Miryam Singer, tras La Traviata

La exsoprano dirige por segunda vez el clásico de Verdi, que se presentará desde el próximo jueves en el Teatro Municipal de Las Condes.


En 1994 interpretó a Violetta Valery, el rol principal de La traviata en el Teatro Municipal de Santiago. Cuatro años después volvió a ese mismo escenario para protagonizar nuevamente el clásico del compositor italiano Giuseppe Verdi. La exsoprano y régisseur Miryam Singer (63) conoce de cerca la obra, pues no solo la ha protagonizado en más de una ocasión, sino que también la ha dirigido. Una ópera "atingente y actual", que llevará a escena por segunda vez justo en medio del movimiento feminista, y que presentará desde el 9 al 19 de agosto en el Teatro Municipal de Las Condes.

Basada en la novela de Alexandre Dumas La dama de las camelias (1852), la ópera narra la trágica vida de Violetta Valery, una joven cortesana que debe renunciar a su amor y soportar los prejuicios que la sociedad tiene de ella. Una historia que "hace muy bien entender a la luz de los últimos acontecimientos. El #MeToo, las marchas, las mujeres en la calle con los pechos desnudos diciendo 'mi cuerpo es mío'. Eso es algo que conecta profundamente con la historia de Violetta Valery", comenta Singer.

Hace 10 años dejó de cantar, pero fue en 1995 cuando comenzó su carrera como régisseur con el montaje de Così fan tutte de Mozart. "Es muy raro que una mujer sea la que produce las ideas que se van a mostrar en una puesta en escena. No hay muchas mujeres que se desempeñen en este oficio, porque es un oficio de hombres", dice Miryam Singer. Por lo mismo, declara sentirse orgullosa de poder realizar un montaje que en lo visual es totalmente diseñado por ella. En tanto, la dirección musical está a cargo del maestro Eduardo Browne, con quien colabora habitualmente.

Son 80 artistas los que dan vida al montaje, que cuenta con dos elencos. Hay 10 cantantes líricos, entre ellos los tenores Brayan Avila y Sergio Járlaz, que interpretan a Alfredo Germont, y las sopranos Pamela Flores y Marcela González, quienes interpretan a Violetta Valery. Además, un coro conformado por 39 voces, y una orquesta compuesta por 31 músicos. Una ópera de gran envergadura que apuesta por lo tradicional. "La gente del mundo de la ópera se ha obligado a hacer una relectura de las obras canónicas, sacándolas de su contexto original. Es legítimo, pero lo que yo quise hacer con esto era regresar y revisitar la original", explica. En ese sentido, ha trabajado con los cantantes para lograr ciertos detalles en la interpretación. Además, la escenografía inspirada en el 1800, el vestuario y la iluminación responden también a esa intención. Aun así, se da la licencia de dejar su propio sello, e interviene el libreto para instalar el tema de género. "En un momento me permito hacer evidente esa lectura, pero se necesita conocer muy bien la ópera original para entender que lo que yo estoy tratando de decir es distinto a lo que está escrito. Pero no importa, el impacto va a ser igual. Lo importante es que emocione", comenta la directora.

Opera para todos

La realización de La traviata en el Municipal de Las Condes es una oportunidad que, según explica Singer, se dio gracias a que el teatro y el municipio apostaron por financiar un espectáculo de este tipo. "Los legisladores y toda esta gente que se sienta a borrar la ópera de las indicaciones, lo único que piensan es que la ópera es para una elite que no necesita subsidio porque pueden ir a sentarse al Metropolitan Opera de Nueva York. No es así", señala sobre la situación del género en el proyecto de Ley de Artes Escénicas.

Más allá de la ópera como un espectáculo artístico, Singer ve en ella, así como en cualquier otro espectáculo, la oportunidad de trabajo para cientos de personas del ámbito. "Acá se le está dando trabajo a artistas chilenos, técnicos, escultores, pintores y costureras. El bien social que deriva de una cosa de esta naturaleza es tremendo", señala la directora.

Y así como el Municipal de Santiago fue su casa durante años, considera un error de los legisladores el ver ese espacio como el único lugar donde se hace ópera en Chile. "¿Qué pasa con los demás teatros? En todos lados se hace ópera", dice. Además, destaca que así como el país se hace cargo de mantener sus tradiciones, o sus obras públicas, también debe invertir en hacerse cargo de las capacidades adquiridas por sus artistas, para que puedan desarrollar este tipo de obras.

¿Cree que la Ley de Artes Escénicas debe hacerse cargo de manera específica de la ópera? Yo sinceramente creo que debiera haber un financiamiento especial para la ópera. No creo que sea justo poner a la ópera en el mismo saco que se pone a todos los demás, porque las necesidades de este género son mayores. Las exigencias de un género no son iguales a las de otro género y eso hay que transparentarlo. Pensar que no existe diferencia es miope.

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