Sense8 regresa a cerrar su historia gracias a la presión de sus fans

Sense8

Este viernes Netflix estrena el último capítulo de la cancelada producción, motivado por la protesta de sus seguidores.


Hay que tener algo claro: Sense8 no era una serie masiva. Incluso cuando Netflix informó en alguno de sus balances que la producción estaba entre las más "maratoneadas" del servicio, lo cierto es que ninguna compañía en su sano juicio cancelaría una serie que fuera un monumental éxito de audiencia, o fundamental en su estrategia de sumar suscriptores, por más costosa que fuera. Así, sin un motivo tras las cámaras que justificara su desaparición -como ocurrió recientemente con Roseanne-, la cancelación de Sense8, en junio del año pasado y tras dos temporadas en el servicio de streaming, daba a entender que la ambiciosa apuesta televisiva de las hermanas Wachowski (Matrix) simplemente no era muy vista o, al menos, que sus cifras de audiencia no justificaban su millonaria inversión.

De inmediato, las redes sociales se llenaron de mensajes de pesar y molestia por el final anticipado de la historia de ciencia ficción. De hecho, alguien menos enterado podría haber pensado que Sense8 era una de las series más populares del planeta. Con algo más de resignación, las columnas de opinión de medios especializados destacaban el aporte de una de las apuestas más arriesgadas a la hora de mostrar diversidad sexual en la pantalla chica.

Y si bien este tipo de cruzadas de fanáticos por la renovación de series canceladas no es algo atípico, lo realmente inusual fue la reacción de Netflix, que ante la presión de los seguidores cedió y anunció la inédita medida de otorgarle a Sense8 un episodio final, de dos horas, para cerrar su historia. Básicamente, una película, que se estrenará en la plataforma este viernes y que vuelve a demostrar que, a veces, vale más una fanaticada ruidosa que una especialmente numerosa, en un elocuente testimonio de las ventajas de llegar a un nicho fiel.

Público al rescate

Iniciada en 2015, Sense8 sigue a ocho extraños en distintas partes del mundo que descubren una conexión psíquica entre ellos. Esto les permite no sólo comunicarse a distancia, sino que sentir lo que sienten los otros y compartir mutuamente sus respectivas habilidades, además de sus idiomas. Mientras el grupo aprende a dominar su don y busca una forma de entender su origen, son acechados por una misteriosa organización con motivaciones siniestras.

Si bien el ambicioso concepto no fue recibido de forma uniforme por la crítica, pocos podían cuestionar sus méritos en diversificar la pantalla chica: sus ocho protagonistas no sólo provienen de distintos trasfondos culturales -desde África e India hasta Corea y México-, sino que además se transformó en una de las series con mayor representación de personajes LGBT en la TV moderna. Su trama, como pocas, lograba explorar lo que significan la identidad, el género y la sexualidad en el siglo XXI.

En ese sentido, su cancelación no sólo significó un golpe abrupto para su base de fanáticos en el mundo, sino además una historia inconclusa, ya que en el final de la segunda temporada siete de los protagonistas se proponían rescatar a uno de los suyos que había sido capturado. Un desenlace que prometía un tercer ciclo, y cuyos cabos sueltos se resolverán este viernes gracias a la presión de sus fans.

Ésta última es una herramienta a la que más de una serie ha echado mano en el último tiempo. El mes pasado la comedia Brooklyn Nine-Nine (que a Chile llega por TBS y Netflix) duró apenas unas horas cancelada por Fox: luego de que sus fanáticos -algunos ilustres, como Mark Hamill o Lin-Manuel Miranda- inundaran las redes sociales de mensajes pidiendo su regreso, la producción fue rescatada por NBC, que realizará una nueva temporada.

Caso similar al de la serie de ciencia ficción The expanse, cancelada por el canal Syfy pero recuperada por Amazon, que la semana pasada confirmó que continuará su historia través de su servicio Prime Video.

Así como Sense8, ninguna de éstas era particularmente masiva a nivel de público. Pero si algo ha demostrado la realidad televisiva reciente es que, a veces, basta con un puñado de fieles seguidores con conexión a internet para sobrevivir o, incluso, volverse un pequeño fenómeno.

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