendo a mí", agrega.

Valentina no sabe de celulares ni redes sociales. La invaden, en cambio, los recuerdos de su abuelo artista, frustrado e infiel. También los de su abuela, una mujer "sádica" que prefería saber que se la engañaban. "La historia transcurre en los primeros años del 2000, que es cuando yo tenía la edad de Valentina, y en los mismos barrios donde creció mi madre en Providencia, y también en Vitacura. Pero la rebeldía del personaje es más contra el conservadurismo que el cuiquismo", dice la autora.

"Crecí viendo mucha tele, y al menos ese retrato de los cuicos, no el literario, era un poco burdo y desapegado de la realidad. El cuico no anda en un Maserati vestido de terno negro, no es así. Muchos de los que se dedicaron a escribir también lo eran; Joaquín Edwards Bello, Vicente Huidobro y hasta Jorge Edwards. Todos cuicos. Mi único afán es el de escribir, y está la casualidad de que también soy cuica", opina.

María Paz Rodríguez (Mala madre), Constanza Gutiérrez (Incompetentes) y Paulina Flores (Qué vergüenza), todas chilenas y contemporáneas suyas, están entre sus lecturas. "También leo mucho a Rafael Gumucio, Alberto Fuguet y a Roberto Merino, y en todos el humor está presente. Pienso que el humor ilumina cualquier texto. Alice Munro, que me fascina, no tiene humor en su escritura. Lo mismo con Elena Ferrante. Dentro del humor siempre hay algo espantoso, y cada talla encierra una tragedia. Esos juegos de contraluz me interesan mucho".

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