Conciertos cancelados: manejo de crisis

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Durante las últimas semanas, la agenda de conciertos en Santiago ha presenciado el cara y sello del siempre complejo mundo de las disculpas públicas.


Deben existir más maneras. Pero ante la adversidad o el repentino cambio de planes, cosa que está dentro de las posibilidades de cualquier evento organizado por humanos, son dos las posibilidades más recurrentes: contar la verdad o tratar de explicar lo inexplicable.

Durante las últimas semanas, la agenda de conciertos en Santiago ha presenciado el cara y sello del siempre complejo mundo de las disculpas públicas. En el lado virtuoso, la productora a cargo del Rockout Fest, evento que se iba a realizar este fin de semana en el velódromo del Nacional, anunció que cancelaba el festival por baja venta de entradas y junto con eso ofreció una nueva cartelera con algunos de los involucrados que habrían aceptado presentarse por separado. No deja de ser sintomático en ese caso en particular que en una agenda sobrepoblada como la capitalina el género damnificado haya sido el rock, para muchos durante años predominante en el gusto popular. Pero se agradece que a pesar del disgusto y la frustración se haya dado la explicación precisa, sin culpar a los problemas de agenda, coordinación, retraso de equipaje, razones de "fuerza mayor", resfrío de un integrante o los permisos de la autoridad.

Al otro lado de la vereda lo de Jean-Michel Jarre ha terminado siendo un completo bochorno. No solo porque fue uno de los recitales mas anunciados del segundo semestre con visita del músico incluida. Sino porque el mismo francés se explayó en las razones de la cancelación, culpando derechamente a la productora, mientras que los responsables insistían en que cita iba de todos modos y que dependía del músico. Una discusión vergonzosa que terminó zanjándose al menos hasta ahora a través del comunicado de un proveedor como la ticketera (que asegura que el show se hará en diciembre) y que habla de la peor cara sobre cómo manejar una crisis en el mundo del espectáculo.

Para ser justo y preciso, durante este 2017 las cancelaciones han sido mínimas. En semanas recientes, se cuenta lo de Laurie Anderson, lo de Noche de Brujas en la Quinta Vergara, la deserción de Aerosmith del Santiago Rock City y el cambio de Lynyrd Skynyrd por Cheap Trick para el próximo Solid Rock, trueque que para muchos provoca más entusiasmo que decepción. Pero aunque no haya sido una tendencia, las inevitables cancelaciones y el modo en que han sido administradas para los que importan, que son los usuarios y no los medios, también pueden servir para medir la seriedad, o frivolidad según corresponda, de los empresarios del espectáculo en Chile.

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