Celeste Rojas gana premio Rodrigo Rojas De Negri

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La artista chilena de 30 años, actualmente radicada en Buenos Aires, trabaja temáticas en torno a la memoria y lo latinoamericano. La premiación se realizará el próximo 17 de noviembre en el marco del Festival Internacional de Fotografía de Valparaíso.


Acaba de lanzar en el Festival Internacional de Fotografía de Valparaíso (FIFV) su tercer libro titulado Una sombra oscilante, que reúne más de 100 fotografías tomadas por su padre en sus años de militancia durante el régimen militar en Chile y los otros 11 de exilio en Ecuador. La publicación dio forma además a una exposición -bajo el mismo nombre- en el Museo de la Memoria en junio pasado, y está próxima a presentarse en el Festival de Fotografía MUFF de Uruguay.

A sus 30 años, la artista chilena Celeste Rojas ostenta un currículum extenso, que incluye exposiciones en Brasil, México, España, Estados Unidos, Inglaterra y China, y distinciones como el Premio Bienal Arte Joven 2017 de Buenos Aires, y ahora el Premio Rojas de Negri, reconocimiento que desde 2006 entrega el Consejo de la Cultura a través de una votación entre fotógrafos y profesionales del área.

"Es un reconocimiento importante, que además se entrega por segunda vez a una mujer: la primera fue Zaida González", explica la artista. Y agrega: "Es relevante remarcarlo porque la fotografía en general es trabajada por hombres y no solo en el arte, sino tambien en otras disciplinas como el fotoperiodismo".

Para Rojas la fotografía siempre ha sido el centro en su vida. Su papá fue fotógrafo, y eso la hizo crecer entre cámaras, negativos, diapositivas y ampliadoras de imágenes. "Me hice fotógrafa precisamente por todo el material que me rodeaba en mi casa. Recuerdo que de muy niña, a los 12 años, armé un laboratorio de revelado en el baño", cuenta.

Luego de realizar sus estudios de Fotografía en el Instituto Arcos, su trabajo se ha expandido a disciplinas como el video y la instalación, pero siempre el tema central en su obra es la memoria, lo latinoamericano y cómo se cruzan los límites entre la ficción y lo documental.

Su última obra ahonda precisamente en la memoria de su famiia a partir del encuentro con un antiguo archivo fotográfico de su padre. "Lo guardé siendo muy niña e intuitivamente decidi atesorarlo hasta el año pasado", cuenta Rojas sobre este trabajo que, por un lado, aborda la significancia histórica del archivo y, al mismo tiempo, se refiere a su posibilidad de ficción.

"En la fotografía siempre hay un punto de fuga imaginario, algo que es posible de materializarse. Me gusta trabajar con esa idea porque puede abrirse a un lugar de exploración subjetiva", explica la artista. Y añade: "Si bien es la historia personal de una hija con un padre relacionándose a través de un archivo, también está la posibilidad abierta para que el espectador pueda sentirla como una historia propia o incluso para pensarla, en términos más generales, de la historia de Chile".

Latinoamérica imaginada

Ficcionar, imaginar, resignificar la noción de ciudad en sus recorrido por diversos parajes latinoamericanos, fue el tema abordado por Rojas en sus primeras obras. "Quería representar una urbe genérica, donde lo común estaba abordado por la marginalidad a través de imágenes como demoliciones y ruinas de edificaciones, y la ciudad erotizada con retratos de sus habitantes", explica.

De esos trabajos surgieron sus otros dos libros: La ciudad líquida (2008-2010), que plantea una ciudad simbólica en la que se ven retratadas una multiplicidad de urbes; y El espacio de la resistencia (2011), donde la artista extiende la mirada hacia la ruralidad y la posibilidad de pensar el habitar en ambas zonas.

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